El escritor estadounidense Philip Roth falleció a los 85 años en la ciudad de Nueva York el 22 de mayo. Fue una de las figuras claves de la literatura contemporánea de la Unión Americana. En su trayectoria encontramos treinta obras, en las que retrató algunas de las ansiedades y problemas de su país, así como la identidad judía en Estados Unidos, comunidad a la que pertenecía. Lo suyo era la novela, aunque también escribió cuentos y ensayos.
Una de sus amigas, Judith Thurman, dijo de Roth: “Era una persona increíblemente generosa. Siempre muy exigente, respetuoso y muy respetado por muchos autores jóvenes y muchos de sus contemporáneos. Era, en mi opinión, un gran escritor y un gran hombre, y su pérdida es incalculable”.
Sin lugar a dudas, como lo dice su amiga, fue un gran escritor y multipremiado. Obtuvo entre otros galardones el Premio Pulitzer y fue candidato al Nobel de Literatura; también recibió el Premio Nacional del Libro, el Man Booker International y el Príncipe de Asturias de las Letras.
En 2010 publicó Némesis; dos años después anunciaría que sería su última novela, decisión que tomó posterior a volver a leer todas sus obras.
Pastoral americana fue la novela que en 1997 le dio el Pulitzer, y que el año 2016 fue llevada al cine siendo Ewan McGregor y Jennifer Connelly los actores principales. La obra pertenece a la serie de Nathan Zuckerman, aunque en este caso el escritor cuenta la historia de un amigo, Seymour “el Sueco” Levov, un empresario y ciudadano que lleva una vida modelo, la que se viene abajo cuando su hija se mete en un grupo terrorista, en la agitada década de los 60 del siglo pasado como escenario.
Recordemos que Nathan Zuckerman es su personaje más célebre y que debutó en la obra La visita al maestro, de 1979. Zuckerman será revisitado a lo largo de su recorrido literario, conformó una especia de álter ego con el autor, o alter brain, diría el propio Philip Roth. En La visita al maestro, Zuckerman se encuentra con una mujer que dice ser Ana Frank, con la que comenzará un sesudo análisis sobre la identidad judía y estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial.
El Comité Pulitzer, cuando le otorgó el premio por Pastoral americana en 1979, dijo: “Desde el comienzo de su larga y famosa carrera, la ficción de Philip Roth ha explorado la necesidad humana de demoler, desafiar, oponerse, separarse”.
En 2010 publicó Némesis; dos años después anunciaría que sería su última novela, decisión que tomó posterior a volver a leer todas sus obras. Sus palabras fueron: “Decidí que he terminado con la ficción”, dijo con voz entrecortada. “No quiero leer más, escribir más, y ya no quiero hablar más del tema. Ya no siento esa dedicación para escribir que había experimentado toda mi vida”. En su retiro se dedicó a leer, nadar y reunirse con amigos.
Su obra más controvertida fue El lamento de Portnoy, la que le daría en 1959 el Premio Nacional del Libro; creando una gran sensación debido a su descripción explícita de la sexualidad de un joven, sus relaciones con mujeres no judías y su masturbación para liberarse de una estricta madre y educación judía.
Casi medio siglo después, escribió un ensayo para The New York Times en el que realiza una descripción de sus impresiones después de volver a leerla. “Luego de leer El lamento de Portnoy, 45 años después, estoy impresionado y satisfecho: impresionado de haber sido tan imprudente, contento de haber sido tan imprudente”, escribió.
“Ciertamente, mientras escribía, no entendí que no me libraría de este paciente psicoanalítico al que llamé Alexander Portnoy. De hecho, estaba a punto de cambiar mi identidad por la suya”. En su ensayo, Roth describió al protagonista como “un hombre poseído por sensaciones peligrosas, opiniones desagradables, agravios salvajes, sentimientos siniestros y… acosado por la implacable presencia de la lujuria”.
En 2012 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Roth dijo que recibir este premio fue “muy conmovedor” por haber sido un galardón que su amigo el mexicano Carlos Fuentes recibió dieciocho años atrás. “Quisiera que estuviese vivo para que pudiera oír su voz melodiosa al otro lado del teléfono dándome la felicitación con su cortesía habitual”, lo que estampó en la página oficial de la Fundación Príncipe de Asturias.
En su última entrevista, concedida en enero de este año a The New York Times, el escritor externó: “Todos los talentos tienen sus límites”.
El dictamen del jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras explicaba que: “Por la calidad literaria de su obra que se muestra en una escritura fluida e incisiva, en la que aparecen personajes, hechos y tramas que conforman una compleja visión de la realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos y el desasosiego del presente”.
Para el principal traductor de Roth al español, el escritor, crítico literario y catedrático Ramón Buenaventura, el escritor estadounidense es uno de los hombres con mayor sensibilidad lingüística que ha conocido.
“Su estilo está marcado por la eficacia de la comunicación, una capacidad tremenda para elegir las palabras más convenientes y colocarlas en el sitio más pertinente. Es un gran escritor, un maestro de la pluma y, sin duda, uno de los grandes escritores del siglo XX”.
En su última entrevista, concedida en enero de este año a The New York Times, el escritor externó: “Todos los talentos tienen sus límites: su naturaleza, su alcance, su fuerza; y también su final, un periodo, su ciclo de vida”.
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