
La salud del español y su crecimiento tanto en países hispanohablantes como en otros territorios, conforman el foco temático del informe anual El español en el mundo 2023, que contiene los datos más relevantes sobre la presencia internacional de nuestra lengua y sus proyecciones, y que fue presentado por el Instituto Cervantes el lunes 30 de octubre.
Que el español sea la segunda lengua materna del planeta, tras el chino mandarín, es “motivo para el orgullo, pero no puede significar autocomplacencia”, afirmó Luis García Montero, el director del Cervantes, quien hizo énfasis en la necesidad de reforzar el peso del idioma en el mundo y consolidar su prestigio y su presencia en la ciencia y la tecnología.
El estudio “El español: una lengua viva. Informe 2023”, elaborado por el profesor e investigador David Fernández Vítores, bajo la coordinación de la Dirección Académica del Instituto Cervantes, abre el anuario con datos actualizados relacionados con el español y la demografía, su enseñanza como lengua extranjera, presencia en Internet, influencia económica, actividad cultural o divulgación científica, entre otros aspectos.

Como muestra el informe, hay casi 500 millones de personas (499.947.796) que hablan el español como lengua materna (en 2022 se superaron los 496 millones), lo que supone 6,2% de la población mundial. La cifra total de usuarios potenciales roza los 600 millones (599.405.122) si a las personas con dominio nativo se les suman los usuarios de competencia limitada (76.422.128) y los aprendices como segunda lengua o como lengua extranjera (23.035.198).
Esos casi 600 millones equivalen a 7,5% de la población mundial, si bien se cree que en el año 2100 la población mundial que pueda comunicarse en español será 6,4%. Hoy, además de ser la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, tras el chino mandarín, es el segundo idioma de comunicación internacional.
En el marco de la presidencia semestral española de la Unión Europea, García Montero destacó, entre otros múltiples datos, los 76 millones de europeos con capacidad para comunicarse en español: 45 millones en España, 25 millones que lo hablan como lengua extranjera y 6 millones de estudiantes, hasta convertirlo en la segunda lengua extranjera preferida por los alumnos.
También celebró la extensión de centros, aulas y otras entidades del Cervantes por el mundo: ya está presente en cien ciudades de cincuenta países o territorios. Los últimos centros abiertos son Dakar (Senegal), Los Ángeles (Estados Unidos) y Seúl (Corea del Sur), y se han aprobado extensiones en Salónica (Grecia), Edimburgo (Reino Unido), Rabuni (Argelia), Nuakchot (Mauritania) y Melbourne (Australia).
La segunda sección del Anuario se dedica al análisis del lenguaje en general, y comienza con el artículo “La comunidad de lo diverso”, en el que García Montero destaca el papel decisivo del lenguaje para convivir y construir comunidad, así como la importancia de crear conjuntamente el sentido de los signos orales o gestuales de esos lenguajes, de escucharnos, de leernos, también con los dedos. Se abordan también la convivencia de la lengua de signos (o de señas) con el español y el sistema braille que desde hace casi dos siglos utilizan personas con visión limitada.
Participaron en un coloquio con la directora académica, Carmen Pastor Villalba, los respectivos responsables de las entidades que trabajan en ellos: María Luz Esteban Saiz, del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española (CNLSE), y Andrés Ramos Vázquez, de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (Once). El anuario también aborda el desafío que representa la dislexia para el diseño de pruebas de idiomas adaptadas.
Otras dos secciones de este capítulo diseccionan tanto el lenguaje de la igualdad entre hombres y mujeres como el lenguaje de la Administración. La catedrática Estrella Montolío Durán, de la Universidad de Barcelona, denuncia en el primero (escrito con Irene Yúfera) la “violencia comunicativa contra las mujeres”, que, más allá del “todos y todas”, silencia a las mujeres, hace que se les escuche menos, se preste menos atención a sus intervenciones (incluso en el Congreso de los Diputados), se les interrumpa más o se les retuitee menos.
Montolío y Yúfera llaman la atención sobre la necesidad de “abordar la comunicación desde una perspectiva de igualdad entre mujeres y hombres; es decir, no atender solamente al sistema lingüístico, sino al modo en que se desarrollan las interacciones que constituyen buena parte de nuestra cotidianidad discursiva. Ampliar el foco del análisis incluyendo el contexto comunicativo permite obtener una perspectiva más amplia que la que sirve de base a las propuestas que constituyen el lenguaje inclusivo”.
En cuanto a la “burocratez” del lenguaje de la Administración, Montolío propone medidas para combatir el uso de un lenguaje incomprensible para la mayoría de los ciudadanos que genera problemas, además de frustración y rabia, consecuencias que se agudizan por la digitalización y la casi desaparición de la atención personal.
El libro, de 460 páginas, contiene además artículos detallados sobre su situación en cinco países (ya se ha analizado la situación en más de noventa países desde que empezaron a editarse los anuarios en 1998).
En concreto, esta 24ª edición pasa revista a Tailandia (donde saben hablar español unas diez mil personas), Portugal (con un millón de hablantes, casi todos tras estudiarlo en la escuela), Ucrania (doce mil estudiantes), República Democrática del Congo (dos mil estudiantes) e Irán (unos 370 estudiantes de español en las tres universidades donde se enseña).
El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, quien clausuró la presentación pública del anuario, recordó que, aunque el español es “un patrimonio inmenso”, hay que tener en cuenta el cambio de tendencia demográfica en el mundo, que bajará en Hispanoamérica y subirá en África subsahariana, lo que impone potenciar su enseñanza como lengua extranjera y como lengua de herencia de millones de descendientes de españoles que viven en otros países.
Para Albares, el mayor desafío es fomentar su uso en el ámbito científico y anclarlo en el campo tecnológico, sin menospreciar su actual posición hegemónica en la música (el español “reina en las plataformas de streaming”), la creación sonora, las series audiovisuales y la industria del videojuego. El ministro elogió el anuario como “la publicación de referencia que arroja los resultados más fiables sobre el español”.
Fuente: Instituto Cervantes
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