Infierno
Allá abajo
le prendí fuego a mi sangre
desoculté de los ojos de dios
aquella lápida que aguardaba mi nombre,
fui la ave negra
que con su aleteo moribundo
buscó tragarse los ojos de Barrabás,
la poeta maltrecha
que con un cuchillo cortó
la tinta de su pluma
y masacró la yugular en una palabra.
digo ahora, así como mis ojos miraron
derrumbarse la torre de la lengua
yo también he de caer
en un ocaso sangriento.
Palabras
A Alejandra Pizarnik
Le hablo
a la que se arrancó la piel
después la tragó
hasta vomitar el yo
a la niña muerta del jardín.
¿Qué le hiciste al don de la palabra?
lo convertiste en huesos,
como avara los arrastraste
hasta tu tumba,
y yo me entrego
a la poesía de tus muertos
en la muda de mi lengua.
Reminiscencia
Eternamente lloro desnuda
por el páramo del yacente
donde perros acechan mi carne,
yo en busca del signo
anido en mi sexo la ausencia
Entrada a dos metros
Entre la sombra de los raídos
el silencio es vertical
ante la presencia del cadáver
que traga tierra,
hay que ir con rabia hacia el abismo
para ya no saber regresar
Ahí donde demonios y gusanos
devoran los cuerpos reventados de miseria,
deleite de uñas negras
que hurgan bajo los ataúdes,
Ojos secos entre ramajes del olvido.
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