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Cinco poemas de María Negro

domingo 5 de abril de 2020
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La lengua salta de pliegue,
Busca las lunas de tu piel,
Alerta luces y herejías
Entre colores nuevos,
Antiguos,
Inescrupulosos.
Húmeda y veloz, busca tu ombligo.
Ese caracol derramado,
Vencedor del espacio y el tiempo.
Lo que quema no es fuego,
Sino apenas tus manos
Enredadas en el ir y venir de mi cuello.
El sustantivo arder,
Efigie de una libertad calladita y espasmódica
Que no se aburre de jugar
En todos los lenguajes
Capaces de crecer
En ese hilo de vida
Donde vos
Donde yo
Y este latido.

 


 

Un pie y después el otro
Por el delicado abismo de la miel.
Descansar los años
Sentada en tu boca.
La única certidumbre
Del temblor,
Como verbo y carne.
Derramar todo así,
Sin jugar a la escondida.
Sembrar humedad
Cada vez que te nombre.
Bailar cien años más
En el hueco de la mano.
Esa, que tiene mi olor,
Y canta en el gemir
Aquello que
La palabra no entiende.

 


 

Descúbreme la pierna
Con tu lengua.
Deja caer así, sin otoños,
El calor de la boca sobre el muslo
Que te llama por tu nombre.

Vuelve a crecer, como un pájaro,
Desde mi pecho hasta la noche entera.

Arráncame una verdad
Cuando tus dientes
Hurguen
Y mi cuello
No se olvide del miedo,
Pero no le importe.

 


 

Como la garúa
que desnuda las pavadas
del día
para burlarse de ellas.

Como un río,
O carcajada,
fluye el orgasmo.

Como un nuevo misterio
sin tristezas precocidas,
sin la pálida y delicada
pose de nuera perfecta.

La runa que me nombra
no cabe en tu calendario.
Mi pagano espacio
te resulta inabarcable.

Estás condenado
a aburrirte, princesa tras princesa.
Todas huelen tan bien,
que no parecen plástico.
Las besarás
hasta pincharte con la rebaba.
Y te harás el zonzo,
negando el aburrimiento.

Pobre niño el tuyo que se sienta a mirar
desconsolado cuando tu adulto
insiste en que así es mejor,
claro que sí,
así es mejor, así es perfecto.

 


 

En esa orilla, el silencio es un barranco
La casa cae, lenta
Te llamo
Persigo la grieta brutal con las manos
Te llamo
La casa cae, las paredes surgen desde otro cielo
Te llamo, por tu nombre
En esa orilla, el ruego aguarda
La casa cae, enmudecido fuego
Superficie hundida en el gran No
Te llamo
Soy esta ramita de pasto nacida de tus pasos
El techo explota en lluvias, en grillos, en espanto
Te llamo por tu nombre
Soy esta ramita de pasto
La tierra seca busca tu boca
Se le abre el sueño en los huesos
Te llamo por tu nombre
Esta ramita de pasto de barrancos
Este tenerse así, habitante de la ausencia
La casa cae
Recoge estas ternuras
Llegará el sol
Que te encuentre viva

María Negro
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