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Siete poemas de Carlos Ramos

viernes 30 de octubre de 2020
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Traducción: Miguel Ángel Curiel

Con la pluma abres la vena del papel

Con la pluma abres la vena blanca del papel / colocas en el centro una lágrima de mar / la sangre vuelve al rojo / escribes así un poema que será ladrillo en la casa de polvo. / Abres la puerta, recibes a los amigos / también ellos polvo / bellas partículas que oscilan en el aire / alrededor de la mesa estallan los huesos / los pulmones se hinchan mal / el aire duele como un veneno / después por la boca escupes el poema / saliva de fuego de los días disueltos / en las noches duras el regreso extinto del que parte.

 

Contra el silencio

El mirar ciego / es un fruto de silencio y oscuridad / por dentro un sol observa / el árbol sueña la memoria / los días queman / el hilo de las horas ya no oigo / reúno / me desintegro como la lluvia antes de llegar al suelo / desaparezco en el impulso de la inmovilidad / el mundo olvida tranquilo / mañana la muerte volverá / bendecida y sucia.

 

Heridas de guerra

De la ventana llega el día ya amanecido / la noche se dilató y yo no vi / fue clara y limpia la gran noche / en el centro de su centro una gran fiesta negra / iluminó y se despertó como un veneno. / Dentro del cuerpo afloran estos cardos / que nacieron cuando no te despediste / y me desperté sepultado en el silencio del mundo / como una simiente. / Telefoneo y descuelgo a la mirada / perforo la piel / escribo un poema invisible / para que nadie sepa que existen / pedazos de ti en mi carne.

 

Decir no es describir

Decir no es describir / el secreto del mundo no es buscar / es abrir en el centro de la luz / el tiempo significativo en el que la palabra encuentra el fuego de su voz. / Decir no es describir / es iluminar / con las venas de un relámpago / deshacer la oscuridad de la sangre / llegar sin partir nunca / pinchar un clavo en la pupila del sol.

 

Paisaje quemado

Las lágrimas llueven hacia abajo / como pequeños paracaidistas / soldados del corazón van de los ojos al pecho / se deslizan en el delicado parapeto del rostro como migajas de luz / se ve mejor ahora el hambre del invierno / dejó en la piel las flores muertas del cansancio / un lamento oscuro en la dirección al incendio.

 

Cartas como las de Rimbaud

Había esa letra de Pan, la memoria timbrando el silencio de cartas como las de Rimbaud / no son mías estas palabras, son de alguien que las cogió del bosque / un alimento transformado, una materia diría particularmente volcánica / el sol negro que muere en tu cabeza viene de la noche / y todo el aire es poco en Rimbaud / para respirarte las flores al cielo devotas / levantan la cabeza para soñar contigo / te sangran el destino / la idea que supera la muerte / la ácida luz de la que te alimentas.

 

Buscabas en la ventana de mis ojos

Buscaban en la ventana de mis ojos el sosiego de un paisaje / y yo soñaba entrar por tus cabellos / descubrir en ellos el instante de la oscuridad / y olvidarme de salir para entrar nuevamente en el mundo dolorido. / Quiero ofrecer al viento estas palabras / llenarlas de nubes / para que pueda leer en tu cielo este poema.

Carlos Ramos
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