(Nota
del editor: hace dos semanas dejó de existir, en Bogotá, la poeta
María Mercedes Carranza, quien dirigiera hasta su muerte la Casa de
Poesía Silva. El diplomático y escritor colombiano Dixon Moya nos dice
al respecto que "su muerte comprueba aquello de que el suicidio es el
riesgo profesional del poeta" y nos brinda los siguientes versos en
su homenaje). |
A María Mercedes Carranza, in memoriam
La dueña de casa no está
salió en la mañana
pero más tarde volverá
—dice el joven portero,
el mismo que por costumbre
es celador, guía turístico
y crítico de poesía.
La dueña de casa dejó
como siempre el portón abierto
no se preocupó por llaves y candados
pensaba como los antiguos mayas
que la puerta era un mal invento
producto del miedo, la desconfianza
que habla mal del alma humana.
La casa siempre tiene invitados.
En los días, los vivos
acompañados de un canelazo
intentan calentar versos fríos.
En las noches, los fantasmas
hacen banquetes de poesía.
En la cabecera de la mesa
el único, el primero:
José Asunción, su sombra larga,
su eco de un disparo,
bebe vino con rivales y amigos
Eduardo, Aurelio, León, Gonzalo
etcétera, puntos suspensivos
tantos que han llegado,
cuando el gallo se prepara
para saludar la madrugada
recogen tiestos y trastos
se van a descansar a sus retratos.
Decían que la dueña de casa
dedicaba su tiempo a la poesía,
no es cierto, era arquitecta,
su mejor obra, este hogar
anclado en La Candelaria
elaborado con encanto y palabras,
cemento adosado de versos,
dos pizcas de arena,
proclamas contra la guerra,
metáforas con agua,
rimas que delatan el secuestro,
la mezcla perfecta
de quien ara en el desierto.
La dueña de casa ya no está,
ahora es parte de la morada,
tenía razón el vigilante
con su enfática respuesta:
ella regresó de madrugada.
Ahora seguirá durante los días
vigilando a los vivos
desde su pared favorita
con su mirada extraña
(tímida, tierna, algo miope)
que esconde tras las gafas.
En las noches quizás
con su vocación de directora
intente poner algo de orden
a las fiestas de Silva y sus amigotes.