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Oda en plenilunio y balada del ángel, de Aníbal Fernando Bonilla
(selección)

lunes 18 de abril de 2022
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Oda en plenilunio y balada del ángel
Aníbal Fernando Bonilla
Poesía
El Ángel Editor
Quito (Ecuador), 2012
ISBN: 978-9978-348-51-2
80 páginas

Tu sombra

Me quedo vacío
con la inclemencia del viento
con la rabia de la distancia
con tus pupilas encegueciéndome
de mariposas negras.

Me quedo buscando tu sombra
en algún rincón
de mi tristeza.

Me quedo con la cobardía
a borbotones
con el beso imaginario de la noche
con la mirada atrofiada
en la mitad de la calle
con tu mano extendida
quebrándome los huesos.

Me quedo sin sonrisa
recordando tus inexistentes lunares
ebrio de melancolía.

Quisiera que tus labios
lastimen los míos
sin remordimientos
y escribir
sobre tu piel
el verso clandestino
las palabras que caminan juntas
en las horas rotas.

Me quedo con los libros arrumados
y la paradoja
de las páginas jamás leídas,
con la brevedad de la cebada
con la inconsciencia colectiva
con tu vientre desnudo
saludando a las estrellas
y a la muerte.

 

Incomodidad

Llegaste
en el momento inoportuno
a descifrar
mi alma vacía
a recoger inútilmente
códigos secretos
piedrecillas retenidas
en el corazón lacerado.

Al final
el poeta esconde
su verdadero oficio.

 

Amor amurallado

Desde el zaguán
en donde aguardan los sueños
el amor se amuralla
de temor y oscuridad.

La felonía se impone
en la ciudad perdida.

 

Mujer de maíz

Mujer
desgranándose como maíz silencioso
con lágrimas del tiempo
y el vértigo de la insolencia.

Mujer
gitana anónima
que inventa el futuro
leyendo las líneas de las nubes.

Mujer
águila invencible
surcando el cielo oscuro
de las bestias
anticipando el Apocalipsis terrenal
en la fría catedral
de los fariseos verdaderos.

Mujer
lluvia abundante
en el desierto masculino
nodriza de fertilidad
ante el espasmo de la muerte.

Mujer
luna solitaria
que viaja cómplice
de madrugada
entre el sueño
y la bienaventuranza
de la carne.

Mujer
ternura en la sinfonía dulce
como brevedad de vida
como susurro en la penumbra.

Mujer
criatura libre
que recibe bofetadas
en la celda
de la estupidez humana.

Mujer
poesía
que decanta
con su verbo
con su velo
con su beso
la esperanza de los días.

 

Semilla del hijo bueno

Yo te vi nacer
como pan
como roca
como semilla,
en la plenitud de la tarde.

Yo te vi abrir los ojos
desde el alarido inicial
como pequeño pájaro
que extiende sus alas
en la proximidad
de horizontes desconocidos,
de vientos capitales.

Tu identidad de hijo bueno
brota con el amanecer
detenido en el umbral
de las parábolas
y la heredad bíblica.

Eres el nuevo pescador de hombres
bendecido por la abundancia
del agua.

Paulatinamente
conocerás el camino
de bondades
y el túnel que conduce a la oscuridad.

Tu corazón late con el gozo de los siervos,
tu sonrisa se ilumina con la gloria de los justos.

No padecerás hambre
ni lamentaciones
porque tu canto
será a favor de la ternura
y el verdor del mañana.

Eres carne de mi carne,
expansión de la sangre
que brota de los confines
del gozo eterno.

Aníbal Fernando Bonilla

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