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Poemas de Alejandro Álvarez Nieves

viernes 23 de octubre de 2015
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tarde

llegamos a la playa
y no había sombra para sentarse
y los tiburones nos vendían pinchos de atún
y nos decían que eran de marlin
y que el acceso a la orilla era gratis
pero el parking no

llegamos al templete
y apenas quedaba el micrófono en el suelo
y los flyers del llamado danzaban
en la soledad del viento
y el que tenía carro nos dejó a pie
porque ya no había ron

llegamos a la marcha,
los guardias nos fotografiaban,
pero los populetes nos daban de codo,
los pitiyanquis nos gritaban, rabiosos,
y en español,
los pelús comunistas nos miraban mal…
y los federicos dejaron de perseguirnos
cuando ninguno nos hizo caso.

llegamos sin remedio a la fiesta
y sólo quedaba la basura
y dos tecatos peleándose
las latas de los zafacones

llegamos a la colecta
y la comida recogida se iba pa otra isla,
porque la pobreza no se ve
si la disfrazas de un cheque de alimentos
o de una cárcel de varilla y hormigón
o de otra cosa que no sepa a hambre
pero sí a puertorriqueño

llegamos a la guerra
y la televisión venció primero
nos eximieron de la gloria,
nos quedamos sin excusa
pa emborracharnos de orgullo,
pa pegarle a nuestras mujeres
y purgarnos de perdones
a nombre de la nación
llegamos a la barricada
y brillaba más la tienda
de ropa casual que nuestro propio estruendo,
y nuestras voces se convirtieron
en logos de camisetas de veinte dólares,
y nuestros gritos tuvieron que esperar
a salir del trabajo
pa pagar la iupi
pa completarle a los viejos
pa pagar el celular y la renta
pa tener un carro en una islita
pa cargar la hombría a cuestas

llegamos al diploma
y todos los trabajos se habían ido

llegamos a la protesta
y nos estamparon la X en la frente
y nos dijeron que no había causa
que nuestro sacrificio no era el mismo
que estábamos tarde por un día
y cortos por un peso

llegamos al cruce
y nos esperaban con facturas
de ocho tomos de largo,
con biblias en la mano,
invocando las banderas

dicen que nos vienen a civilizar,
que tenemos que jurar
que todo antes era mejor
con la mano sobre el libro,
y que cuando se acaben los talonarios
dizque llamemos al número gratuito
para recibir por correo
la próxima libreta de pago

 

rescate

tu sonrisa es el cebo
para la ruta que trazo
desde la comisura
hasta el ombligo.
es mentirle al ojo
con otras formas de vida.
decirle al recuerdo
que sólo la piel
sobrevive al temblor,
a la posibilidad total del quiebre,
a la certeza absoluta que me regalan
tus muslos mientras los moldeo,
al latido desbocado del terror.

no hay posibilidad alguna
que salve a este rostro de la sacudida,
de la tiritera mortal en cada lengüetazo,
del precipicio nefasto entre tus senos,
y eso nos estremece aun peor…

antes de que surja la queja
ya divago perdido en tu cintura,
como si me jugara la sangre misma
con cada roce de la boca,
como si no hubiera otra opción
que lanzarme de frente al paredón,
al abismo que me recibe, tierno,
allá abajo

tu sonrisa es la mentira
para caer por completo.
enrollado en tu pecho
sólo me queda claudicar:
sucumbir es la ofrenda.

dar es lo único que puedo
ante tu espejo.
hasta que por fin me susurres al oído:
basta
estás a salvo.

 

rescisión

nada hay mejor que bajar las armas,
que resuene el metal inerte en el suelo.
no hay resistencia a verme seducido,
a que me tomen la mano,
reducido a un tropiezo,
una épica truncada
que sólo depende del abrazo,
y que cada caricia sea una apuesta
a ciegas, funambulista,
sin rumbos que seguir
sin patrias que forjar
sin condenar la piel al destino.

algo fresco hay en la renuncia,
un soplo de aliento en nombrar la impotencia.
y prescindo del grito,
confieso que me aterran las iniciativas,
admito que me dan pánico las herencias,
que he resuelto no romper huesos por despecho
ni remitirme a vivir en pedazos.
que no hay que tragarse pueblos
para saber que el falo es inservible,
que el poder es una trampa de las lenguas
y que rechazo la condena de los señoríos.
un marullo de piel me alerta
que el ángulo en la curvatura
del cemí me provoca asco.

el sol y sus obeliscos nos han traicionado,
y ya no puedo con el carimbo de los dioses.
los poemas no han cumplido ninguna de sus palabras,
y esta garganta que se aleja
por el presente declara
que ya no puedo cumplir con los estatutos
para la hombría en el siglo XXI,
y que invoco, inevitable,
la anulación inmediata
del contrato establecido.

 

ofrenda

uno va al mar porque sólo el agua
detiene al hombre
uno va al mar porque el salitre
es más rápido que la sed

uno va al mar porque sabe
que nunca es suficiente
va porque el reguero de agua
es un espejo que refrena
va porque espera
porque no hay expectativa

va porque sabe que la ola
es más cariñosa que los palos
que uno se facilita
cada vez que la hombría
se nos queda corta

uno se sumerge en la orilla
porque no ofrece más remedio
que desdoblarse

porque un hombre no es cántaro
sino flama
—el destino líquido del metal—
porque uno no se rompe
sino que deja que ella brote:
es el quebrar de la voz sobre las piedras
es el rumor macho que azota los siglos
y se retuerce en la queja ante la luz

uno va al mar porque hundido
es que el amor
echa chispa
en la mirada

un hombre va al mar
para que no lo consuma el silencio

un hombre va al mar
para arder y no quemarse

Alejandro Álvarez Nieves
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