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La desesperanza

viernes 24 de mayo de 2019
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Luis Manuel Pimentel

A Benito Mieses

No quiero volver a sentarme allí
y ver cómo el fuego nos va tragando

el primero que se asomó a la ventana
terminó con heridas de tercer grado,
los otros están atrapados
a la cama, a la cocina, al baño, al lugar donde morimos
todos los días

¿qué sentido tiene esto
si el agua no llega para apagarla?

Atención, el cóndor herido pasará a buscarnos,
la ciudad se quema.

 


 

Transito a cuestas de un caballo rojo
no hallo la rienda para marcar el destino
me vuelvo nada,
siento el peso de la historia humana
se me vienen cables a la cabeza y trato de arrancarlos de un tajo
pero no puedo,
tengo una sensación vacía, tienda de campaña
que me toca enseñarle a mi hija

se me deteriora el corazón, el hígado, el riñón,
vuelvo a despertar sin sorpresa,
sin gloria, con pocos amigos

en el carrusel se montan los que quieren salvarse
yo me bajé hace tiempo
entretenido escuchando la música de los caracoles

luego, lancé a la fuente unas monedas
para cambiar este hastío
y salir a buscar entre el canto de los búhos
el tiempo.

 


 

A Orlando Pichardo

Dejaste que la noche y los huesos en desuso
se manifestaran invocando al pez iluminado

recuerdo
cuando me hablaste de los guanábanos en serie
que sembraste, cerca del sitio por donde cayó el carro
como cascada amarilla y vespertina

de pronto, la fiesta se marchitó con la enfermedad
y te fuiste a buscar la música de las esferas,

eucaliptos
en el mes de julio

en noviembre
un trago a tu nombre

hace rato vi pasar loros sobre el techo de tu casa
conversando sobre el vacío.

 


 

La madrugada llega lenta,
viene a traerle un mal presagio
a la vecina que está embarazada,
luz solitaria.

La madrugada llega lenta,
Por el pago de un error
entra un cocodrilo al apartamento
se batuquea contra las paredes,
mientras precisa un espacio para escapar.

La madrugada llega lenta,
se caen las estrellas
aterrizan encima de nuestra almohada
buscan aterrizar en tus párpados
guiñas como si la cosa no fuera contigo,
escalofríos de la ensoñación viajan por el espacio
cabeza contra almohada
ojo cerrado a juro y cabeza contra el piso

el alba aparece detrás de la ventana
con la danza de unos pájaros negros moviéndose en círculo.

Luis Manuel Pimentel
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