Sodoma y Gomorra, la cuarta parte de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, se compone a su vez de dos partes y se tratan dos temas principalmente: la inversión sexual y el salón de los Verdurin. En la primera parte el Narrador asiste como espectador oculto, y desde el patio del hotel de Guermantes, a la escena de seducción que se desarrolla entre el barón de Charlus —hermano del duque de Guermantes— y el chalequero Jupien. En efecto, luego de una corta visita a su tía la marquesa de Villeparisis, Charlus se encuentra por primera vez con Jupien y ambos, pertenecientes a la raza de los “hombres-mujeres”, desarrollan la escena en la que “…se dicen pocas palabras, se producen unos sonidos inarticulados tan violentos, repetidos sucesivamente y cada vez una octava más alto…”, que Marcel desde su punto de observación llegó a la conclusión de que “…hay una cosa tan estrepitosa como el dolor, y es el placer…”.1
La segunda parte de Sodoma y Gomorra se inicia con la soirée de la princesa de Guermantes donde se produce la consagración mundana del Narrador y en la cual se da cuenta de los efectos devastadores que el tiempo ha hecho sobre los personajes asistentes a la velada. Después de la recepción Marcel recibe la visita de Albertina y emprende un viaje hacia Balbec, donde se encuentra con Charlus apasionado por Morel, talentoso joven violinista, y asiste a la soirée en La Raspelier, propiedad normanda alquilada por los Verdurin. Uno de los grupos sociales más importantes de La Recherche es sin duda el clan de los Verdurin. El de Madame Verdurin, “la Patrona” del pequeño clan, no es un salón como los otros de Proust. Está compuesto por “fieles” en su mayoría burgueses: Brichot, Cottard, Sky, Elstir, Saniette y Morel. Por su despotismo y savoir-faire, “la Patrona” logra hacer de su salón uno de los más reputados de París y poco a poco le abre las puertas de su salón al barrio Saint-Germain a través de los Guermantes. La ascensión social de “la Patrona” es penosa pero segura: viuda de Verdurin, ella desposa al duque de Duras; viuda a su vez de Duras, finalmente llega a ser princesa al casarse con el arruinado y viudo príncipe de Guermantes. Las ocupaciones burguesas de los miembros del clan van desde Brichot, un profesor de la Sorbona, quien escribe en Les Temps artículos sobre la guerra y termina ciego y morfinómano; Cottard, un doctor en medicina —amante de los retruécanos y quien durante la guerra sirve en el ejercito como médico-coronel—; Sky, un escultor y pintor polaco; la magia de la pintura se origina en las manos de Elstir, habitué del salón; Saniette, un archivista, es otro “fiel” con una personalidad tímida, falto de discreción y ansioso de caer bien; el ambicioso, cruel, perverso y aprovechador violinista Morel despliega su talento al ser invitado a tocar la Fêtes de Debussy en la soirée de la Raspelière. El barón de Charlus llega a ser un íntimo en el seno del pequeño clan. Para participar de las veladas que los Verdurin ofrecían todos los miércoles a los miembros del clan y sus invitados, hacía falta adherirse al credo cuyo primer artículo rezaba que el pianista protegido por “la Patrona” era superior a Rubinstein y que el doctor Cottard era infalible en sus diagnósticos. Las mujeres fueron poco a poco excluidas por revelar una generalizada disposición a la curiosidad mundana de comparar otros salones con el de “la Patrona”. La señora Verdurin “…pertenecía a una familia riquísima de la clase media (…), los Verdurin no daban comidas: siempre había en su casa ‘cubierto puesto’…”.2 Otro de los temas de esta parte de Sodoma y Gomorra es la evolución del pervertido amor de Palamedes de Guermantes —barón de Charlus— por el violinista Morel y el del Narrador, Marcel, por Albertina. Poco a poco Marcel se desengaña de su amor por Albertina y piensa en renunciar al proyecto de boda con ella. Al final de esta parte de La Recherche aparece el relato del anuncio que hace a su madre del matrimonio entre ambos. Sodoma y Gomorra fue la última de las obras de Proust publicada en vida del autor (1922).
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Notas
- M. Proust, Sodoma y Gomorra, pág. 18, Alianza Editorial, 1979, Madrid.
- M. Proust, Por el camino de Swann, pág. 228, Alianza Editorial, 1979, Madrid.