Tuvimos una obsesión con el mar
Íbamos y pensamos que hablábamos con los peces
pero eran ancianos de largos cabellos.
Inclinaban sus cabezas y nos miraban
con una compasión inagotable;
nosotros hablábamos hasta terminar llorando.
Ellos asentían y nos hospedaron en su casa,
como si fuéramos hermanos
nosotros pensamos que eran peces
pero eran unos eremitas
que habitan en los mares.
Dios les pinta los ojos a los celtas
en las auroras boreales
sus almas hacen un viaje los cielos
antes de nacer.
Las almas morenas se reposan
al lado del sol
llevan un entrenamiento largo con los ángeles.
Antes de nacer
las almas se reúnen
a platicar alrededor del fuego.
Los poetas
saben jugar con el tiempo
si en la mano de un hombre hambriento
ponen una piedra
han transformado al hombre
ahora puede ser
un peregrino en el desierto
o un loco abandonado por su familia;
si en lugar de eso ponen un colibrí
probablemente se trate de un moribundo
o un enamorado
en todo caso condenados
a punto de regresar a la infancia
han perdido la noción del tiempo.
Este castillo no ha sido suficientemente limpiado.
Amo los viajes, los divorcios enseñan a ser buen viajero.
De cómo migran los peces
En las noches de luna llena
y de mar rojo
los peces gustan, sobre todo
de irse secretamente
toman su paraguas
y se mudan con sus branquias
silenciosas.
Arrancado el espinazo
cambian de atmósfera
aves fénix, peces voladores de fuego
una cometa
atraviesa el cielo,
despliega sus enormes aletas.
Fotografía de la autora: Paola Ortega
- Elemento agua - miércoles 17 de mayo de 2023
