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Raquel Markus-Finckler:
“Soy mujer, soy tristeza, soy judía”

domingo 12 de febrero de 2023
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Raquel Markus-Finckler
Raquel Markus-Finckler: “Tenía la poesía guardada en un cajón de mi alma”.

“Bonito” es un criterio externo, “bello” es un criterio interno, decía la poeta Marina Tsvetáyeva. Y es célebre el verso de John Keats que expresa: “La belleza es verdad y la verdad belleza, nada más se sabe en esta tierra y no hace falta más”.

Esa especie de claridad permanente, ese acertado fulgor, significa mucho en la poesía de Raquel Markus-Finckler, es un punto de partida determinante. Al igual que su sentimiento de mujer judía que podría definirse fácilmente repitiendo al poeta Yehuda Amijái: “Yo no fui uno de los seis millones que murieron en el Holocausto y no estuve siquiera entre los sobrevivientes… pero el fuego y el humo en mí permanecieron y las columnas de fuego y las columnas de humo me señalan el camino de noche y de día”.

Raquel Markus-Finckler se afirma primero como mujer. Recorre el mundo como mujer y lo va definiendo a partir de sus sensibilidades y derechos ancestrales. La voz del poema que surge de sus versos es una emanación de mujer cuya necesidad primordial es mostrarse intacta a través de palabras que adquieren forma y urgencia de canto.

Raquel habla como yéndose hacia la escritura, como si la escritura fuera un lugar donde puede sentarse a meditar. Ella se mueve entre los designios de mujer y las angustias de poeta. Ella habla y canta.

Raquel Markus-Finckler está decidida y encaminada a tomar posesión de los otros poderes: los que contiene la poesía.

Desde su infancia las mujeres sienten la posesión de sus poderes femeninos, de sus corajes irrebatibles perennemente dictados y respaldados por la madre naturaleza. Raquel Markus-Finckler ha perfeccionado esa posesión hasta alcanzar belleza y dureza diamantina en sus planteamientos. Ella sabe lo que es ser mujer y lo expresa de manera nítida y fuerte, como si necesitara que todos los ecos repitieran esta verdad suya, esta verdad de existir en un tiempo que todo lo da y todo lo quita.

Es evidente que Raquel Markus-Finckler está decidida y encaminada a tomar posesión de los otros poderes: los que contiene la poesía. Y esa es una tarea que a las mujeres se les hace menos difícil porque ellas conocen de primera mano el sufrimiento y saben crear alegrías con cualquier mínima esperanza.

La poesía es algo que se mantiene igual en todas las épocas. Te trae el pasado hasta el presente y sigue de largo sin importarle que tengas que perecer y no seguir leyendo. La poesía es un esfuerzo más allá de lo espiritual, un esfuerzo satisfactorio invisible escurridizo y prófugo.

Para alcanzar la poesía con el poema hay que comenzar y persistir. Y no rendirse en el empeño. Siempre es demasiado tarde cuando se retrasa la claridad, cuando se pierde el tiempo fundamental para dar inicio al proceso de macerar la vida escribiendo. Y Raquel lo ha sabido desde el primer momento en que escribió un poema. Sus palabras lo revelan. Y es un regalo tan espléndido como leer sus libros.

Escribir para existir es un título y Donde reside la belleza es el otro. Dos libros de Raquel Markus-Finckler que he estado leyendo para realizar esta entrevista. Ambos textos me han hecho comprender su existencia. Eso es algo que agradezco, que llena un vacío, porque habiendo estado en la misma ciudad creo que nunca nos encontramos. Aun teniendo la misma profesión y la misma vocación por la escritura, no hubo un encuentro para nosotros. Y sin embargo, hoy puedo señalar que la conozco. Hasta hemos tenido largas conversaciones por computadora. Y en ningún momento ella ha dejado de ser espontánea, sincera, una fuente de sentimientos que fluyen como demostración de existencia inquieta e inquietante. Sentimientos de poeta que jamás se rinde ante lo simple y lo banal.

 

Mis poemas hablan de temas humanos y, en muchos casos, de temas relacionados con mis vivencias, emociones y sentimientos.

Tocar el alma humana, un verso a la vez

¿Qué es lo que más deseas decir en tus poemas?

Cada poema tiene un mensaje propio y diferente, que se debe a sí mismo y a su propia esencia. Yo, como autora, no quiero decir nada en los poemas, ellos se dicen solos.

Lo que sí te puedo decir es que mis poemas hablan de temas humanos y, en muchos casos, de temas relacionados con mis vivencias, emociones y sentimientos como mujer, como mamá, como esposa, como hija y como nieta. Otro tema común en mis poemas es mi judaísmo y mi pertenencia al pueblo judío.

Es decir, mis poemas retratan lo que soy, retratan a quien soy, lo que voy viviendo, lo que voy sintiendo. Quien me lee, puede llegar a entenderme como a un ser humano completo, auténtico y real, un ser humano con sus luces y con sus sombras.

Mi primer poemario se llama Escribir para existir. En ese libro confieso que mi existencia tiene sentido en la medida que puedo expresarla por medio de la escritura. Es decir, no es un “pienso y luego existo”, es más bien un “escribo y por ello existo”. En sus páginas me defino a mí misma por medio de mis poemas. Me retrato en sus páginas con tres enunciados básicos: “soy mujer”, “soy tristeza” y “soy judía”. Gracias a este poemario aprendí a aceptar las sombras que me han acompañado a lo largo de mi existencia. Mi hija Samantha realizó los mándalas que acompañan los poemas.

En mi segundo poemario, Donde reside la belleza, los lectores podrán conocer un poco más sobre los aspectos luminosos de mi vida. Podrán conocer aquello que amo, mis afectos, mis espacios, mis recuerdos. La belleza y la verdad, como conceptos y como valores, son las protagonistas de estas páginas en las que las imágenes (tomadas entre Samantha y yo) complementan y originan los versos.

 

¿Has leído tus poemas como si no los hubieses escrito? ¿Los has analizado?

La mayor parte del tiempo siento que no soy yo quien escribe mis poemas. Siento que son mis poemas los que me escriben y me definen a mí. Por lo tanto, aprendo de mí misma cada vez que leo lo que escribo. Aprendo a conocerme y a reconocerme cuando leo mis creaciones literarias.

Pienso que una parte de mí puede ser contenida o expresada únicamente por medio de esos versos que me definen, describen, adivinan y descubren ante mí y ante los demás. Mi alma queda desnuda en esos poemas. Y te puedo asegurar que hace falta más valor para desnudar el alma que para mostrar el cuerpo. De manera que escribir poesía me convierte en una mujer valiente.

Por otra parte, algunas veces siento que yo, como autora, me convierto en un vehículo para la expresión de la poesía. Que la poesía es una especie de impulso, de manantial, una energía que existe independientemente de mí… y que, de vez en cuando, logro hacer contacto con esa increíble fuerza cuya intensidad me traspasa y es allí cuando han nacido los poemas más impactantes que he escribo…

 

Nadie sale de la universidad con un título que lo acredita como poeta. Si alguien me llama poeta, me honra.

¿Cuándo supiste que eras poeta? ¿Desde cuándo estás atada a la poesía?

Qué pregunta más difícil. ¿Puedo definirme a mí misma como poeta? Quien escribe poesía ¿se vuelve poeta de manera automática? ¿Me puedo dar a mí misma ese título o son los demás quienes pueden dármelo?

Nadie sale de la universidad con un título que lo acredita como poeta. Si alguien me llama poeta, me honra. Por muchos años me definía a mí misma como a alguien que escribía poesía. Con el tiempo, y después de que tanta gente que respeto me ha llamado poeta (dejo constancia de que la palabra poetisa no me gusta y no la uso), entendí que me había ganado el derecho de llamarme poeta a mí misma. Pero aún ahora me causa sorpresa y sobresalto cuando alguien, sin esperarlo, me llama poeta.

Escribí mi primer poema cuando tenía nueve años, a raíz del fallecimiento de mi abuelo materno. Leía poesía desde los siete años… Mucha poesía, buena poesía. No me quedaba sólo en la poesía infantil… Me encantaban Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa, Eugenio Montejo, José Ángel Buesa y Samuel Beckett, entre otros.

Desde que leí mi primer poema, quedé atada a la poesía para siempre. Me gusta leerla y necesito escribirla. Es una forma de vida. Es una forma de procesar la vida.

No es sólo lo que leo o lo que escribo. Se trata de cómo siento, cómo pienso, cómo interpreto y cómo me entiendo a mí misma, a los demás, a la vida, a Dios a través y por medio de la poesía… Es algo que me define de manera trasversal.

Hasta hace poco más de un año, la poesía pertenecía al espacio más privado y personal de mi vida. La tenía guardada en un cajón de mi alma. Escribía mucho y mostraba poco. Pero la vida resultó ser una excelente maestra y una estupenda creadora de oportunidades. Así que, como suele suceder en las mejores historias, de pronto, me explotó en la cara. Tuve que tomar decisiones importantes y esas decisiones terminaron llevándome por el camino de la poesía.

Luego de años de escribir sin mostrar lo que escribía, me decidí a participar en concursos literarios de ámbito internacional y la primera sorprendida fui yo cuando gané el primer lugar de poesía del Concurso Literario Internacional “Notas Migratorias César Vallejo 2021”. En ese momento me di cuenta de que el camino de la poesía era el camino más adecuado para mí. Y mis pasos me han permitido experimentar un recorrido maravilloso.

 

Estar cerca de mis hijos mientras crecen y se convierten en seres humanos excepcionales es mi sueño hecho realidad.

¿Cuál es tu sueño más preciado en este tiempo?

Ahora que estoy empezando la quinta década de mi vida, mis sueños personales parecen ser más sencillos y factibles… Quiero pasar todo el tiempo posible en compañía de la gente que amo y que me ama.

Tengo dos hijos increíbles. Mi hija Samantha tiene diecisiete años y está empezando a estudiar Economía en la universidad, también fue aceptada dentro de una agrupación de teatro reconocida, lo que la hizo muy feliz, pues la actuación es su pasión desde muy pequeña. Mi hijo Joel, de doce años, es supercurioso y tiene una inteligencia emocional que me sorprende, juega ajedrez, practica básquet y sueña con trabajar en la Nasa. Estar cerca de ellos mientras crecen y se convierten en seres humanos excepcionales es mi sueño hecho realidad… Mi esposo y yo formamos la familia que siempre quisimos tener…

 

¿Qué parte de la vida no puedes explicar, qué se te escapa?

Creo que lo que se me escapa de la vida no es la vida misma, es lo que la gente hace con la vida… No logro entender las razones para la miseria humana, la miseria de espíritu humano… No hablo de la maldad en sí misma, hablo de la maldad llevada al extremo, hablo del odio gratuito, de la envidia que enferma y de la indiferencia ante el sufrimiento del otro… Soy nieta de sobrevivientes del Holocausto y no dejo de preguntarme cómo es posible que algo así pudiera ocurrir.

 

¿Qué parte de tu país está más presente en tu escritura?

El país que duele. El país que importa. El país que trasciende. El país que me toca y que espero poder tocar. El país en el que participo. El que forma parte de mi vida. El país del que soy parte.

Emigré en un momento concreto de mi vida (emigración que al final no se consolidó, por lo que aquí sigo…) y me dolió tanto la lejanía de mi patria que me puse a escribir sobre lo que sentía como emigrante que seguía atada al país que dejó atrás.

Me di cuenta de que Venezuela me definía como persona. En ese momento escribí el poema llamado “El apego”, por el cual, años más tarde, logré obtener el primer lugar del Concurso Literario Internacional “Notas Migratorias César Vallejo 2021”. Ese premio significó el despegue real de mi carrera como poeta con proyección nacional e internacional.

Ahora escribo sobre Venezuela en Venezuela, ahora escribo sobre Caracas en Caracas. Extraño el país y la ciudad que tenía, mientras trato de adaptarme al país y a la ciudad que tengo.

 

¿Qué te desespera?

Soy una persona muy paciente y serena, y cuido mucho mi paz interna. Así que son pocas las cosas, circunstancias o personas que logran desesperarme. No creo ser una persona optimista, pero sí creo ser una persona positiva.

 

Uso la palabra como materia prima. Aunque al final, lo que me interesa crear por medio de la palabra es conexión humana.

¿Qué haces en esta etapa de peste y dramas?

Crear. Crear a pesar de la peste y debido a la peste. Crear a pesar del drama y debido al drama. Los artistas sentimos el mundo con una sensibilidad especial y muy diferente al resto de las personas. Los artistas recibimos un don que nos dio nuestro Creador (independientemente del nombre que queramos darle), y quien tiene un don, también recibe la responsabilidad de usarlo de manera responsable y comprometida.

Soy una creadora. Uso la palabra como materia prima. Aunque al final, lo que me interesa crear por medio de la palabra es conexión humana. Tocar el alma humana un verso a la vez, una frase a la vez, un texto a la vez. Si puedo lograr que alguien sienta que mis palabras expresan lo que esa persona quiere y necesita decir, pero no sabe cómo hacerlo, ya cumplí mi propósito, pues logré una conexión positiva y constructiva para alguien.

A lo largo de la historia de la humanidad, siempre han existido pestes y dramas, pero también han existido artistas, escritores y creadores que han sabido procesar el dolor, la tristeza, la miseria y la calamidad para convertirla en algo sublime… En conexión, belleza y verdad. De lo peor del ser humano también sale lo mejor del ser humano. Siento que la poesía, la música, el arte, la literatura, la cultura en general, nos salvan de nosotros mismos.

 

¿Cuál es el recuerdo más conmovedor de tu vida?

Soy mamá de dos jóvenes maravillosos. Cada vez que me enteré de que estaba embarazada se convirtió en un momento que me conmovió hasta los huesos, pero eso es nada si lo comparo con la primera vez que vi el rostro de Samantha (hace más de diecisiete años) y el de Joel (hace más de doce años) cuando los sostuve en mis brazos por primera vez.

La emoción que me embargó en esos momentos era tan grande y sobrecogedora que lloraba y reía al mismo tiempo. Nunca había sentido tanto amor y tanta ternura. Tampoco tanto miedo (miedo a la avasallante responsabilidad que cargaba en los brazos, literalmente). Estas emociones me llegaban en oleadas y me sobrepasaban el entendimiento. Yo no entendía nada, pero lo sentía todo. Ese es un tipo de conmoción que se te queda instalada en el alma y en la piel para siempre. Una vez que eres madre, ya nada vuelve a ser igual, yo no volví a ser la misma.

Mis abuelos paternos, Modejai y Haike Markus, se dedicaron a contarme sus vivencias en Europa y Asia para salvarse de la maquinaria nazi que quería borrarlos del mapa.

Pero hay otro tipo de recuerdos que me conmovieron con fuerza; no se trata del mismo tipo de emoción, por supuesto, pero es algo que me quedó marcado a fuego en la memoria por el resto de mi vida. Me conmovió en ese entonces y me sigue conmoviendo hasta el día de hoy cada vez que lo recuerdo…

Me refiero a los momentos en los que mis abuelos paternos, Modejai y Haike Markus, se dedicaron a contarme sus vivencias en Europa y Asia mientras recorrían dos continentes y más de seis países para salvarse de la maquinaria nazi que quería borrarlos del mapa. En el camino dejaron una vida completa atrás. Debieron despedirse de padres, hermanos y sobrinos, y hasta de su primer hijo, quien falleció a causa de hambre y de frío. Sus relatos sobre todo lo que hicieron para sortear la muerte, el peligro y las calamidades que enfrentaron, dejaron una huella profunda en mí. Ellos lloraban cuando lo contaban, yo lloro ahora que los recuerdo. Fueron sobrevivientes por la forma en que se aferraron a la vida a pesar de todo, por su espíritu de lucha, por su fuerza interna y por sobreponerse al dolor de casa pérdida que les tocó vivir.

Hoy en día, estoy dedicada a escribir mi tercer poemario, Las horas negras, en honor a ellos: mis abuelos paternos Haike y Mordejai Markus. Son poemas que escribo como nieta de sobrevivientes del Holocausto, y que expresan lo que siento por ellos, por lo que vivieron, por lo que sufrieron, por lo que lograron… Al honrarlos a ellos, también honro a todos aquellos que lograron sobrevivir esta barbarie, pero mis poemas también recuerdan a aquellos que no lograron sobrevivir, más de seis millones de judíos (de los cuales un millón y medio eran niños) asesinados sólo por tener sangre judía. Mucha de mi familia quedó convertida en humo y polvo en los crematorios de los campos de exterminio creados por los nazis.

Este poemario bilingüe contará con el aval del Comité Venezolano de Yad Vashem (del que formo parte activa), y estamos procesando el apoyo de Yad Vashem Internacional. Tengo un amigo, Leon Levy, quien es poeta e intérprete de inglés, que está trabajando la versión en inglés de cada una de las dieciocho obras que conformarán este tercer poemario que esperamos publicar este año (el número 18 en hebreo significa vida).

Escribir estos poemas ha sido un acto profundamente conmovedor. Siento que mi alma sangra con cada verso que escribo, leo y releo. Es un acto sumamente doloroso pero, al mismo tiempo, sumamente necesario.

Después del Holocausto, el pueblo judío asumió las consignas de “no olvidarás”, “nunca más”, y yo decidí asumir ese compromiso en honor de mis antecesores y por el futuro de mis descendientes.

José Pulido

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