El escritor y periodista venezolano Gustavo Ott acaba de publicar Droga caníbal, una historia caraqueña que transcurre entre tres familias y un homicidio, y que viene a ser la segunda entrega de la serie criminal que comenzó en 2017 con La lista de mis enemigas mortales y quinta novela del autor.
“Caracas clava la navaja en el cuello mientras te hace preguntas personales”, dice uno de los personajes sospechosos, Leonardo Cabrera, cuando regresa al país luego de un negocio millonario y peligroso. Pero al despegar su vuelo desde Madrid, una sorpresa macabra se presenta en el avión. Mientras tanto, ese mismo día, dos adolescentes, Mariana y Karina, hacen una prueba para entrar en la última producción del teatro local, pero cuando los resultados son publicados, una de las dos jóvenes desaparece.
Ott se ha destacado como novelista y en 2011 ganó el Premio Salvador Garmendia de Novela con Ella no merece ninguna piedad. Además, en 2005 fue finalista del Premio Azorín de España con Yo no sé matar pero voy a aprender.
Droga caníbal está disponible gratuitamente para lectores de Venezuela hasta el 22 de marzo. Para descargarla, haz clic aquí.
Su nueva novela, Droga caníbal, trata sobre la familia, sus secretos, los íntimos actos de cobardía, y la necesidad imperiosa de descubrir un padre que suscriba la compasión. Como en el primer libro de esta serie, el periodismo está involucrado tanto en la investigación como en la lista de sospechosos, pero esta vez el autor incluye algo que conoce bien, el teatro. ¿Está el criminal entre los familiares, los periodistas que cubren el caso, los artistas del teatro, o los amigos de la víctima? ¿O más bien es la comunidad de San Martín la que afinca su navaja en el cuello de los habitantes al tiempo que les hace preguntas personales?
“El apartamento se había convertido en el terruño de la batalla del dolor”, se puede leer en las páginas de Droga caníbal. “No había gritos, a pesar de que se realizaban torturas atroces. No sucedían furiosos combates cuerpo a cuerpo, pero de alguna manera podía verse la sangre evacuada por la plomería. Y en las bolsas de basura era posible observar miembros cercenados por la lucha mientras que a través de las ventanas de la casa se desprendía ese inconfundible olor a destrucción que dejan las batallas a muerte”.
En Droga caníbal, el camarógrafo del Canal 9, Vladimir Cañizales, junto a la periodista María Fernanda, y el inspector Pineda, son transformados por un espantoso homicidio que también fractura la vida de varias familias y desintegra a una comunidad entera. Y en medio de todo está la ciudad adorada, esa Caracas que pocas veces perdona.
“Esta novela, si bien es formalmente del género negro, parte de esa idea de la literatura policial contemporánea donde el crimen pasa a un segundo plano frente a las tremendos actos de crueldad cotidiana cometidos por ciudadanos, o peor, familias, apegadas a la ley”, dice Ott sobre su obra.
“En Droga caníbal, Caracas es también una de las sospechosas del crimen”, agrega. “Y no hablo de toda la ciudad. Digamos que el suroeste de Caracas me arrastra hacia la prosa. El Paraíso, San Martín, pero también hay una ciudad capaz de diluir sus puntos cardinales, como si el oeste ocupara todos los espacios, El Hatillo, el Círculo Militar, Altamira, Los Chaguaramos, Guarenas, alcanzando también pueblos lejanos, tan perdidos que son inventados”.
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