XXXVI Premio Internacional de Poesía FUNDACIÓN LOEWE 2023

Saltar al contenido

“Ofrenda” y otros poemas de Benjamín Eduardo Martínez Hernández

miércoles 20 de julio de 2022

Ofrenda

Yo regresaba de un fuego temprano, un fuego de los primeros tiempos, regresaba con el eco de una lluvia extraña, desconocida, la escuchaba caer sobre las rocas, a un costado del sueño o de Dios, cerraba mis ojos y palpaba el peso, las gotas, en el patio, dejaban su cauce entre las matas de aguacate y limón, abría los ojos y el cielo aparecía limpio, así llegaron las voces, se fueron escribiendo debajo de los párpados, entre las grietas del sueño o de Dios, cerré de nuevo los ojos, escuché, entera, la oración, el día es una ofrenda.

 

Los sueños

Nos fuimos a buscar sueños, unos sueños grandes capaces de alimentar a todo el pueblo, nos fuimos, seguros, lo hacíamos por los otros, los que vendrían detrás, nos seguirían con sus bocas abiertas como una tierra después de grandes sequías, nos seguirían, por eso nos fuimos a buscar sueños, grandes, renovados, nacidos de otros sueños, no existieron fronteras ni trámites burocráticos, tan sólo un empujoncito y empezamos a andar, sobre la página, con esa firmeza del grafito uno tras otro fuimos armando el texto, los sueños aparecieron de pronto, allí, frente a nuestros ojos, saltarines, alegres, dispuestos, los llevamos a la orilla, nos hicimos cómplices, nos echaríamos al mar cada cierto tiempo y ellos saldrían, nos hacían esperar, y de pronto asomaban sus aletas, sus dientes afilados y ¡zas! mordían el anzuelo, eran unos buenos tipos los sueños, húmedos, llenos de energía, todavía, cuando menos lo esperas, te alcanzan.

 

El miedo

El miedo entraba, aunque cerraras puertas y ventanas, él se metía por las grietas, hacía temblar toda la casa el miedo, aprovechando vacíos, entraba, se comía todo, sin sentarse, parado, el miedo, oscuro, jamás entraba cuando había luz, el miedo, camuflado, hacía lo suyo, dejaba los cuerpos, heridos, insomnes, llorosos y se iba, a otras casas, a otros cuerpos, un día lo vimos, caminaba despacito, con sombrero de paja, viejo, de ojos abiertos, flaquito, seguramente con hambre, por el medio de la calle, el miedo, decían, se hacía viento, un viento frío, y se llevaba los ánimos, apagaba los fuegos y se iba, el miedo no ríe, por eso, para evitarlo, hay quien lee, dentro de sí, su propio miedo, una forma de seguir, de ser, un poco más que el miedo.

 

El día

El día no esconde su fábula, la muestra, libremente la muestra a todos, a todos los que abren sus ojos, deben abrirlos bien, abrirlos de olfato, de oído, de tacto, abrirlos de piel, como un cuerpo que abraza a la vida, el día, el día es un pecho desnudo, un pecho, escribe latidos sobre otro pecho, el día, el día no miente.

 

La sombra

La sombra llegaba, se iba la luz y ella, la sombra, se hacía más grande, yo me paraba frente a ella a mitad del día y desaparecía, jugaba conmigo la sombra, pensaba y la esperaba venir, pasaban los minutos lentamente y volvía, cercana, la sombra, fiel a todo instinto, un día le hablé pero ella permaneció callada, ahí, sobre la tierra, sentí su intensidad cuando dejé de mirarla, dio un giro inesperado y me vi en ella, oscuro, la sombra quedó fijada en el rostro, en el cuerpo todo de quien la observaba, creo haber comprendido lo que en silencio me decía, desde entonces la sombra camina conmigo, inevitable, segura, la sombra.

 

El cuerpo

El cuerpo se mueve, despierta, atraviesa la cama, la habitación, sale, busca otro cuerpo, habla, da sus giros, enciende, bebe, el cuerpo, fuente de otro cuerpo, se queda.

 

La curva

La curva se levanta, se pierde y se levanta, la curva es otra, la curva llena de sal todos los vacíos, deja su huella la curva, yo respiré la curva un día de sombra, la dejé quieta, en sus orillas borró todas las huellas, la curva, a veces, me llama, en silencio, cuando no hay olas, puedo ver su cuerpo, nítido, delante de mí, y me jala, y me lleva, y me dejo ir, y me pierdo en ella, la curva.

 

La pregunta

La pregunta, la buena pregunta, no resbala, sacude, levanta, dicta, hace lo propio la pregunta, pregunta, en ti reside mi andar, pregunta.

Benjamín Eduardo Martínez Hernández
Últimas entradas de Benjamín Eduardo Martínez Hernández (ver todo)