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Poemas de Carlos Quevedo Arteaga

viernes 25 de agosto de 2017
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Carlos Quevedo Arteaga

Humo

Cierro los ojos y soy humo
entrando a mis pulmones

alcanzo cada alvéolo
empaño todas las superficies
me abro paso por caminos rojos
hacia los centros nerviosos

venzo en batalla a todos los ligandos
me abandero más tiempo del necesario
hasta degradarme


te prometí dejar de fumar
como tú me prometiste
dar una vuelta y volver

y tampoco lo hiciste.

 

La llave que abre la herida es la misma que puede cerrarla

Las cicatrices sirven para escribir un poema.
No.
Luna Miguel

Más que grieta es una puerta
un umbral para respirar el duelo

cerrojo
llave que se hunde
para abrir la herida
para cerrar el nudo

una vez tu llanto sobre mi hombro
mil veces mi llanto sobre la nada

qué se hace entre tanto mar
cuánta sal cabe en un ahogamiento

mi herida era esa branquia
…………………………………….—siempre abierta
…………………………………….siempre expuesta—
por la que debía respirar.

 

24/7

Todos las horas de mis días inician como una detonación,
una especie de estallido en una frecuencia que sólo yo escucho.

La onda no sigue el curso del reloj:
siempre le ha dado por marcar su propio tiempo.

Cada vez que estalla todo se vuelve blanco.

………Todos afuera son silencio
………y dentro yo soy todo ruido.

Las esquirlas son todo lo que recuerdo
y siempre lo recuerdo todo.
Se expanden en todas las direcciones que habito
brillan tanto que su luz me impide verlos.

La materia que los compone vibra
los reconozco por su resonancia

Cada uno en una frecuencia única que sólo yo logro escuchar:

………Que les haga caso, me han dicho,
………que aprendamos a convivir, que es un salto muy grande
………que no lo soporto, que ya basta, que lo deje, que para qué insistir

Muchos segunderos estallando en todas las horas de mis días

Estaremos bien, me dice ella
es la única frecuencia que por ahora me interesa.

 

Los diecisiete

Los diecisiete significaban entrar a la universidad
llegar temprano, llegar tarde
no llegar porque qué ladilla
no dejar caer el plato los cubiertos en el comedor
pasar todo, raspar todo

Eran los diecisiete
y significaban enamorarse
de la muchacha bonita de química
que leía bajo la mata de mango

Los diecisiete eran andar sin más preocupaciones
que no hacer el ridículo
Y ojalá la muchacha bonita
que amaste ese año
y el siguiente
saliera contigo

Tener diecisiete y estar enamorado

Escribir poemas en la clase de inglés

Correr tras el bus porque vas tarde
a la clase
al examen
raspar inglés
el semestre
el año

Rasparse las rodillas
sin más preocupaciones
que las de un irresponsable
que vive esperanzado
porque mañana sí se puede lograr

Los diecisiete eran creer que se conoce el mundo
plantarse en la calle con amigos
con cualquier cosa distinta
a piedras en las manos
y sangre en el pecho.

Carlos Quevedo Arteaga
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