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Salvoconductos hacia las primaveras, de Marian Raméntol
(selección)

lunes 30 de enero de 2023
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“Salvoconductos hacia las primaveras”, de Marian Raméntol
Salvoconductos hacia las primaveras, de Marian Raméntol (LN Ediciones, 2022). Disponible gratuitamente

Salvoconductos hacia las primaveras
Marian Raméntol
Poesía
LN Ediciones
Barcelona (España), 2022
88 páginas

El cielo nos sabe formales y etiquetados

La avenida se ha quitado la camiseta,
el sol baja por la faringe de los edificios
mostrando la realidad alargada de la prisa.
Las sombras corren sin autorización
por los mofletes asfálticos de los muros,
y en la boca del metro
parecemos hormigas de azúcar,
arrastrando los pecados en el lomo,
testarudas y organizadas,
como queriendo exorcizar a las gaviotas
de su condición actual de carroñeras.

Somos dóciles, comprensibles y numerables,
nos sorprendemos siempre de igual manera
ante una pared clonada, ante un pueblo mudo
o ante el sudor de los almohadones
cuando los asalariados rostros
se perpetúan sin respuestas.

El cielo nos sabe formales y etiquetados, sí.

Pero también sospechosos de provocar una estampida
hacia los grises sin hogar, hacia las biografías
crepusculares, hacia los pechos
que acunan la belleza de un lenguaje convicto,
y por eso nos vigila,
apostado en el alféizar del futuro,
escudriñando cada disculpa,
cada sollozo de euforia o de espera,
de noche anecdótica o de vacío importante,
porque todo cuanto hacemos
señala la orografía
de nuestra peligrosa fragilidad.

 

Darle una lección a Dios sobre la ciencia

Vivo de posibilidades, como tantos otros.

Si pudiera ser sólo julio
las bombas vaciarían el intestino del mar,
sembrarían de anémonas las orillas de los libros,
y tentarían a la exhalación de la muerte
en cada pie de página,
con la aclaratoria munición entre líneas
para este mundo demasiado corto.

Con toda la inquina junta
al inicio de un capítulo hecho de barricadas,
se narraría la mayoría de edad de un nacimiento,
más lejos del parto de ese horizonte
que sentado en la grupa de un camello
empieza a girar rápidamente,
y vomita sobre los ojos
la enorme imagen de nuestro orbe.

Y así sería capaz
de darle una lección a Dios sobre la ciencia,
sobre el arte blindado de los muros,
…………sobre las bocas secas de los pueblos anochecidos,
……………………y sobre el humanísimo hedor de la leche
……………………………….cuando nos mancha por dentro.

 

Un mundo de borrascas

Este mundo sin cuerpo no tiene sombra,
es como el velatorio de un mar vacío
parado sobre la enfermedad de sus costas,
que anduviese de fiesta con otra persona
metida dentro de mi piel, y a cada inspiración
construyéramos futuras necrópolis.

Si oscurecemos las esquinas del aire,
y cavamos hondas lunas de aceite,
si los pájaros exprimen cada gota de nube
y se derraman amanecidos de colores cóncavos,
haremos inclemente el desafío
entre el borrador del océano
y la acuarela de los peces.

Que la sangre, entonces,
me devuelva una mirada ruidosa como un parto,
que me nazca un planeta minúsculo,
donde los espejos pierdan la cordura, y me reescriban
la cabeza, costillas y columna vertebral,
y a cada respiración estaré
un paso más cerca
de poder nombrar un mundo de borrascas,
confidencias y demás humanidades.

 

En ese lado fronterizo de la muerte

Hace tiempo que sólo entablo diálogos con la ceguera
y mi nombre utiliza todas las letras que lo forman.

Me quito la ropa supurante de cicutas
y constato que en la zona ártica de mi espalda
ya no queda lugar urbanizable.
¿Qué haré con el invierno?

Entre esa piel tan pegada a las alturas
y la vida, no hay correccionales y la palabra
espera ante el patíbulo
al último chaparrón de notas para un réquiem.

Busco allí donde los minutos
arrojan sus pechos a la calle
y la voz aprovecha el salvavidas
para crear un imperio en el espacio.

No habrá modisto
que descifre las medidas de mis piernas
y no tendré más que permanecer desnuda,
porque no es verdad que las heridas
acaben siendo invisibles.
El dolor desde que nace
es resistente a la cirugía plástica
y yo tengo la manía de abrir siempre los ojos
en ese lado fronterizo de la muerte
donde la biografía del abecedario
es una poética inacabada
que no admite correcciones.

 

Frente al monólogo de mis venas

Llevas una nube en la comisura de los ojos
por eso me derramo, a cien pasos de ti,
con la mejilla hablando en voz baja
y la ceguera de mi vientre tomando un baño
en la profundidad del silencio.

Me basta con esperar la luz en el andén,
con el equipaje enloquecido acompañarte
por el aroma antiguo de tus bosques,
apilar crepúsculos de madera,
desnudarme en tus colinas y saber
que las promesas suben por la maldición un blues
para bajar de nuevo hasta tus manos.

No se me ocurre mejor maternidad,
parir despeñaderos dignos de tu estatura,
callar sobre la tierra, pasear por el borde
de mi cama hasta endurecer de frío,
esperarte en todas las caídas hasta que me hagas real
y vomites sobre mí la bendición de tu vuelo,
tu anochecer de sótano, la respiración pequeña
que escondes bajo la manta, y esa sonrisa que se para
de repente frente al monólogo de mis venas.

Marian Raméntol
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