Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 96
21 de julio de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Angelamaría Dávila: una voz inextinguible
Alberto Martínez-Márquez

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(Nota del editor: el 8 de julio falleció en Río Grande la escritora Angelamaría Dávila, una de las voces más importantes de la poesía contemporánea en Puerto Rico. A manera de homenaje, Letralia ofrece hoy este trabajo de su coterráneo Alberto Martínez-Márquez, así como una somera muestra de su poesía gentilmente suministrada por él).

En Puerto Rico los poetas que se nuclearon alrededor de la revista Guajana, nacida en 1962, asumieron una poética política de corte contestatario, desde la cual se defendía la independencia de la isla, colonia de los Estados Unidos desde 1898. La poesía de Guajana se articuló como una poesía cívica que propugnaba la praxis social mediante una toma de conciencia no-dialéctica. La poesía de Guajana fue muy efectiva en lograr una hegemonía absoluta del discurso poético puertorriqueño hasta entrada la década de 1970, cuando surgieron proyectos como Zona de Carga y Descarga, Ventana y Penélope y el otro mundo, que al mirar con sospecha la poética del sesenta buscaron modalidades alternativas.

De esta manera, los poetas del 1970 comenzaron el rescate de una vertiente no dominante de la poesía del sesenta que había sido prácticamente enterrada por los poetas de Guajana. Se trataba de la poesía de Angelamaría Dávila, José María Lima, Marina Arzola y Jaime Vélez Estrada, entre otros. Estos poetas no descartaron de plano el compromiso político, como lo demuestra el caso de José María Lima, para dar un ejemplo. Sin embargo, no sucumbieron a la tentación de la poesía panfletaria. La vertiente vanguardista del 60 recurrió a un extrañamiento de la palabra poética, a una dicción no-convencional, a las imágenes oníricas y alucinantes, al intimismo-lírico, a la indagación del ser y su realidad y a la poesía de corte reflexivo-poético. De esta manera la poeta Angelamaría Dávila, quien había participado en Guajana desde sus inicios, comenzaba a ser absorbida dentro de las posturas del 70 e incluso llegó a influir tremendamente en varias figuras del relieve del 80 y del 90.

Angelamaría Dávila nació en el pueblo de Humacao, conocido como la ciudad gris, en 1944. Falleció, víctima del mal de Alzheimer, en Río Grande, Puerto Rico, en 2003. Una infinidad de revistas literarias puertorriqueñas y latinoamericanas han publicado sus textos poéticos. Su poesía ha sido ampliamente difundida en importantes antologías puertorriqueñas como Antología de jóvenes poetas (1965), Poesía nueva puertorriqueña (1971), Poemario de la mujer puertorriqueña (1976), De lengua, razón y cuerpo: nueve poetas contemporáneas puertorriqueñas (1987) y otras. También figura en importantes volúmenes de poesía de las Américas como la Antología de la poesía hispanoamericana actual, editada por el crítico peruano Julio Ortega (1987). Los libros publicados de esta poeta son Homenaje al ombligo, en coautoría con José María Lima, su esposo en aquel momento (1966), y Animal fiero y tierno (1977; reeditado en 1981). En el período de 1987-1988 dirigió el taller de poesía bajo los auspicios del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Además de poeta, fue cantante, como lo demuestra su espectáculo de música y poesía La vida que te di, presentado durante la década de 1980. Por más de dos décadas la editorial Antillana/Cultural viene anunciando la publicación de La querencia en su colección "Sapo Concho", libro que permanece inédito hasta este momento.

En De lengua, razón y cuerpo: nueve poetas contemporáneas puertorriqueñas la poeta y crítica literaria puertorriqueña Áurea María Sotomayor ha escrito sobre la poesía de Angelamaría Dávila lo siguiente:

La soledad, la tristeza, la podredumbre de un mundo que parece estar a punto de sucumbir, el renacer a una experiencia nueva, los caminos que atraviesa para comprender el mundo, son los temas recurrentes de su primer libro. El ombligo, en este sentido, es el centro de donde emanan simultáneamente el llanto y la alegría. Renacer con una voz y unos ojos distintos que la saquen de sí misma parece ser el proyecto futuro de su poética, cuya continuidad apreciamos en su segundo libro, Animal fiero y tierno.

Y el afamado crítico peruano Julio Ortega ha dicho en la nota biobibliográfica de Angelamaría que figura en Antología de la poesía hispanoamericana actual:

A partir de una innata persuasión oral, capaz de convertirse en una textura poética dialógica, su trabajo poético dramatiza la experiencia de la mujer hispánica moderna, testimonia su condición tanto como exalta su libertad, y lo hace con ironía y alegría, con capacidad crítica y convicción poética.

Sin duda, Angelamaría Dávila representa una de las instancias más originales de la poesía latinoamericana. Su poesía forma parte de una pléyade de poetas puertorriqueñas del siglo XX que han poetizado y trascendido lo femenino: Julia de Burgos, Clara Lair, Amelia Ceide, Martha Lomar, Diana Ramírez de Arellano, Violeta López Suria, Olga Nolla, Rosario Ferré, entre las más notables. La poesía de Angelamaría constituye un hito en la poesía moderna puertorriqueña, caribeña y latinoamericana y se perfila como una influencia constante y perdurable en las generaciones de poetas que están por venir.


Los verbos simples de Angelamaría Dávila

de penumbra en penumbra,
boca a boca,
abismo;
aquí, los tejedores del silencio
pronunciándolo a voces monosílabo y amplio,
en mayúsculas,
de donde nadie sabe
desde entonces y antes;
compañeros,
hacía tiempo ya que cavilaban
los huesos en su risco
rascándose a falanges la calavera.
hacía tiempo
la luna le ladraba a algún ombligo
que temblaba en su gozne innecesario
en cualquier esternón
algún sucio pequeño
irritador de ojos y de olfatos.
aquí, los tejedores del silencio crecido
desde el peregrinaje originario
por las huellas antiguas;
de cuando las sonrisas eran sólo
la sospecha delgada y amarilla
de huesos florecientes y enanchados.
discípulos del árbol y la piedra
de la flor diminuta,
alunados y solos;
sujetos por la luz,
fundadores de verbos,
abolidotes;
cumpliendo los etcéteras radiantes
y nunca dichos.


ante tanta visión de historia y prehistoria,
de mitos,
de verdades a medias —o a cuartas—
ante tanto soñarme, me vi,
la luz de dos palabras me descolgó la sombra;
animal triste.
soy un animal triste parado y caminando
sobre un globo de tierra.
lo de animal lo digo con ternura,
y lo de triste lo digo con tristeza,
como debe de ser,
como siempre le enseñan a uno el color gris.
un animal que habla
para decirle a otro parecido su esperanza.
un mamífero triste con dos manos
metida en una cueva pensando en que amanezca.
con una infancia torpe y oprimida por cosas tan ajenas.
un pequeño animal sobre una bola hermosa,
un animal adulto,
hembra con cría,
que sabe hablar a veces
y que quisiera ser
un mejor animal.
animal colectivo
que agarra de los otros la tristeza como un pan repartido,
que aprende a reír sólo si otro ríe
—para ver cómo es—
y que sabe decir:
soy un animal triste, esperanzado,
vivo, me reproduzco, sobre un globo de tierra.


cercanamente lejos
de esta pequeña historia
expandida hacia todo deteniéndose.
se oye que dicen:
qué importa tu tristeza,
tu alegría,
tu hueco aquel sellado para siempre,
tu pequeño placer,
tus soledades
mira hacia atrás, y mira a todas partes.
yo miro,
de millones de pequeñas historias
está poblado todo:
¿importa que la lágrima
que a veces me acompaña y me abandona
se funda con el aire?
¿importa si algún rostro
tropieza con mi puño,
si algún oído atento
rueda hasta mi canción imperceptible?
¿qué importará, me digo
cuánta risa futura
fluya de mi placer hacia otra lágrima?
¿importa si mi pena
alegra la bondad de un caminante?
mirándome las uñas
y rebuscando esta pequeña historia
por dentro de mis ojos diminutos
descubro la partícula gigante
donde habito.


¿Será la rosa?
¿será el trámite
de la sombra debajo de los pétalos?
¿será la rosa
o será la espinísima ferocidad de a diario?
¿será la rosa,
será tal vez el pétalo desnudo y transitorio?
¿será la rosa
con su gota de siempre en la mañana,
o será que una lágrima se encarga
de refrescar las flores ilusorias,
o será que una gota de polvo
descansa en la mañana de un sol desaliñado
sobre una hoja imaginaria,
sobre una yerba
imaginariamente reptando por el polvo.
¿será que uno no entiende
que a esos hoyitos cogidos en la calle
de camino a la escuela
podría tal vez darles con ponerse de acuerdo
para inventarse jugar a ser abismos?
será que uno no entiende
que deshojarse a diario
no impide echar raíces
ni detiene el imperio constante de la tierra,
ni el temblor de ser pájaro
tragando a bocanadas el aire por las alas.
será que uno no sabe
o que no está seguro
de que el agua son flores diluidas;
¿será el tremendo recuerdo de la flor en el aire
como agua detenida?
¿será la rosa
olida y sorprendida por los ojos,
brutalmente fugaz;
tocante tocadora
tocada para siempre su armonía
por el recuerdo musgo de su historia
por el recuerdo feroz y demarcado
de su huella difusa y siempreviva;
por el recuerdo punzante y afilado detrás de cada espina
de cada esquina,
de cada ruina diluida en distancia y asombro?
será la rosa dura en pie de lucha,
será seguir hablando palomas,
diciendo caracoles,
haciendo verbos simples para mover los nombres,
como decir: la luna está en cuarto menguante;
y ayer, o en estos días por la calle
me encontré aquel tornillo viejo y largo
que parecía un quijote moderno y milenario.
¿será la hospitalaria región desconocida
que nos recibe con sábanas dobladas,
una sonrisa, un fuego elemental
alimentando el agua que alimenta,
que pone alfombras viejas para los pies recientes
de espinas y caminos?
¿será la rosa
será el concreto armado,
será la tierra oliendo a simple lluvia,
será la garra
o el hueco de la mano,
la sombra devorando la luz que no termina,
el destello total
inaccesiblemente amenazado?
será que hay muchas noches con sus días en orden
recordando eficaces cómo andamos
alternando los pies,
y con la manos
y hasta con la cabeza
si es que nos cerca de lejos el peligro,
si es que nos enamoran la distancia y la sombra,
flores en transiciones y aguas turbias;
si se nos aglomeran las espinas
para formar la lanza inacabable
que violente los pájaros,
que amenace los ojos que se nutren
de los animalitos;
o tropiece con todas las canciones
que tiemblan en el aire,
será, me digo yo,
que se nos acumulan en uno de esos días,
o en varios de esos días,
o un poquito de tal vez todos los días,
el susto y el asombro de encontrarnos
con tanta cosa junta,
con tantísima cosa
que uno dice en un grito y una lágrima
que habita entre los huesos;
¿será la rosa?
será que uno no entiende,
serán esos hoyitos de que hablábamos,
será la tierra oliendo
la garra, o el meñique, o el hueco de la mano
el destello total, el agua fuego,
este montón de cosas, todo esto.

(Estos poemas de Angelamaría Dávila han sido suministrados por el escritor puertorriqueño Alberto Martínez-Márquez).


       

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