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Ideación de una novela

viernes 23 de abril de 2021
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En un período histórico en el que la función proselitista de la prensa sea tan exagerada que parezca insostenible, un gobierno u organización terrorista (preferiblemente esta segunda opción) conseguirá borrar toda brújula ideológica de las personas que escriben para la prensa, y sobre todo de aquellas que les pagan y ordenan. El método para lograrlo puede ser fantástico o fantasioso; una pócima que desdibuje cualquier coordenada ideológica y que sea esparcida en forma de una nube de gas por toda la Tierra, un rayo hipnótico que llegue a cada rincón del planeta a través de un imposible juego de espejos previamente colocados en satélites porque, tal vez (oportunidad para algún mensaje de tipo humanista), desde 1963 los hombres y mujeres enviados al espacio ya colaboraron en este proyecto de paciente ejecución, aspirando a que algún día existiera el rayo capaz de borrar las fronteras nacionales y políticas.

Aquellos apartados para los que trabajaban se convierten en su nuevo y sincero dogma.

Así, una vez perdida la memoria y función ideológica de aquellos ex instrumentos de propaganda, los dueños de la imprenta pierden toda relevancia y los trabajadores de cada sección de su periódico ejercen (imprevisto efecto secundario) un partisanismo radical que se convierte en su nueva ideología. Tras una amnesia política inicial, efecto del rayo hipnótico, la fe se rellena con la simple y fácil tendencia de los artesanos de la opinión pública.

La fe en la supremacía de la sección del periódico que representan es sincera, así como las alianzas con miembros de la sección equivalente en otros periódicos que antes habían sido antagonistas. De tal forma que, si el gobierno destina una partida presupuestaria para evitar que un inversor extranjero se lleve un Goya, el jefe de la sección Salud del periódico le atacará por no usar ese dinero en atención secundaria para enfermedades raras. Una posterior rectificación del gobierno, en cambio, se encontraría con una editora de la sección Cultural lamentando las implicaciones de esta cesión: el rechazo a la identidad nacional y a tender puentes para que las próximas generaciones puedan conocer y percibir de primera mano la historia del arte y de la sensibilidad, a través de este acto de indolencia del gobierno para con este patrimonio artístico universal. Las secciones de prensa se convierten en los nuevos ministerios del espíritu humano.

Cada acción realizada por algún estamento con responsabilidad y capacidad de obrar sería interpretado por cada partisano del periódico que quiere cuidar su parcela. Cada hecho (una declaración de la alcaldía alegrándose de la lluvia, un indulto a un hombre que atropelló a un ciclista mientras tenía un ataque cardíaco) será expuesto y juzgado visceralmente por el equipo de la sección de Deporte, Meteorología, Economía, Salud, Crónica Roja y, quizá, Clasificados. Aquellos apartados para los que trabajaban se convierten en su nuevo y sincero dogma, en una guerra civil dentro de cada periódico que encuentra alianzas en otros periódicos. Para acomodar el desarrollo de la novela a un lector casual se puede colocar a una pareja, hombre y mujer, que pertenezcan a un mismo periódico, pero secciones antagónicas e irreconciliables; la existencia de esta pareja debe ser casi un axioma para la novela; posteriormente se decidirá si la pasión que sienten respecto al otro consigue romper la barrera de aquellas guerras internas, o si representan una nueva ceguera que se suma a la ya de por sí compleja relación interpersonal entre dos personas que a veces creen gustarse. Lo más innovador de la novela, sin embargo, sería la nueva interpretación del mundo y de los eventos que en él ocurren a través de la óptica de secciones muy delimitadas.

Lo novedoso (por la reorganización de los hechos mediante prismas tan sesgados como Deporte, Toros, Moda, etc…) y lo asequible (una historia de amor con inicio improbable, como en tantos otros casos) permitiría a la Novela cobrar notoriedad. De la confianza del autor a la hora de escribirla llegaría el resultado de cuán radicales o exageradas sean las consecuencias del nuevo mundo. En la página 800 podríamos estar, tras larguísimos pasajes de eventos (accidentes de avión, matrimonios de reyes, revueltas raciales, analizados por las secciones de Moda, Ecología, Deportes, preguntándose cómo les afectan) interpretados en periódicos nacionales, ante una situación en que cada persona nacida se incorporase a la nueva ideología de su familia, siendo ésta Pro-Deporte, Pro-Moda, etcétera.

Queda entonces la desazón de pensar que aquella era una buena idea para una novela, y que sin embargo una vez leída, y para que se desarrollara en la realidad, sólo daba la impresión de que le sobraban páginas.

Si la novela cobra popularidad entre la juventud y el escritor se muestra colaborativo, esta historia podrá ir más allá de aquel libro de casi mil páginas. Tal vez un grupo de poetas o colaboradores que tienen en común su juventud y afición por esta novela decidan crear un programa o página web en el que cada noticia de la vida real sea interpretada bajo estos conceptos que se manejan en la novela. Quizá al principio esta interpretación de las noticias que ocurren en 2020 y 2021 sea transcrita de forma manual por seguidores de la novela o gente con ganas de iniciar un proyecto conjunto gracioso e interesante; quizá después una computadora sea capaz de interpretar y calificar automáticamente cada noticia emitida en los medios de comunicación del mundo real, formando una enciclopedia casi interminable de hechos inabarcables, que para lectores circunstanciales e interesados de todo tipo podría visitarse de forma gratuita, y saciar la curiosidad que la publicidad en torno a la novela y algunas reseñas leídas en la librería hayan podido alimentar.

Esto aumentaría aún más la popularidad de la novela, hasta que un aún más circunstancial e improbable lector de esa nueva corriente de literatura vaya hasta unos grandes almacenes y gaste poco más de veinte euros en aquel enorme libro. Comenzaría leyendo el planteamiento, colaborativo e interesado, y descubriría complaciente las primeras formas de actuación de sus personajes. Pronto el lector se aburriría; pensaría que la propuesta era ingeniosa pero, curiosa y precisamente, lo era más cuanto menos llegaba a desarrollarse. Una insinuación, tal vez un ejemplo o dos eran suficientes (quizá de haberse planteado sólo la sinopsis también hubieran tenido esa sensación de que era una pena que no se hubiera desarrollado más la idea), pero ahora, en la página 500 del libro por el que ha pagado 22 euros, y tras haber ahondado en la interminable página web del proyecto, se lamenta de que, más allá de lo que la propia sinopsis dice, la inversión en dinero y tiempo en aquel enorme libro no haya valido la pena. Queda entonces la desazón de pensar que aquella era una buena idea para una novela, y que sin embargo una vez leída, y para que se desarrollara en la realidad, sólo daba la impresión de que le sobraban páginas, y que mejor hubiera sido que se conservara el concepto de la idea a trabajar pero quitando la innecesaria historia de amor (quizá conservando el recuerdo de ese planteamiento pero prescindiendo de las eternas conversaciones y miradas e imágenes entre los dos protagonistas, a excepción del primer encuentro en la puerta de la imprenta, de noche, cuando ella llevaba ese lazo a modo de cinturón alrededor de su morena e infantil cintura). Se alegraría del resultado de una novela que quitase 200 páginas de reiterativa historia de amor y 700 de sucesos siendo interpretados a través del filtro impuesto en las secciones de periódicos, y por supuesto podría ignorar que existe aquel inasumible proyecto en Internet. Y así quedaría una novela adecuada y precisa de tal vez cuatro hojas, unas cuantas líneas, evitando que sea vulgarmente excesiva en su planteamiento y salvando también que se le osara llamar cuento en vez de novela, sólo porque su extensión no fuera excesiva.

Esteban Humberto Cano
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