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Eros: apología de Fedro

lunes 31 de enero de 2022
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Eros: apología de Fedro, por Benjamín Eduardo Martínez Hernández
Según Fedro, la comunidad empieza ahí donde amante y amado se encuentran, donde philia y ágape se despliegan al encontrarnos con quienes amamos.

En las siguientes líneas realizamos una breve aproximación al aporte de Fedro en el diálogo El banquete de Platón. Contrario a las lecturas tradicionales (ej. Grube, 1987), consideramos que el lugar y el discurso sostenido por Fedro en dicho diálogo representa un valor de primer orden para comprender al menos tres elementos fundamentales, los cuales precisaremos a continuación.

 

1. Eros como inspiración y voluntad

Uno de los aspectos más resaltados de la alocución de Fedro en El banquete de Platón reside en la necesidad de admitir la intervención de Eros en los mortales, especialmente como fuente de inspiración y configurador de la propia voluntad de quien ama.

Así, le concederemos a Eros, siguiendo a Fedro, un papel sumamente importante para la propia vida. Pues, ¿qué es la vida sin amor? Una vida que no puede llamarse tal, que no merece ser vivida. La vida sólo puede ser si es sabiamente vivida, la vida debe conducirse hacia la posibilidad de ser vida buena, he allí el amor.

 

El valor de Eros exaltado por Fedro: Eros está en el goce como amor que es un amor tan corporal como espiritual.

2. Eros como posibilidad realizativa de la vida

El punto anterior nos conduce a la necesidad de reconocer lo que en Eros reside e impulsa: la realización de la vida, vida que sigue el buen ejemplo, ejemplo que sigue, desde la pasión al amado, digamos, al objeto de deseo…  Y ¿qué es una vida sin deseo? Tampoco podemos denominarla como tal, es una vida que no puede tener dicho nombre.

En este punto debemos recordar, pensando desde el aporte socrático-platónico presente en otros diálogos, por ejemplo, Gorgias y Protágoras, que el deseo/placer no puede vivirse en exceso, sino en su justa medida,1 pero no perdamos de vista la importancia del sano hedonismo donde también reside Eros: podemos y debemos gozar, he allí el placer de la vida, pero nunca en exceso. Y el valor de Eros exaltado por Fedro: Eros está en el goce como amor que es un amor tan corporal como espiritual; el primero puede conducirnos al goce, pero como bien señalarán los otros interlocutores de El banquete, de esto no trata únicamente la vida. El goce, siguiendo al Sócrates-Platón de otros diálogos, está en la sabiduría que supone la justa medida propia de cada cosa y, en especial, la trascendencia del goce carnal, del cuerpo por el cuerpo mismo; el auténtico goce será, entonces, espiritual, tal es la senda de la propia filosofía, amor al saber, al alma, a lo Uno.

Tengamos presente que bios es esa misma acentuación de quien no sólo respira sino que piensa y se piensa. Agreguemos: el pensar por el pensar mismo, sin pasión, no puede adquirir su potencia, necesita proyectarse para desplegar su sentido-sentir. El valor de Eros residirá, siguiendo a Fedro, en su potencia (Ramos de Souza, 2011).

Eros constituye al propio sujeto en tanto bios pasional, nos hace padecer, sentir/lo, el amor se siente o no se siente. La vida es amor, de lo contrario sería la muerte, la mala muerte, pues la muerte digna es la que merece quien ha cultivado en vida la filosofía.

La proyección pasional, amatoria, de la vida hacia el otro en tanto amado, está presente en la intervención de Fedro; tal es la estrategia primaria, fundacional, de la pedagogía platónica presente en El banquete.

Comprender la intervención de Fedro no puede hacerse sino desde una visión de la totalidad del diálogo, esto es, de una manera integral, sólo así podremos percibir que no se trata de un conjunto de frases ingenuas, sino más bien de una intencionalidad del propio autor.

 

3. Eros como constituyente de la pedagogía platónica

Al abordar críticamente las líneas iniciáticas de Fedro, primero debemos preguntarnos: ¿qué entendemos por pedagogía platónica? Nos referimos aquí, fundamentados en el despliegue dialéctico socrático-platónico, en el reconocimiento de las potencialidades humanas que tenemos cada uno de nosotros para darnos cuenta de lo que podemos lograr si buscamos “la verdad” o, al menos, entramos en el sendero que nos conduce a ella.

La verdad en Platón es la Idea suprema, el máximo bien, o mejor dicho, el único auténtico bien, el que sólo los filósofos encuentran con la muerte, lugar que trasciende la materialidad de la vida, donde el alma se encuentra a sí misma, “se funda con Dios”. Ante esto: ¿Fedro alcanza o vislumbra tal trascender al exaltar a Eros? ¿Es Fedro amante sólo de la corporalidad? Si miramos un poco más, podremos alcanzar aspectos que van más allá de la mera superficialidad que esto pudiera suponer. En Fedro la Idea, la verdad, se encuentra en Eros, es decir, en el amor y su expresión, dado que es verbo y razón.

 

Razón, Episteme y Eros constituyen la trilogía que dinamiza al filósofo, el auténtico hombre.

4. Hacia una apología del Fedro de El banquete

Si interpretamos el mensaje que nos quiere decir Platón en El banquete, a partir de la intervención fundacional de Fedro, la incidencia de Eros tanto en la vida como obra como en el propio Banquete, al leer dicho diálogo de manera bidireccional e integralmente, esto es, de principio a fin y viceversa, volveríamos a Fedro para exaltar a Eros porque éste es en sí mismo la propia metáfora de la vida buena, es decir, no puede vivirse sino desde y hacia el amor, y para ello, para que el bios sea dignamente vivido, debemos reconocer también que debemos ser tan pasionales como reflexivos, es decir, filósofos, o al menos acercarnos a este ideal lo más que podamos.

Se trata de un amor que se impulsa desde la voluntad por y hacia lo que se ama. Razón, Episteme y Eros constituyen la trilogía que dinamiza al filósofo, el auténtico hombre, siendo el amor la fuente motriz, como amor al saber, esto es, a la filosofía, “como lo bello en sí” tal y como se desprende de El banquete, como también en otros diálogos como Fedón e Hipias II (ver Nuño, 1988, p. 83), expresión de nuestra necesidad y capacidad humana “de amar todo lo bello” (Crombie, 1979, p. 198).

Lo anterior nos hace reconocer a Fedro como punto de llegada y no exclusivamente como punto de partida, posibilidad de una síntesis que no puede explicarse sino contextualizando la intervención de este personaje en el diálogo mencionado.

Eros nos inspira, pero sólo en la medida en que sabemos filosofar sobre él, y correspondernos, es decir, ser Uno con él, desde la diversidad que supone el nosotros. Tal es uno de los mensajes de Platón en El banquete, el amor por cuanto amor, inspira, impulsa y constituye al filósofo que vive, y la vida no es sino en comunidad, sabiamente vivida, sabiamente porque es amada, vida para sí, y la belleza, la belleza auténtica, real, es en el fondo inasible, como el amor mismo, el verdadero y su desafío (ver Nussbaum, 1995).

En consecuencia, Amor, Verdad y Belleza, al ser parte de lo Uno, es decir, Dios, jamás podremos alcanzarlos en vida, sólo la filosofía, su práctica, puede acercarnos a ellos/él. Eros representa el amor porque es expresión de lo divino y por eso puede impulsarnos hacia él; sólo el amor nos salva, sólo cuando es auténtico, sanamente vivido, verdaderamente vivido, tal es el desafío de quien se atreve a vivir, es decir, a ir hacia la belleza que constituye para él, en tanto amante, la otredad del amado.

Volviendo a Fedro, la comunidad empieza ahí donde amante y amado se encuentran, donde philia y ágape se despliegan al encontrarnos con quienes amamos, conduciéndonos hacia algo más allá de nosotros mismos, sin lo cual no podríamos ser.

 

Palabras no tan finales

La disertación nos conduce, por último, a la interrogante: ¿es la intervención de Fedro una “mera opinión”, una doxa, o más bien el fundamento de un “conocer”, una episteme que realza el valor de Eros en la constitución misma del sujeto hacia la paideia? Consideramos que se encuentra en el camino hacia el reconocimiento de tal forjamiento. Tal es uno de los valores fundamentales del papel, digamos máscara, por seguir a Reale (2016), representada por Fedro y desplegada por Platón en este diálogo tan importante que es El banquete, pieza clave en el engranaje de toda su producción filosófica y, como hemos visto, de la comprensión del amor en y para la vida. Eros es pues, con Fedro, valor y designio, symbolon y proyecto de quien ama.

Este trabajo es uno de los resultados parciales del seminario lectivo “Erótica platónica: una revisión de El banquete de Platón”, coordinado por el profesor José Luis Ventura Medina en la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas (2021).

 

Referencias citadas

  • Bravo, Francisco, Las ambigüedades del placer. Ensayo sobre el placer en la filosofía de Platón. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2016.
  • Crombie, I. M., Análisis de las doctrinas de Platón. I. El hombre y la sociedad. Madrid, España: Alianza Universidad, 1979.
  • Grube, G. M. A., El pensamiento de Platón, traducción de Tomás Calvo Martínez. Madrid, España: Editorial Gredos, 1987.
  • Nuño, Juan, El pensamiento de Platón, México, D. F., México: Fondo de Cultura Económica, segunda edición, 1988.
  • Nussbaum, Martha, La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega. Madrid, España: Visor, 1995.
  • Platón, “Banquete”. En Platón, Diálogos III. Traducción de M. Martínez Hernández, pp. 185-287. Madrid: Gredos, primera edición 1986, primera reimpresión, 1988.
  • Ramos de Souza, Jovelina María (2011). Mostração e demonstração de Eros como philosophos no Banquete de Platão. Tesis para la obtención del título de doctora, Programa Integrado de Doctorado en Filosofía en la Universidad Federal de Río Grande del Norte, Brasil.
  • Reale, Giovanni. Eros, demonio mediador: el juego de las máscaras en el Banquete de Platón. Traducción de Rosa Rius y Pere Salvat. Barcelona: Herder, 2016.
Benjamín Eduardo Martínez Hernández
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Notas

  1. Sobre el particular, resaltan los valiosos aportes de Bravo (2016, p. 363).
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