
Grandes maestros como Virginia Woolf y Ernest Hemingway —por nombrar algunos— preferían escribir de pie aunque disponían de sus propios despachos equipados con una mesa de trabajo repleta de apuntes, esbozos de historias, y más.
Una nota publicada en el sitio web de Librópatas.com con el título Los extraños lugares donde los escritores hacen su trabajo, muestra una foto del novelista y cineasta estadounidense Dalton Trumbo escribiendo a mano y en una bañera, sumergido entre un sinfín de papeles, mientras hace referencia a otros autores quienes también creaban desde espacios muy particulares, como el caso de Vladimir Nabokov que escribía dentro de un auto; o el de Truman Capote, que prefería trabajar acostado, como él mismo solía admitirlo.
“Soy un autor completamente horizontal. No puedo pensar a menos que esté acostado, ya sea en la cama o estirado en un sofá y con un cigarrillo y un café a mano”, expresaba el creador de la exitosa novela A sangre fría (1966).
¿Por qué comenzamos este artículo rescatando estas anécdotas? Por una razón muy clara: escribir en un oficio tan personal que tratar de definir una rutina exacta que lleve al éxito tanto a los jóvenes como a los más diestros escritores sería una gran falacia.
Sin embargo, el hecho de que esta rutina no exista no quiere decir que no propongamos una forma de motivar a los escritores a encontrar su propia metodología. Reflexionamos sobre este tema y creamos cinco puntos que describimos a continuación.
Índice
Construye tu ritual
El éxito al escribir depende de conocimientos, enfoque y determinación para crear una historia desde el inicio hasta el final, es cierto, pero esta fórmula no está exenta de un ingrediente que es igual de esencial: la inspiración.
¿Cómo logras inspirarte? ¿Qué es eso que te lleva a trabajar sin perder la constancia? Desde definir objetivos hasta convertir la obra y trayectoria de un autor en una suerte de meta personal, todo es válido al momento de buscar las herramientas necesarias al momento de mantenerte escribiendo. ¿Cómo hacemos que todo esto forme parte de un ritual? Sumándole desde hábitos hasta elementos que hagan del ejercicio de escribir algo cada vez más posible para ti. Si para Dalton Trumbo lo ideal era escribir dentro de una bañera, ¿qué sería lo ideal para ti?
Crea tu propia metodología de trabajo
Los creadores más exitosos no son los que imitan las rutinas de trabajo de los demás sino los que crean y siguen su propia metodología de trabajo. De nuevo, escribir es un hábito demasiado personal, por lo que tú y solamente tú sabes cuáles son las horas del día en las que eres más productivo, qué es lo que puede llevarte a estar lejos de tu mesa de trabajo, qué puede quebrar tu ánimo y tu empeño en escribir, etc.
Para muchos autores, incluyendo para el grupo de editores de la revista Letralia, no hay nada mejor que trabajar en la planificación para poder llevar adelante cualquier proyecto literario, que puede ser desde las asesorías que la revista desarrolla cada semana vía online, hasta las entregas de cada lección del Taller de Cuento. Nuestra mejor herramienta es trabajar con un calendario editorial, un instrumento que, creado en el formato que más te guste (desde una hoja de Excel hasta la tradicional dupla de papel y lápiz), puede ayudarte a agilizar tus procesos creativos y medir resultados.
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Conoce tus tiempos e identifica hasta dónde puedes llegar
Al momento de fijar las metas correspondientes al proyecto literario en el que estés trabajando, bien sea un cuento, una crónica, un ensayo o una novela, lo mejor es mantenerte apegado a la realidad. ¿Cuánto puedo escribir en una semana? ¿Cuánto tiempo necesito para investigar? ¿Es buena idea asumir este proyecto de manera intensiva durante un mes o es mejor que me tome el tiempo necesario para escribir, dejar reposar y luego retomar mi trabajo?
Las preguntas anteriores son sólo algunas de las que siempre nos hacemos al momento de trabajar en una nueva historia. Tener un plan de trabajo nos ayuda a tomar el control de lo que estamos escribiendo, en todo momento.

No te satures de información y tampoco busques compararte con nadie
Cuando estamos en frente de un nuevo reto —como la escritura de una novela, por ejemplo— es bastante frecuente que acudamos a la lectura de artículos, guías y todo tipo de recursos que puedan ayudarnos a aclarar nuestras dudas y mantenernos al día. Pasa en muchas áreas de estudio y la literatura no está exenta de eso.
Sin embargo, uno de los principales motivos del bloqueo al escribir es la inseguridad sobre nuestras habilidades cuando abordamos un manuscrito, y eso puede suceder cuando en lugar de enfocarnos en nosotros y en lo que estamos creando cedemos el espacio a absorber toda la información que circule en Internet sobre el tema que nos interesa.
¿Cuál es nuestra recomendación? Sencillo: simplemente no te satures de información y tampoco busques comparar tu trabajo con el de otros escritores, mucho menos si sientes que el trabajo de éstos cuenta con mucha más experiencia que el tuyo.
Es mucho mejor ser más selectivo con la información que se consume, dedicar el enfoque y el tiempo necesarios a trabajar en nuestra obra y más tarde acudir al apoyo de un mentor literario que pueda darte no sólo su feedback sino también los recursos que necesitas para trabajar posibles fallas.
La mejor forma de escribir puede comenzar en la lectura
Este es un punto en el que no es necesario extendernos demasiado porque tanto tú que nos lees como nosotros estamos 100% convencidos de que la lectura es el principal método para escribir mejor, ensayar el ojo, despertar nuevas ideas y hasta encontrar nuestro estilo.
Al igual que escribir, decidir cuántos libros debes leer para mantener un buen ritmo que te permita crear con bastante fluidez es algo muy personal. Sin embargo, mantener un promedio de dos o tres libros por mes puede hacerte notar un avance sustancioso cuando vayas a tu manuscrito.
Leer puede ayudarte a conocer desde diferentes tipos de estructuras y personajes para una historia, hasta identificar cuáles son los tipos de inicio y final que mejor pueden funcionar tanto para ti como para la obra que quieres consolidar.
En resumen, para escribir de forma constante, con el enfoque total en lo que quieres crear, con la planificación y el tiempo que necesitas es elemental comenzar por el paso más importante de todos: conocerte a ti mismo.
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