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Tres poemas de Clemente Guerrero

viernes 27 de noviembre de 2015
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Ancla de los días

Hay días con sabor a resaca del lunes.
Cal y ceniza en esta costa de asfalto
donde los muertos reviven con tazas
de café como agua de tierra.
Para erguir el holocausto matutino
en el altar del escritorio y la oficina.

Habría que atarse los zapatos que nos anclan
al muelle de los días y hacer vida en este puerto.
Comerciar con la firma en los reportes.
Intercambiar miradas
como buscando la X del tesoro
en la arruga de la falda o la camisa
o ese punto donde se unen mar y cielo
y que algunos almirantes llaman la cadera.
Conducirme, así, por la carta de navegación
de tus lunares y hablar de los litorales
de tus piernas y de ese gesto que tienes
cuando me dices buenos días,
o del vestido que ciñe el bosque incendiado
de mis manos cuando toco tu cintura.
Donde somos dos navíos en contraflujo
que zarpan a la hora de salida
porque saben que mañana otra batalla
y otro puerto los espera.

 

e-mail para Anatole France

a Enrique Pérez Alcántara

Estoy cansado de escribir,
por ejemplo; “Palacio”
y ver cómo las antenas
insinúan torres con la lluvia.
De pedir prestado un coche
…………………………………….en madrugada
como alguien que sabe
de la condena del hogar,
y que habremos de llegar ahí
…………………………………….sin que nadie nos espere.
De escuchar el tigre de las aeronaves
y preguntar:
………………………………..Cuántos cielos arrastran con su vista
………………………………..Cuánto esplendor arranca de la hierba
………………………………..Cuánto el frio que nos depara un detector de minas en Varsovia
………………………………..que borró nuestro pasado con el pudor de los misiles

La herida que cose nuestro cuerpo es la injuria de un Dios;
los ojos de una mujer donde Abril nunca termina.

Todo esto es el invierno
donde una calle vacía me atormenta.
Escribo mi nombre
………………………………..Nada pasa
como si al reescribirme alguien repitiera:
………………………………..Yo soy un Dios piadoso
………………………………..no concedo alma a mis criaturas                

Creo que en este instante
………………………………..Alguien
se ha cansado de mí.

 

Maravilla de vagabundos

para g, que nunca pierda la Esperanza

Las cosas están hechas de palabras.
Fíjate, todo lo que nombro aparece.
Pero la verdad es algo que se calla.
Una falsa silueta,
un cuerpo hecho a base de sueño y fantasía
en el póster de una habitación,
adolescente que va dejando de ser niño
para beber sonrisas en una mujer de celofán.
Cómo adornar, entonces, la mañana.
Cómo decirte: “Buenos días, princesa”
sin engañarnos
Como me gustaría que vieras la mañana que te escribo:
Esa fisura en la piel de un tigre
que de su sangre manan rosas amarillas.
Cómo de los obreros que se levantan a cuidarla
inclinados siempre por la blancura de su peso.

Hablarte de las manadas que el sol trajo hacia nosotros,
su migración rutinaria hacia el trabajo,
de las faldas,
de los portafolios que esperan la hora de salida
antes que una caballería de pistones nos detenga.
Oficinas que se levantan como faros en el mar
conjurado cuando revisas mi mensaje.

…………..Ese mar de tigres
…………..que en tus manos crece
…………..y se desborda.

Pero otra cosa será.

Vuelve a la cama
para soñar amaneceres sin nosotros.
Guárdate bajo las sábanas
y cuéntame una historia de romanos
como personajes de una serie de TV.
Háblame del día
en que César durmió junto a la reina
y no pudo hacerle el amor
porque un ejército de soledades lo vencía.

Háblame antes de dormir.
Duerme antes que descubra el sol bajo tu almohada
y las auroras devoren tu piel recién hecha
en el rocío de los postes.

Apaga la luz.

He cegado al sol
y sé que por momentos
amanece.

Clemente Guerrero
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