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Textos de Sombra de Paraíso, de Claudia Sierich

viernes 6 de noviembre de 2015
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"La creatividad del mal", de Lihie Talmor
La creatividad del mal, de Lihie Talmor.
El domingo 8 de noviembre a las 11 de la mañana, con palabras de Alfredo Chacón, se celebra en la librería Lugar Común, en Caracas, la presentación de Sombra de Paraíso, un ensayo poético o poema ensayístico —según se mire— de la poeta y traductora Claudia Sierich, publicado en la colección de poesía de Oscar Todtmann Editores, e ilustrado con grabados de Lihie Talmor. Hoy presentamos algunos de los doscientos cincuenta textos de los que se compone el libro.

gelāʒenheit. El maestro Eckhart y otros místicos de Renania utilizan este concepto en su teología. Denota sereno desprendimiento, tranquilidad interior. Un paciente soltar y dejar pasar. Eckhart relaciona el concepto con lejanía y distanciamiento. El abandono que permite asentarse. El desapego como vía para la apertura a lo Otro: en un juego en el que operan renuncia y no renuncia, la renuncia rinde efectos insospechados. La nube de nociones que la acompaña: cuidado, prudencia, contemplación sin afecto, reflexividad, sensatez, mensura, contenance, aplomo, tranquilidad del alma, equilibrio, quietud, silencio, estoicismo, dominio, soberanía. Aquí se crea la reserva en sus dos acepciones de resguardo y provisión. ¿Cuáles son los atributos que prevalecen hoy día en el oficio, en el ocio?

 

 

La renuncia que rinde: deseo pensar en que consiste en escabullirse de la aceleración generalizada que se ha venido imponiendo como una fuerza muda, incontestable. Cogió ritmo por su cuenta. Instaló el anónimo destrozo del tiempo. La esperanza puesta en ganar tiempo (para nosotros) gracias a diversas tecnologías de transporte y de comunicación se tornó fuerza omnívora y nos alcanza como el tiro por la culata.

 

 

El ejercicio exige gelāʒenheit. Radical intimidad y distancia a la vez. Exige atención indivisible al poema en su conjunto, o al conjunto de poemas que acometo. No admite interrupciones, no permite atomizar la acción, por más que ésta tampoco sea formalizable, signada como está por interminables desvíos, bifurcaciones indecidibles y roturas, rajas, rendijas por salvar.

 

 

A veces toca pensar sin barandas.

 

 

Son íntimos soberanía y dispendio.

 

 

El tiempo soberano se irriga ricamente con despilfarro.

 

 

¿Cuánto tiempo puedo implicar cavilando sobre una palabra, merodeando una frase, una oración, orando el oro? ¿Cuánto, catando atmósfera ignota? ¿De qué sirve pasar años sobrevolando un poema?

 

 

¿Qué distancias mido en el vaivén entre textos? Por qué no son iguales los trechos en un sentido (dirección) y en el contrario: los trechos superados de una lengua a otra y luego de vuelta. No es posible invertirlos al calco, desandar el camino por la vía ya conocida. Ida y vuelta desean ser llevadas a cabo por distintas sendas que se tejen entre las mismas palabras: un verso que he llevado, pongamos del español al alemán, con éxito como creo, no llega al mismo lugar de donde partió, si lo retorno al español por la vía tomada. Ingreso en interminable espiral.

 

 

Es ilusorio pensar la traducción como calco más o menos perfecto. No pensarla así, entrar en espesores a los que pocos te acompañan. Tampoco sirve el recurso de la explicación, ni de la descripción. En tanto réplica se conforma la reposición desplazada, contestación, la respuesta en rara resonancia.

 

 

¿Cuántos libros más leeré antes de acometer la travesía de estos poemas, la travesura de traducirlos, cuántos azarosos estudios de pormenores sutiles habré realizado?

 

 

Cuánto de oído pondré y habré puesto a los textos que rodean los poemas que tengo en observación, cuánto de oído a rumores de toda suerte, a diversas conversaciones y sus asperezas. ¡Cuánto vivir! Antes de decidir desechar, ¿olvidar y comenzar?

 

 

Estamos de feria. En esta fiesta nada es inefable, pues se fabla y fabula bastante, facen mucho las palabras, basta con leerlas, pronunciarlas en el adentro. Traducirlas (que en realidad, no se traducen palabras) no engrana con ninguna economía sensata.

 

 

Levantan vuelo las posesiones pertinentes: una economía de las pertenencias lumínicas.

 

 

El acto no se deja formalizar, sus técnicas no se aprenden de forma total, el tiempo que se requiere, en realidad incalculable.

 

 

¿(Cómo) se honra una traducción de poesía?

"Sombra de Paraíso", de Claudia Sierich
Claudia Sierich
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