Velar por la educación de un hombre es cuidar todas sus acciones; es situarlo en una posición en la que se pueda influir sobre él como se desee, seleccionando los objetos de los que se rodea y las ideas que en él se siembran.
Jeremy Bentham: El panóptico (Editorial Quadrata, Buenos Aires, 2004).
1. A modo de introducción breve
Las políticas sociales y culturales1 implementadas por y durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983) se hallaron signadas por la violencia de sus prácticas, tanto en el plano de lo simbólico:2 censura, manipulación y tergiversación de los discursos, banalización de los medios masivos de comunicación, difusión de slogans que promovían un modelo de país3 (“los argentinos somos derechos y humanos”, “el silencio es salud”); como en el plano de lo material, es decir, la acción directa sobre los cuerpos: la perversión de la tortura, de la muerte, de las desapariciones, del exilio.
No obstante, las políticas de la dictadura, tendientes a la desintegración social y al silenciamiento, no consiguieron que la productividad en el campo de la cultura cesara aun cuando las vías de difusión y circulación de las ideas estuvieron obturadas.
En este contexto, tanto dentro del país como en el exilio, surgieron diversas manifestaciones que se constituyeron como respuesta, como resistencia activa, llenando de sentidos una experiencia pretendida vacía o depurada de los mismos.
En términos generales, la producción literaria de este período presenta una propuesta estética altamente contestataria y descentralizadora. A la luz de estas consideraciones, resulta conveniente que abordemos el análisis de los cuentos de Deshoras, de Julio Cortázar. En ellos, pese a que la preocupación por los juegos del lenguaje permanece vigente, constituyendo un eje recurrente en la narrativa cortazariana (tómese como referencia válida “Satarsa”),4 la problemática central gira en torno a las relaciones de poder, sus usos y excesos, a la imposición de un orden legítimo y, consecuentemente, de un saber unívoco y verdadero. Como afirma Pablo Montanaro:
La revolución cubana representará en Cortázar su experiencia endeble y un eje que trazará un cambio fundante y causante respecto a su mirada del mundo y, por ende, en su actividad como escritor e intelectual. Se genera, de este modo, una acción en la relación de la labor de la literatura y la transformación de la sociedad. Y es en este nuevo escenario donde Cortázar comienza a moverse. De aquí en más los temas sociales y políticos, aunque siempre presentes en sus textos, aparecerán de manera más descubierta y explícita a lo largo de su producción.5
2. “La escuela de noche”6, lecturas y acciones
La escuela no era tan normal como pretendía su nombre.
Julio Cortázar.
La escuela y la práctica educativa se representan bajo signo negativo: a través de la imposición de modelos inapelables e igualmente absurdos, tiene como objetivo y efecto la formación de sujetos tipificados, carentes de toda disensión y juicio crítico; condenados, en consecuencia, a la repetición piadosa, a la inercia, a la inacción. Del proceso de (de)formación de los “sujetos” deviene su incapacidad de cuestionamiento y el acatamiento absoluto de las normas impuestas. Al estar determinados por el sistema y conminados a su servicio, se hallan imposibilitados para el diálogo: aparecen como meros reproductores de la ideología dominante.
La escuela, ahí donde nunca había un por qué, donde solamente se podía seguir adelante y el único poder posible era una orden.7
Como contrapartida a este modelo alienante de sujeto, la “resistencia” al régimen está representada por las figuras de Toto y Nito, al menos en una primera instancia, antes de la “conversión” final de este último. No es casual, en este contexto, que sus prácticas y sus lecturas8 sean signos de distinción:
(…) hay que decir que nos aburríamos bastante en esa época en que a tantas chicas las encerraban todavía bajo doble llave marca papá y mamá, tiempos bastante austeros a la fuerza, no nos gustaban demasiado los bailes ni el fútbol, leíamos como locos de día pero a la noche vagábamos los dos —a veces con Fernández López que murió tan joven— y nos conocíamos Buenos Aires y los libros de Castelnuovo y los cafés del bajo y el dock sur (…).9
Asimismo, los diseños curriculares vienen a reproducir las relaciones de poder mediante la exclusión de contenidos, ponderados como “impensables” y “peligrosos”, y la inclusión de otros, inscritos en la esfera del absurdo, pero que gozan de “legitimidad” y, consecuentemente, de estatuto de “verdad” y su posterior promoción:
Aguantándonos materias tan increíbles como Sistema Nervioso, Dietética y Literatura Española, esta última la más increíble porque en el tercer trimestre no habíamos salido ni saldríamos del Conde Lucanor.10
La reacción es, pues, el desafío permanente de las normas sociolingüísticas que pautan y regulan las prácticas sociales:
La idea de meterse de noche en la escuela anormal (lo decíamos por jorobar y por otras razones más sólidas) la tuvo Nito y me acuerdo muy bien que fue en La Perla del Once y tomándonos un cinzano con bitter. Mi primer comentario consistió en decirle que estaba más loco que una gallina, pesealokual —así escribíamos entonces, desortografiando el idioma por algún deseo de venganza que también tendría que ver con la escuela.11
3. Carnaval y parodia.12 La inversión de los signos
Yo había visto travestís en los cabarets del bajo pero una cosa así nunca.
Julio Cortázar.
En estos cuentos se advierte, como dijimos, un carácter altamente responsivo frente al autoritarismo de las prácticas institucionales que sostienen la estructura social.
Con un lenguaje exacerbado y sumamente paródico, asistimos a un espacio textual carnavalizado en el que la lógica de definición de las relaciones responde un sistema binario. De este modo, los signos adquieren su sentido opuesto: lo normal se torna anormal; el orden, desorden; la “civilización”, barbarie; “nosotros”, ellos: la “alteridad” aparece como desviación, como patología. Las órdenes presuponen su obediencia:13
—Se procederá a enunciar el decálogo —dijo el profesor Iriarte—. Primera profesión de fe.
Yo lo miraba a Nito como si todavía él pudiera ayudarme, con una estúpida esperanza de que me mostrara una salida, una puerta cualquiera para escaparnos, pero Nito no parecía darse cuenta de que yo estaba ahí detrás, miraba fijamente el aire como todos, inmóvil como todos ahora.
—Del orden emana la fuerza, y de la fuerza emana el orden.
—¡Corolario! —mandó Iriarte.
—Obedece para mandar, y manda para obedecer —recitó el cuadro.14
También lo escatológico, todo un sistema de envilecimiento, al decir de Bajtín, a fin de manifestar:
- La degradación de los sujetos (sobre todo de la autoridad): “El disfraz del Rengo era tan exagerado que dos o tres aplaudieron tímidamente pero después solamente hubo un silencio de sopa enfriada, algo como un hueco en el tiempo”.15
- La “profanación” de los espacios, esto es, la alteración de sus funciones: “Con las luces y la gente la sala de profesores parecía el doble de grande, había cortinas verdes que yo nunca había sospechado cuando de mañana pasaba por el corredor y le echaba una ojeada a la sala para ver si ya había llegado Migoya, nuestro terror en la clase de lógica. Todo tenía un aire como de club, de cosa organizada para los sábados a la noche, los vasos y los ceniceros, la victrola y las lámparas que sólo alumbraban lo necesario, abriendo zonas de penumbra que agrandaban la sala.16
- La inversión de los roles: “un petrificado presente con hombres y mujeres (que eran hombres que eran mujeres)”.17
- Los juegos escabrosos y los ritos: “Entonces ladró un perro, no era un ladrido fuerte pero rompió el silencio y todos se volvieron hacia el fondo invisible del salón, Nito vio que de la bruma violeta salía Caletti, uno de quinto de ciencias, con los brazos en alto venía desde el fondo como resbalando entre los otros, sosteniendo en alto un perrito blanco que volvía a ladrar debatiéndose, las patas atadas con una cinta roja y de la cinta colgando algo como un pedazo de plomo, algo que lo sumergió lentamente en el acuario donde Caletti lo había tirado de un solo envión, Nito vio al perro bajando poco a poco entre convulsiones, tratando de liberar las patas y volver a la superficie, lo vio empezar a ahogarse con la boca abierta y echando burbujas, pero antes de que se ahogara los peces ya están mordiéndolo, arrancándole jirones de piel, tiñendo de rojo el agua, la nube cada vez más espesa en torno al perro que todavía se agitaba entre la masa hirviente de peces y de sangre”.18
4. A modo de conclusión
Cada tanto es así, cada tanto todo vuelve como ahora.
Julio Cortázar.
Según Louis Althusser, todo aparato de Estado, sea represivo o ideológico, “funciona” a la vez mediante la violencia y la ideología. La escuela, en tanto AIE,19 aparece como el espacio de imposición ideológica, esto es, la instancia en la que la dominación simbólica es legítima y natural. También donde se llevan a cabo prácticas que coartan las libertades físicas y las instancias de acción colectiva en las que se pudiera “atentar” contra la causa.
En este sentido, la represión adquiere una doble dimensión: por un lado, la supresión del pensamiento disidente que conlleva a la estigmatización y, por otro, la anulación de los sujetos, ya sea por su “adoctrinamiento” —hasta obtener una obediencia maquinal— o por su eliminación del sistema —al ser una fuerza productiva amenazante—:
(…) qué le importaban las clases ahora, esas cortinas de humo del Rengo y de la señorita Maggi para que lo otro, lo que importaba de veras, se fuera cumpliendo poco a poco, así como poco a poco se habían ido enunciado para él las profesiones de fe del decálogo, una tras otra, todo eso que iría naciendo alguna vez de la obediencia al decálogo, del cumplimiento futuro del decálogo, todo eso que había aprendido y prometido y jurado esa noche y que alguna vez se cumpliría para el bien de la patria cuando llegara la hora y el Rengo y la señorita Maggi dieran la orden de que empezara a cumplirse.20
“La escuela de noche” viene a conformar aquella serie de textos que tienen por objeto la experiencia histórica y se constituyen, a su vez, como palabras responsivas (en el sentido bajtiniano del término) a la uniformidad del pensamiento pretendida por las políticas21 implementadas, al buscar la disputa con el discurso monológico y unilateral22 de la dictadura, parodiando sus prácticas y dejando en evidencia la vileza de sus acciones.
Bibliografía
- Altamirano, Carlos; Beatriz Sarlo: Conceptos de sociología literaria. Ceal, Buenos Aires, 1982.
—: Literatura/Sociedad. Buenos Aires, Hachette, 1983. - Altamirano, Carlos (Educación y represión en “La escuela de noche” de Julio Cortázar, por Ana Verónica Julianodirector): Términos críticos de la sociología de la cultura. Paidós, Buenos Aires, 2002.
- Bajtín, Mijaíl: “Carnaval y literatura. sobre la teoría de la novela y la cultura de la risa”.
—: Estética de la creación verbal. Siglo XXI Editores, México, 1982. - Bentham, Jeremy: El panóptico. Editorial Quadrata, Buenos Aires, 2004.
- Corbatta, Jorgelina: Narrativas de la guerra sucia en Argentina. Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1999.
- Cortázar, Julio: Deshoras. Editorial Nueva Imagen, Argentina, 1983.
- Foucault, Michel: Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores, México, 1999.
- Montanaro, Pablo: Cortázar, de la experiencia histórica a la Revolución. Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2001.
- Scheines, Graciela: Metáforas del fracaso. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1992.
- El maestro, el escritor
Figuración y autofiguración en La oruga sobre el pizarrón (1991), de Eduardo Rosenzvaig - lunes 8 de agosto de 2016 - Educación y represión en “La escuela de noche” de Julio Cortázar - lunes 28 de septiembre de 2015
Notas
- Como afirma Beatriz Sarlo: “Tuvo lugar la creación de la cátedra de ‘educación cívica y moral’ en la escuela secundaria así como la erradicación de las matemáticas modernas y de la gramática estructural por ser portadoras del convencionalismo del pensamiento moderno en oposición a las verdades reveladas de la fe”.
- Siguiendo a Bourdieu, entendemos que la violencia simbólica es la imposición de sistemas ideológicos, simbolismos y significados, por parte de la clase dominante, sobre grupos o clases dominadas, de modo que tal dominación se conciba como legítima, naturalizándose.
- “(…) la canonización de la ideología dominante basada en Dios, Patria y Familia: discurriendo todo el tiempo sobre lo que es decente y normal (…).” Corbatta, Jorgelina: Narrativas de la guerra sucia en Argentina. Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1999, pp. 83.
- En “Satarsa” se expone la perversión de las prácticas llevadas a cabo por determinados grupos a través de los juegos del lenguaje: “Cosas así para encontrar el rumbo, como ahora lo de atar la rata, otro palíndroma pedestre y pegajoso, Lozano ha sido siempre un maniático de esos juegos (…). O (…) si atar la rata no da más que eso, las variantes merecen reflexión, y entonces Lozano mira el suelo y deja que las palabras jueguen solas mientras que él las espera como los cazadores de Calagasta esperan a las ratas gigantes para cazarlas vivas”.
- Montanaro, Pablo: Cortázar, de la experiencia histórica a la Revolución. Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2001, pp. 11-12. El subrayado es nuestro.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, en Deshoras. Editorial Nueva Imagen, Argentina, 1983.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 85.
- Los personajes esbozan cierto parentesco con los de Roberto Arlt, especialmente, con Silvio Astier y el club de los ladrones de El juguete rabioso; recordemos la secuencia del asalto a la biblioteca.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 75.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 74.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 73.
- “El carnaval aproxima, reúne, casa, amalgama lo sagrado y lo profano, lo alto y lo bajo, lo sublime y lo insignificante, la sabiduría y la tontería, etc.”. Bajtín, Mijaíl: “Carnaval y literatura. sobre la teoría de la novela y la cultura de la risa”, pp. 313-314.
- “Ordenar el país no es idéntico a dar órdenes. Ordenarlo, como lo explicó Moreno, es organizar una legalidad orgánica que asegure, y no coarte, las libertades individuales, y a la que hasta el primer magistrado se someta como cualquier ciudadano”. Scheines, Graciela: Metáforas del fracaso. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1992, pp. 54.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 93.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 82.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 81.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 86.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 86.
- Aparatos Ideológicos del Estado.
- Cortázar, Julio: “La escuela de noche”, op. cit., pp. 97.
- “Dentro de la política represiva y autoritaria destaca la uniformidad del pensamiento (…); la erradicación de toda disensión o crítica; la despolitización; el uso de metáforas simplistas que equiparan el país con el hogar y el gobierno con el padre (…), o a la subversión con una enfermedad que debe ser erradicada mediante cirugía; por último, la banalización de los mass media”. Corbatta, Jorgelina: “Veinte años después: Beatriz Sarlo y la cultura de la resistencia en Argentina durante la Guerra Sucia”.
- “La palabra de fronteras consagradas e inexpugnables, y por lo tanto palabra inerte, con limitadas posibilidades de contactos y combinaciones. La palabra que frena y congela el pensamiento. La que exige repetición piadosa, no desarrollo posterior, correcciones y complementos”. Bajtín, Mijaíl: Estética de la creación verbal. México, Siglo XXI, 1982, op. cit., pp. 355.