5 Tijax, onomástico
Según los quichés
era pesado el día en que nací,
denso,
relampagueante.
Nací en un día que come.
Llorando desde el vientre de mi madre,
llegué al mundo con cinco cuchillos de obsidiana:
uno en cada mano,
uno como restallante lengua,
otro en la fimosis de mi pene,
el último enterrado en mi válvula mitral.
Cortante y frágil,
magma cristalizada,
hijo de terremotos,
ahijado de la muerte:
así me llamaron.
Lo cierto es que nací en una madrugada de hielo,
en una isla donde hasta las rocas sudan.
Todavía puede verse la luna creciente en mis pupilas.
Arrullado fui por las tormentas,
dicen que puedo arreglar y fracturar los huesos,
que veo destellos de futuros posibles.
Lo cierto es que soy un puñal de filos dobles,
un espejo negro:
el que refleja tus sombras.
Nací en un día en el que no se siembra
/Dios estaba sano, aclaro.
Inquietud
Encontré la palabra,
Era la exacta,
La más hermosa.
No la escribí.
Olvidé la palabra.
Ahora, ¿dónde busco mi palabra exacta,
esa con la cual puedo expresar lo que me palpita
y no habla?
Esperando, fuera de Urgencias
A Luis Bringas
La noche se enfría.
Se alarga.
Solo,
miro los botes de basura,
entre los que corretean cucarachas.
Por los muros se deslizan
sombras escurridizas y
gatos ferales.
A veces llegan ambulancias,
llenando las paredes de ruidos, luces,
angustias.
Entran a alguien en una camilla,
¿saldrá vivo?
Ancianos en sillas de ruedas cabecean.
Ojalá sueñen sus mejores sueños,
mientras esperan lo inevitable.
Mi propia espera,
compuesta de temores y cafeína,
prosigue,
densa,
como esta noche hecha de nafta y llantos.
Espero que no muera aún.
Sin embargo, las esperanzas rehúyen.
No hay recuperación posible.
No volverá a preparar sus mejores recetas,
ni a contar las historias de su pasado marinero,
mientras suena música de Ennio Morricone
y bebemos ron de Jamaica
o vino de Chile.
No, no es mi padre,
pero se parece tanto al que hubiera querido…
Pasa otro gato,
otra cucaracha.
Se arrastra otro segundo.
No es mi padre, decía.
Pero eso, de alguna forma que no sé explicar,
me ahueca,
hace más triste esta espera.
Hoy comí de la última sopa que hizo.
Es tan raro comer algo preparado
por alguien que se va yendo.
Que ya no está,
pero aún no se ha ido.
Algo preparado con esas manos que están cianóticas ahora,
tan frías.
Ha de ser tan difícil para un marinero
ahogarse en tierra firme,
a tantos metros sobre el nivel del mar.
Ha de ser cruel para alguien que amaba tanto el ardor del desierto
sentir tanto frío.
Nos quedó pendiente ese Rioja que no abriste,
que me enseñaras más de carpintería,
que me contaras otra vez tus anécdotas de Mazatlán.
Me faltó llenar más esos espacios que tenía vacíos,
esos espacios que se vuelven a drenar ahora
en una noche que se enfría,
se llena de gatos,
de cucarachas,
de lágrimas,
de tu ausencia.
Non sequitur
Una señora come mariscos sola,
a la orilla de una playa de enormes olas cuadriculadas.
Pasa un anciano cargando un arpa que pesa más que sus años,
un arpa cuya música no le interesa a nadie,
cuyos sonidos son borrados por los rugidos de un mar negro, indómito.
Las guirnaldas de papel picado
cubren las solitarias calles,
se estremecen por brisas que nadie respira.
Pasan las personas tan rápido…
parecen borrarse.
Cientos de rostros se desvanecen en segundos,
sin dejar rastros en el olor a sal que lo cubre todo.
Sentado ante un café que humea canela,
mirando la acelerada procesión de soledades
de esta realidad que parece pixelarse
me pregunto cómo hacemos para creer que estamos aquí,
vivos.
Biografía
Mi vida, tan barroca,
tan llena de claroscuros, vanitas y horror vacui.
Mi vida,
Sade + Kerouac en una resaca eterna
leyendo a Proust y a Lezama.
O viceversa.
Mi vida, postales de Mapplethorpe
y de Platt Lynes
……………………..no suficiente Jean Genet.
Nocturno de Chopin
tocado con todo el odio de Rachmaninov.
Mi vida,
Más vulgar de lo querido,
más plural de lo debido.
Mi texto lo escribió el ángel que inspiró a Dostoievski,
pero, pintoresco,
recreó una historia de Maturin en un escenario caribeño,
dominado por los rusos.
Existencialismo gótico sin olor a sopa de coles,
bajo un espantoso sol tropical
que me hacía sudar cebollas.
Mi vida, un guión de Tarkovski,
con la dirección de Almodóvar.
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