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Tres poemas de Vladimir del Castillo Castillo

lunes 12 de junio de 2023
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Estancia solitaria

Estuve por el lugar
que siempre recorres por las mañanas;
era cerca de medianoche
y las luces estaban apagadas.

Ese lugar pudo haber sido
nuestro sitio de conversa,
lugar donde murieran
dudas, soledades y temores.

Suelo imaginar algunas veces
cómo hubiésemos andado
en tantas situaciones y emociones,
dejando que el sueño nos ganase
habríamos dado una dulce despedida.

Hoy las rutas diferentes
muestran indeleble trajinar.
En nueva vida o el recuerdo
habrán de renacer las fantasías…

 

A zafarnos

A lo mejor
algunas horas lloverá ternura
sobre el sol recién llegado.
Partiremos entonces a pensar:
el día ha nacido para hoy,
no hay más sombra en la marea.

Hay que venir más a menudo
a la pureza de las aguas,
a las piedras que calientan
eternamente el borde de los ríos.

Hemos llegado al lugar donde la noche
parecía sospechosa,
donde olíamos a soledad y a espanto.
Ahora veamos por fin la realidad:
es panza magistral de azul enigma,
años luz borrando las tragedias.

A lo mejor
nos quedará alguna quietud
que masticar en los veranos,
alguna pausa breve degustada,
un plato de paz que devorar.
Y alguien que devuelva mi audacia
a la pista de los bailes,
a la sombra de los males,
y me diga sin frenos ni rencores:
este día ha nacido para hoy
debes matarlo a pura vida.

La marea eterna sigue perpetua
como siempre,
…………como siempre peligrosa,
indiferente a llagas o desgarros cotidianos,
pero ya no existe el miedo,
ya no más,
ya nunca más…

 

Palabra en fuga

He dejado escapar
gran cantidad de sueños,
la mayor parte,
casi todos,
cuando miraba al espejo compasivo,
queriendo huir de mis contornos,
buscando nadar en un desierto.

Casi nada sale bien
en un texto
…………o una línea,
todo cae pesado y anodino;
nada fluye fresco
y mucho menos novedoso.

Andará en otras manos
la fluidez aluvional de las palabras.
De momento,
…………sólo queda esperar bajo la luna,
sobre mis pasos rutinarios,
algún atisbo serio de nostalgia,
una pena o un idilio
que jamás vio la luz del beso.

He dejado escapar el mundo,
el cielo y las estrellas,
incluso yo mismo me he perdido.
Ahora,
me cuesta un siglo
ubicarme en las mañanas…

Vladimir del Castillo Castillo
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