Con la soga al cuello
Los depredadores sostienen paredes de sal
pero se derrumban por la sed agónica
extraen de la flor el llanto mancillado
de los forasteros
y su sentencia es un vil regreso al purgatorio
celebran con espigas de plata
y golondrinas de oro su canto inmortal
El purgatorio está cerca
así lo sentencian los poetas
los forasteros no lo encuentran
porque se pasan la vida resolviendo el misterio
de la fuente de la vida
donde a unos se les revela
y a otros se le niega tres veces
El mito de los conjurados
La gloria reposa en el mito de los conjurados
son payasos vanagloriados con las tragedias
se alimentan de historias muertas
no hay marcha atrás
Las ataduras de los lustros pasados son los mismos de hoy
caras de doble faz aparecen de la nada
salpican los corazones y envenenan las alegrías de los inmortales
hasta envilecerlos
Los Dioses ahora están con ellos
los acompañan, protegen y los regresan a la leyenda que un día fueron
De pie
Aspiro el soplo de los dioses
Y me levanto de las páginas que murieron condenadas al olvido
Nefertiti es mi sagrada compañía ahora que estoy en pie de lucha
desarmando carrozas en desfiles fúnebres
Asaltas la noche devorando mi pena de muerte
donde Pilatos ya no cree en la controversia
y Judas sigue apostándole al dinero
La hechicera de lo efímero
La hechicera vaga entre las nubes
atesora tesoros que esconde en las tinieblas
ya gime hasta en el infinito
muestra el camino de los desheredados
y arrebata la niebla espesa del teatro del horror
así de una vez por todas consume el alma en un soplo
da vueltas en el espiral
lanza los dados para fraguar su próxima víctima
junto a la pócima del dragón
conjura los demonios desterrados del paraíso
e invoca a Morgan a través del talismán de la noche
y consume las entrañas de los que fueron polvo y ceniza
Destierro
Los dioses se roban el fuego
ya empieza el ritual del paraíso
donde trazo una frontera más allá de tus pasos
Los declinados sepultan el paraíso
y con ello el compromiso
del valor de la palabra insospechada
del sepulturero
La dama de hierro fustiga a mis espaldas
el peso de un pueblo
y cercena el grito que puse en el cielo
ahora el paraíso se lo han negado al sepulturero
Los dioses celebran el fallo de una dama de hierro
e incineran el ágora cantándole a Victoria
y vengan los siglos atroces de sus antepasados
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