Servicio de promoción de autores de Letralia Saltar al contenido

Miedo, pudor y deleite, de Federico Vegas

miércoles 24 de mayo de 2023
¡Comparte esto en tus redes sociales!
“Miedo, pudor y deleite”, de Federico Vegas
Miedo, pudor y deleite, de Federico Vegas (Alfaguara, 2007).

Miedo, pudor y deleite
Federico Vegas
Novela
Alfaguara
Caracas (Venezuela), 2007
ISBN: 978-980-275-802-9
208 páginas

Aquella noche Carmen Rosa permaneció muchas
horas inmóvil, a la luz de la lámpara que doña
Carmelita había traído consigo. Las sombras
borraron el color de las flores y el perfil de las
de las matas, destacándose solas contra el cielo
las ruinas de la casa vecina.
Miguel Otero Silva, Casas muertas

Miedo, pudor y deleite (Alfaguara, 2007) de Federico Vegas. Novela de la intimidad. Es un canto a la incertidumbre del hombre ante la nada: vacío y ausencia como fracaso en Caracas o en Madrid. No importa el espacio. La soledad agobia y maltrata la conciencia. Cada personaje contiene una historia, historia que no es suficiente para mantener una relación amorosa. Las ruinas no sólo son las de la casa de al lado, éstas van en otra dirección. Ruinas que saltan el tiempo con personajes que cargan con un peso que no les corresponde o quizás sí, pero que se niegan a aceptarlo por aquello de las costumbres de familia que obedecen a un rigor. La estructura de la novela está signada por una suerte de carta al comienzo de cada uno de los doce capítulos. Algo así como recomendaciones para que la permanencia en Madrid surta efecto. Ahora, qué tienen de extraño estás revelaciones contenidas en las cartas. Qué papel juegan en la estructuración de los acontecimientos. Será que un viaje salva una relación. En todo caso debe ser la búsqueda de un nuevo sentimiento, ante no poder afianzar lo que se vislumbró. Entonces, pareciera contradictorio decir que lo que se busca es un nuevo amor en la misma persona. La sutileza se hilvana desde el desencuentro con el otro porque decir carta es decir confesión —yo me confieso ante ti con todos mis defectos y pecados. Es así como caemos en cuenta de “mi” miedo ante la incertidumbre de no saber qué me viene. Este miedo se une a la vergüenza de querer algo más que no se dice pero que sí se siente, se anhela; por ejemplo: a quién le digo de mis devaneos o incertidumbres. No puedo tomar un megáfono y contárselo a todo el mundo. Sería el colmo. Las contradicciones están dadas. Nada más obvio. Sucede que ese es el dilema: los afectos.

Las dificultades se resuelven con la acción; dicho así, debemos movilizar a los personajes tanto en acción como en pensamiento. Descubrirlos ante sus precariedades y hasta sus proyecciones. Trasladarlos en tiempo y en espacio. Que fracasen. Que les duela hasta la uña, sobre todo que se caigan y les cueste levantarse. Personajes que se arrastren por el dormitorio, a los que se les imposibilite salir del baño porque la ducha se convierte en un océano. Que no abran la ventana porque el sol los ilumina, eso sería demasiado fácil. Dicho así, al personaje lo mojaré con el agua turbia del estanque. Que contenga noches de insomnio, que sobrevenga un dolor de oídos y aquella muela que nunca lo deja quieto, que a las dos de la madrugada lo sobrecoja de dolor: La miseria en ciernes. Acá se produce un acto de desprendimiento y en consecuencia un acto de humildad de la voz narrativa. La voz se descubre ante el lector. La complicidad está dada entre esa voz y el lector. El narrador le otorga la potestad al lector para que indague en las intermitencias de los personajes. Es una lectura para la declaración de debilidades, tal es el caso de: “Trata de desnudarse sin salir de la colcha y lo único que logra es aumentar su condición de oruga…”, quizás una teoría kafkiana o la manifestación de confesiones como: “Lograron continuar hablando después de aceptar, en silencio, que lo inalcanzable tiene un sentido: asentarnos en el mundo al revelarnos nuestras limitaciones”. Personajes confrontados desde la nada expresados en imágenes, se hablan, se repelen y se desean.

La conexión está dada desde las primeras líneas de la novela:

Querido socio,

Ya todo está listo. Ahora el viaje estará en tus manos.

El lector se convierte en el otro socio de esta aventura. Las historias se forjarán desde esa óptica: la del encuentro de personajes con los otros. Lo que se manifiesta se crea desde el fondo de la condición humana sin poses. Los personajes se desnudan ante una realidad que les aturde. Lo imperceptible de la vida lo descubrimos en la inmersión de las nulidades de los personajes; ellos lo convierten en un enunciado para deslastrar los fantasmas de la cotidianidad. ¿Cómo ha de juzgarse la verdad en este caso?, o mejor dicho, ¿cuál es la verdad? Y ¿desde qué ángulo dictamino lo que se debe hacer para cada uno de los personajes?: “Ella quería inaugurar una nueva manera de vivir, pero no hacía sino repetir un patrón familiar que siempre había despreciado… Se amaron con más ternura de lo usual… Mientras reposaba uno al lado del otro, comenzó a soltar su enrevesada explicación…”. Apreciamos en los pasajes señalados cómo se nos cuenta la historia cargada de sutilezas. Así se desarrolla toda la trama… Aun sintiendo que se van perdiendo en el tiempo continúan en el desgaste amoroso. Este Miedo, pudor y deleite, es una novela de lo íntimo y del deterioro del universo amatorio. Siendo así, los personajes se mantienen en su afán por… el desorden de sílabas está dado en los espacios de lo cotidiano.

Los personajes se erigen desde esa precariedad humana, apuestan a los retazos, de modo que el signo es el escombro de lo inalcanzable.

El juego narrativo se concentra en la debilidad de aquellos sentimientos de los personajes, también en su esencia: “Ella se fue percatando de cada una de estas fases desde el momento en que él le besó la palma de la mano. Es una palma que conoce bien, no tanto por sus huellas como por su temperatura…”. Cómo, por medio de las manos, se desarrolla una historia para saber de los personajes. Es uno de los inicios del juego amatorio, es la procura de eternizar un instante que se convierte en sonidos y en animales devoradores del deseo y la pasión.

Los personajes se erigen desde esa precariedad humana, apuestan a los retazos, de modo que el signo es el escombro de lo inalcanzable porque se les escapa en la duda. El desarrollo de la historia va en consonancia con los giros poéticos. La ciudad física, llamémosla así, es el pretexto porque va en ellos; los personajes, la otra ciudad, aquella que está en el interior de su ser. Dos ciudades paralelas, la que está en el allá afuera y la que se instaura en la desnudez de sus sentimientos. Insisto, persiste el desencuentro amatorio: “La luz del sol los inunda y los ubica en el tiempo. Hacen pausas. Quieren alargar todo lo que alcanzan, como si fuera el único motivo del viaje, como si fuera algo irrepetible que ocurre una sola vez en la vida”. En este caso se manifiesta ese deleite que desvanece por momentos la vacilación de los protagonistas.

La narración fluctúa entre un presente y un pasado —no olvidemos las cartas. En ese traslado en el tiempo acontecen uniones y separaciones. Las frecuencias corporales se tornan más lentas y esquivas ante la duda de una historia que se padece. En los diálogos se contiene la ausencia de la pareja. Se procuran pero no encajan en esa búsqueda. Es la absoluta presencia de la soledad porque ese “miedo, pudor y deleite” volvió a recorrerle la piel. Esta novela es un bello canto al desprendimiento y a la soledad.

José Ygnacio Ochoa
Últimas entradas de José Ygnacio Ochoa (ver todo)

¡Comparte esto en tus redes sociales!
correcciondetextos.org: el mejor servicio de corrección de textos y corrección de estilo al mejor precio