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Cuatro poemas de Mónica Olivares Fonseca

miércoles 13 de diciembre de 2017
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Alas olas

Sobre su piel
Revive el decreto
el viento
La sal
La brisa
El hogar

Nadie vive dentro de sí
Como quien sí quisiera vivir

Sola
Habita
La voz
Rasgando
El silencio

Ya lo dije antes
No existe destino
Para conjugarnos
Dentro de la carne
Y el cielo
Sólo la voz.

 

Casa sola

No eras tú
Ni yo
En esta
Sed
De vacío

En este ocaso
Silencio
habitable
Del mundo
Y el hambre

No eras tú
Ni yo
Ni las heridas
en el canto

sólo somos
una misma suave
voz que se olvida
en el viento.

 

Veintitantos años

La vida que no quiero la observo
en el parque de la unidad habitacional
Las coletas desaliñadas
Manos mugrientas
Vestidos pomposos
Balones voladores
Gritos, gritos frenéticos

La vida que yo no quiero me la venden todos los días
En los hologramas incendiados de las noticias
En las notas del financiero
Y en los santuarios de no aprendizaje

La vida que no quiero me la disfrazas
Cuando aprietas mis muslos y me dices que soy la única

La vida que yo no quiero es un engaño
Que estamos dispuestos a pagar
Para sentirnos reales
La vida que yo no quiero me espera
A la vuelta de la esquina.

 

Encenderé la luz si consigo despertar

“El sueño de mi vida real, intercalado,
El cansancio anticipado e infinito,
Un cansancio de mundos para tomar un tranvía…”
Álvaro de Campos.

Y siguen
los pasos sin responder órdenes
Sin estrenar sus mendigos zapatos

He sido viajero de noche en el día
En este camino lleno de baches
Y bolsillos vacíos

Parece un sueño
Yo no elegí nada

Una ironía tener que aplazar
las palabras intercaladas en nuestra mente
deseo obedecer nuestras ganas de no hacer nada
Pero el control es un chaleco de resistencia
Absorbe nuestros miedos

Y pienso en ti
Tras esas rejas
Llorando en silencio
con tu muela sangrante
En ese cuarto sucio
Pides por nosotros
Pides que no heredemos
Tu cansancio sediento
(Tus malditas adicciones)

El cansancio cósmico me persigue
como si yo lo hubiese elegido

Mis pasos son tijeras en estas carreteras
sigo con los dedos descalzos
he tejido los mejores zapatos imaginarios
para aguantar los callos de mi abuelo muerto

la apatía costura mi boca
he soñado con el estómago lleno de aves
aves degolladas
y patas sucias

nunca es tarde
para decirte
algún día iré por ti
con mi cansancio
y esta luz que se apaga

abriré
aunque mis pasos y mi mente
sean el puente a nuestra libertad.

Mónica Olivares Fonseca
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