
—Vamos a llevarlo a comer farinata —dice Hebe.
Mayela es partidaria de mostrarle la Catedral de San Lorenzo antes de revelarle los platos de Génova.
Armando Rojas Guardia sonríe y se deja llevar. Son unas mujeres encantadoras, escribidoras. Al rato, le digo al poeta:
—Cuando hagamos todas las cosas propuestas entre recital y recital, nos lanzamos por estos callejones a buscar huellas. Tienes que ver los sitios donde estuvieron Friedrich Nietzsche, Lord Byron, Mary Shelley, Percy Shelley y Gustav Flaubert.
Hebe interviene:
—Vamos a sentarnos aquí —y señala un borde en el frente de una librería.
—¿Qué propone Hebe? —pregunta Armando.
—Quiere que nos sentemos a ver pasar a los genoveses —le respondo y eso le llama la atención.
—Me gustan el mármol y las piedras redondeadas de las calles —comenta.
Aprovecho para contarle lo que expresó Flaubert al conocer las calles de Génova:
Una bella cittá, una vera bella cittá
si cammina sul marmo: tutto e marmo
scale, balconi, palazzi.
Y Armando disfruta la historia, sin percatarse de que él también es una de las hermosas huellas que ostenta esta ciudad.

Eso fue en el 2018
En el 2018, cuando estaba por comenzar el Festival Internacional de Poesía de Génova, llegó a la ciudad como invitado especial el poeta Armando Rojas Guardia. Su presencia era como un imán de corazones. Quiero pensar que gracias a él se juntaron como en un precioso peregrinaje Mayela Barragán, Ingrid Dussi, Érika Reginato, Petra Simne Jelisich y Hebe Muñoz. Creadoras venezolanas que lo rodearon y agregaron su cariño y admiración a todo el afecto que Génova le entregó.
Hebe ha hecho de Italia su segunda patria y es admirable su disposición a gastar y reponer energías amorosas en ambos territorios.
Señalo esto iniciando una entrevista con Hebe Muñoz, porque Hebe ha hecho de Italia su segunda patria y es admirable su disposición a gastar y reponer energías amorosas en ambos territorios.
Creo que Armando Rojas Guardia y yo conocimos a Hebe Muñoz el mismo día. Estábamos programados en varios recitales del Festival Internacional de Poesía en el 2018, cuando nos dijeron que iban a incluir algo sobre Venezuela con una poeta venezolana que está residenciada en Italia y nos propusieron acompañarla. Fue una experiencia inolvidable. Hebe mantiene una solidaridad activa. Su lucha por los derechos de la mujer es constante y sin desmayo.
Armando y yo disfrutamos su presencia, su optimismo, su ternura interminable, su fraternidad sincera. En realidad, no sé a ciencia cierta si ella y Armando se conocían desde antes, pero a mí me sorprendió ese vendaval de dulzura que es Hebe Muñoz.
Un puente femenino
Hebe ha comentado que encontró el amor en Italia. Su fiel compañero es el poeta Francesco Nigri, quien en aquel momento nos ayudó a Armando y a mí en la lectura de nuestros poemas en italiano.
Mientras nos fortalecíamos con los recitales del festival creado por Claudio Pozzani y animado fervorosamente por Bárbara Garassino, comenzamos a vernos, a dialogar, a bromear con Armando. La ciudad parecía dispuesta a quedarse con el poeta, a esconderlo y guardarlo para siempre en sus calles y callejas.
Sencillamente, Armando Rojas Guardia vertió su amor en esa urbe histórica y nosotros tomamos un poco, lo que podía correspondernos. Y en algún momento llegué a pensar que todos los encuentros nuestros fueron una emanación del espíritu fraterno de ese poeta.
Hebe Muñoz
Antes de iniciar la entrevista con Hebe Muñoz, dejo aquí uno de sus poemas:
Travesía
Navego en tus ojos océano
me dirijo hacia tu corazón-centro-de-la-tierraPermíteme que te diga
que aunque el reloj indique que ya es mañana
yo continuaré mi travesíaSurco tu frente con besos de luna
dejándote una estela de azúcar y salivaSobre tus músculos tensos
echo mi ancla
para que me mezan tus ondasSon tus hombros mis velas
suelto mis amarras
tengo el viento a mi favorTu respiración marina agitada
es ráfaga salada que traspasa mi piel
y perfuma mis profundidadesNáufraga
grito
¡Tierra!
me lanzo a tus aguas
me arrastro hasta tu orilla
El sueño de toda mi vida fue siempre regresar a Italia, pues viví aquí con mis padres.
La entrevista
¿Cuándo llegaste a Italia y por qué?
Llegué a Italia en el 2007, justo un año después de haber estado aquí durante cinco semanas en un viaje exploratorio para ver las posibilidades de una venida definitiva. El sueño de toda mi vida fue siempre regresar a Italia, pues viví aquí con mis padres, cuando yo era una adolescente. Fue aquí, frente al mar de Santa Marinella, Roma, donde a la edad de once años comencé a escribir poesía. Otro sueño cumplido fue el haber sido adoptada por esta nación: ser italiana. Ahora mi corazón late con inmenso amor por la tierra que me vio nacer, Venezuela, y por Italia, mi madre de adopción.
¿Qué determinó en tu infancia el camino que seguirías?
Mis padres con su ejemplo y con la formación que me dieron. A ellos debo el amor y el respeto por la palabra hablada y escrita. El amor al conocimiento, el profundizar en él. La sensibilidad ante los hechos a mi alrededor, la contemplación atenta de todo cuanto me rodea y la motivación para expresar los sentimientos y las emociones de manera diáfana y empática.
Ellos me llevaron de la mano al mundo maravilloso de los libros, a tener sed de lectura. Puedo recordar claramente las tardes sentada en la biblioteca de mi papá, quedarme asombrada por las cosas que en ellos leía, mientras papá me decía que ese conocimiento sería mi mejor equipaje de vida. Desde temprana edad comencé a acompañar a mi mamá a sus clases de Educación en la Universidad Católica Andrés Bello. Ella me daba un cuaderno para que yo tomara apuntes durante las lecciones. Yo escribía palabras aisladas y así las fui conociendo. Eso me enseñó a prestar atención, a escuchar, a preguntar, a investigar, a poner en duda, a confrontarme, a tener diálogos constructivos, a dar mi opinión. Con mis padres aprendí a disfrutar de los viajes, de la diversidad, de la innovación, de los atardeceres, de la naturaleza toda, de las culturas, de la historia de la humanidad, de la poesía, del baile, de la música, de las artes y de la contemplación de la belleza. Todo esto me llevó a escribir siempre lo que sentía.
¿Cuál es tu sueño más preciado en este tiempo?
Tengo varios porque nunca dejo de soñar. Entre ellos están el cese de la guerra, el cese del Covid-19, ver a Venezuela libre y próspera; poder reunir a mi familia en un mismo lugar; poder abrazar a mi hija, pues estamos todos regados por el mundo. Quisiera escribir unos cuantos libros más, dejar semillas de poesía regadas por el camino de vida para que muchos puedan disfrutar de las sombras de sus hojas, de sus flores y de sus frutos. Que quienes las lean se animen a escribir sus propios versos o se reconozcan en los escritos por mí.
¿Cuándo sentiste que eras poeta? ¿Y por qué lo creíste?
En realidad no me siento poeta, quiero ser más bien un canal de la poesía, un lápiz en sus manos. Dejarme llenar de ella, ser insaciable de sus aguas profundas. Soy una persona que busca la poesía en todo y en todos. Quiero conocerla, quiero estar junto a los que la buscan también. Lo mío es un peregrinar por los caminos del verso, de la palabra, del sentimiento y de la contemplación. Como bien nos enseñó nuestro querido amigo, poeta y maestro Armando Rojas Guardia, yo lo que quiero es vivir poéticamente y ese es mi empeño constante.
¿Cómo te ha ayudado la escritura?
La escritura es ese brazo extendido, esa mano abierta, que me rescata de la rudeza del mundo y que muchas veces me ayuda a contarlo. La escritura es un puente que me permite ir desde mi corazón a muchos corazones y ese hecho me recuerda la belleza de ser seres humanos. La escritura es la que me permite capturar en metáforas, versos e imágenes de mundos internos y externos, que para mí eran intangibles. La escritura me ha salvado de tristezas abismales, transmutando sombras en esperanza. La escritura me ha permitido conocer personas maravillosas y me ha permitido unirme a ellas en un amor ágape fuerte y nutritivo.
¿Qué parte de la vida no puedes explicar, qué se te escapa?
La injusticia, la violencia, la maldad, yo no las entiendo. Delante de ellas percibo un dolor como de parto, a veces es hasta lacerante, un acantilado sin fin. No tengo respuestas ni explicaciones.

¿Cuál es tu gran pasión?
Vivir la vida aprendiendo y mientras la vivo, escribiéndola, así como dije en unos versos de mi poema “Las ganas de vivir”, presente en mi libro Pegasa, renacida de las aguas:
Estas ganas de vivir que me envuelven hasta las entrañas.
Esta manía de extender los brazos y de querer tocar el viento.
Este modo curioso de observarlo todo,
desde mis pupilas hasta la esencia (…).
¿Qué lugar ocupa la religión en tu vida?
En mi vida el primer lugar lo ocupa mi relación con Dios. No es religión. Mientras más estoy con Él más aprendo del amor y del amar, de cómo ponerlo en acción. Camino de su mano.
¿Dónde vives? ¿Casa? ¿Apartamento? ¿Perros? ¿Gatos?
Vivo en un apartamento en el quinto y último piso de un edificio que está rodeado por iglesias. Esto significa que el sonido de las campanas es parte del fondo musical de mis días y eso me encanta. Lo que más me gusta de mi casa es la terraza enorme con vista al alba y a la luna, a los cielos de todo tipo y a los colores de cada estación. Tenemos una perrita de raza Beagle que tiene seis años y que se llama Princess Margot. Es amorosa, dulce y la tenemos muy consentida. Ella es parte importante de nuestra familia.
¿Qué haces en esta etapa de peste y dramas?
Converso con Dios, leo mucho y también escribo mucho. Cultivo el amor de mi familia, de mi hija y de mis amigos. Construyo con mi compañero el amor bonito que nos une desde hace algunos años. Si alguien necesita, en lo que pueda, brindo mi ayuda.
Busco los puntos de referencia que para mí son estables para no sucumbir en la tristeza profunda.
¿Hacia dónde conduces tu escritura?
Hacia la esperanza, a su búsqueda, a su descubrimiento, hacia la sorpresa de lo inesperado, hacia lo invisible.
¿Cómo ha cambiado dentro de ti la ciudadanía, en un país que ha cambiado tanto?
El océano de sentimientos que me invaden cuando pienso en mi tierra natal, son tantos como las dificultades por las cuales está atravesando. Busco los puntos de referencia que para mí son estables para no sucumbir en la tristeza profunda. Estos puntos son vitales: mi mamá que está allá, mis amigos de toda la vida, la naturaleza majestuosa que habita a lo largo y ancho de su geografía, el trabajador que se esfuerza cada día por vivir dignamente, los escritores, artistas y demás profesionales de todas las áreas que se levantan con un sol de esperanza en el pecho y salen a aportar su granito de arena, la sonrisa grande de nuestros niños de ojos bellos. Toda esa gente de bien es la que me mantiene consciente de cuán valioso es mi terruño aun en medio de tanta dificultad. Es allí donde se preserva el inmenso amor que siento por esa tierra maravillosa que me hace sentir responsable de representarla con orgullo fuera de sus fronteras.
¿Se ha dispersado la familia?
En tres partes del mundo, separados por kilómetros de distancia, está toda mi familia. Es muy difícil. Trato, en la medida de lo posible, de no sumar kilómetros y de no sumar años. Gracias a la tecnología podemos estar en constante comunicación, pero hay ausencia de abrazos, de gestos cotidianos, de días llenos en espacios comunes, de cruzar miradas amorosas. Nos hacemos mucha falta desde hace ya varios años.
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