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La contribución de los latinoamericanos árabes a la economía de América Latina

lunes 7 de diciembre de 2015
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Almacenes Chahuan de Santiago de Chile, 1915.
Almacenes Chahuan de Santiago de Chile, 1915. Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile

Introducción

En el presente trabajo vamos a indagar en el circuito económico de los inmigrantes árabes en América Latina, desde que pisaron sus pies estas remotas tierras por primera vez, hasta tiempos recientes. Nuestro objetivo consiste en destacar hasta qué medida lograron los árabes ser un elemento constructivo en la economía latinoamericana, pese a las condiciones desfavorables en que se encontraron, especialmente en los primeros años de su inmigración. Vamos a seguir los pasos del inmigrante árabe desde su comienzo como pobre vendedor ambulante que perseguía a sus clientes en los remotos pueblos, desplazándose a pie o a lomo de una mula, hasta convertirse en un próspero y conocido dueño de una empresa industrial o financiera en las grandes ciudades latinoamericanas.

 

1. El comercio ambulante

Los árabes que llegaron a América Latina hacia mediados del siglo XIX para “hacer la América” se dedicaron masivamente a la actividad comercial: el 90% en Colombia,1 el 86% en Argentina,2 por citar algunos ejemplos. La mayoría inmensa de estos comerciantes eran vendedores ambulantes que ejercieron la venta ambulante, o el pequeño comercio itinerante,3 durante las tres últimas décadas del siglo XIX.4

Estos inmigrantes, que procedían mayoritariamente de un entorno rural y que eran agricultores, no se dedicaron a la agricultura, sino más bien al comercio, puesto que el capital que invertían en este último sector se recogería a corto plazo.

Estos vendedores, conocidos también con el nombre de buhoneros, iban de casa a casa con una variedad de mercancía a pie o a lomo de una mula “vendiendo cintas, telas, cadenas y baratijas”.5 Sus productos eran principalmente textiles y artículos de mercería fáciles de transportar,6 telas de precios baratos, aretes, sobrecamas bordadas, etc.7 Los primeros artículos que vendió el buhonero procedían de Tierra Santa, Palestina, y concretamente de Belén, a los cuales los latinoamericanos mostraban una especial devoción. Se trataba de “rosarios, medallas, para ampliarse luego incluyendo frasqueras de agua con la etiqueta de “Agua del Santo Río Jordán”, cajitas de “Tierra de la Tierra Santa” o la “Rosa del embarazo”.8

La dedicación de los emigrantes árabes casi exclusivamente al comercio ambulante, sobre todo en su primera etapa, ha suscitado varias interpretaciones. Algunos lo atribuyen a su bajo nivel de instrucción, basándose en el Censo Nacional de 1914 en Argentina que demuestra que casi el 70% eran analfabetos,9 lo que les impedía ejercer otras ocupaciones fuera de este sector. Otros piensan que ello se debió a su deseo de juntar una fortuna de manera rápida para enfrentar su mala situación financiera de los primeros tiempos de su inmigración,10 teniendo en cuenta que la mayoría de ellos llegaron a este continente con pocos recursos económicos.

Estos inmigrantes, que procedían mayoritariamente de un entorno rural y que eran agricultores, no se dedicaron a la agricultura, sino más bien al comercio, puesto que el capital que invertían en este último sector se recogería a corto plazo, contrariamente a la agricultura y la ganadería.11 Además, la agricultura exigía “estancia de larga duración, capital para la adquisición de la tierra agrícola y familiarización con nuevas técnicas de labrar esta tierra”.12 A estas dificultades se agrega, en países como México, por ejemplo, la de que la mayor parte de la tierra no estaba en venta durante el gobierno de Porfirio Díaz, ya que prevalecía la estructura de haciendas, que eran grandes extensiones en manos del hacendado, y lo poco que se vendía tenía un alto costo.13

La aparición de los inmigrantes árabes en la escena económica como buhoneros hizo que tanto los medios de comunicación como la gente ordinaria les acogiera, al principio, con rechazo y desprecio. Su dedicación al comercio tuvo lugar en una época en que muchos gobiernos latinoamericanos fomentaban la emigración de agricultores, por lo cual fueron considerados como obstáculos para estas políticas agrarias.14 La opinión pública no veía con buenos ojos a estos inmigrantes: cuestionaba su aportación a la economía nacional, con respecto a los inmigrantes europeos, y consideraba que sólo ejercían actividades parasitarias, lo que les dio la imagen del turco oportunista15 que quería enriquecerse a costa de los pobres antes de volver a su país.

Dicha imagen negativa representa una serie dificultad que se plantea ante el vendedor ambulante desde sus inicios. Junto a esta dificultad, los inmigrantes árabes tuvieron que enfrentarse con otra de índole lingüística, ya que llegaron a este continente sin previa preparación idiomática, aunque consiguieron vencer este obstáculo aprendiendo lo necesario de vocabulario y sirviéndose de las señas corporales para comunicarse con la gente. Junto a estas dificultades, se agrega la de los caminos seguidos. El inmigrante se movilizaba “a través de senderos por caminos montañosos con la ‘maleta’ donde llevaba su mercancía, (…). El camino tenía que hacerlo a pie o a caballo, porque no existían otros medios, expuesto a soportar los aguaceros que caen, al menos, durante seis meses al año”.16

Los primeros años de su llegada fueron los más difíciles de su estancia en este continente; sin embargo, su eficaz arma fue su carácter emprendedor, su dinamismo y su empeño en prosperar. No recurrieron a la fatal competencia entre ellos sino que compartieron el territorio de modo que lograron penetrar de una manera progresiva en todo el continente, llegando a lugares muy apartados de las zonas urbanas.17 Su llegada a remotas zonas rurales donde se practicaba el trueque les proporcionó importantes ganancias, ofreciendo a sus clientes campesinos productos manufacturados que eran muy solicitados en este entorno rural.18 No esperaron que les llegara el cliente a sus tiendas, sino que ellos mismos llevaron su mercancía hasta donde se encontrara él, rompiendo así la tradicional estrategia de venta que esperaba la llegada del comprador.19 De este modo, lograron monopolizar el comercio en algunas zonas marginadas por estar aisladas y muy alejadas de las vías de comunicación, y por tener difícil acceso.20

Entre las modificaciones que introdujeron los vendedores ambulantes árabes en el mercado latinoamericano están transformar el sistema del trueque en sistema monetario e introducir el crédito entre los campesinos.21 La aplicación de la venta a plazos entre los estratos populares y la clase media les permitió a estas clases alcanzar productos variables que no podían obtener sin este sistema conocido en México, por ejemplo, por sistema de abonos.22 Los árabes generalizaron en las zonas donde llegaron el microcrédito, acelerando la circulación del dinero en las áreas campesinas, y haciendo posible el consumo de nuevos productos.23 De esta forma, difundieron “pautas de consumo hasta entonces restringidas a los sectores sociales minoritarios”.24

 

2. Establecimientos fijos

Los años ochenta del siglo XIX vieron la aparición de los primeros establecimientos fijos de los inmigrantes árabes en América Latina. Sin embargo, el verdadero aumento de estos establecimientos tuvo lugar a partir de las primeras décadas del siglo XX, principalmente en las calles de Brasil y Argentina, países que recibieron el mayor flujo de los inmigrantes árabes de aquel entonces.25

La mercancía que venden estos establecimientos es variada, y va desde los productos de seda hasta los productos alimenticios.


Por lo general, los vendedores ambulantes, tras muchos años de trabajo duro, austeridad y ahorro, consiguieron reunir un pequeño capital y tener una clientela, lo cual les permitió abrir sus primeras tiendas.26 Aunque algunos inmigrantes siguieron ejercer la venta ambulante, la mayoría de ellos dejaron de trasladarse entre los barrios y los pueblos para vender su mercancía. Se trataba de la segunda generación, que consolidó el establecimiento fijo y abandonó el comercio itinerante.27

Los establecimientos comerciales árabes se encuentran casi siempre en las zonas urbanas y en los lugares más céntricos. En las primeras décadas del siglo XX, São Paulo tenía 320 tiendas de capital árabe; en Perú, el 57% estaban instalados en la ciudad de Arequipa.28 En Honduras los árabes están instalados principalmente en la ciudad de San Pedro Sula;29 en Costa Rica se concentran en las zonas comerciales más importantes del país: los puestos están en el mercado y las tiendas en los alrededores del mismo, reproduciendo la auténtica imagen del zoco árabe.30 En Ecuador también están instalados en zonas urbanas céntricas como Quito y Guayaquil, además de tener sucursales en los barrios periféricos.31 Además de las zonas urbanas, los comerciantes árabes instalaron sus negocios también en zonas rurales y muchos pueblos remotos de las ciudades.

La mercancía que venden estos establecimientos es variada, y va desde los productos de seda hasta los productos alimenticios. En Cuba los árabes se destacaron en la sedería, como Luis Azor, José Elías Name, propietario árabe de una sedería y quincallería, La Flor de Turquía; los hermanos Julián y Antonio Debes, dueños de La Siria.32 En Costa Rica las grandes tiendas de ropa y calzado pertenecen a comerciantes árabes y sus descendientes, como El Palacio de las Camisas, El Palacio de los Palacios, El Chic de París, el Centro de Novedades.33 Entre las mejores sastrerías de San José es conocida la de la familia Fáuaz; la tienda La Favorita es de Antonio Gazel en San José, construida en 1941; las hermanas Aued tenían una tienda de ropa de señoras.34 En Nicaragua, los abuelos de Suad Marcos Frech se dedicaron a la venta de ropa, calzados y adornos en las más importantes ciudades como Managua y Masaya, y entre sus principales tiendas están Tienda París Londres y Camisería Marcos.35

Los árabes se dedicaron también a la importación de varios productos como el caso de Azor, y de Gabriel M. Maluf en La Habana, que importaban productos de quincalla y perfumería.36 En Costa Rica, la señora Warda Aued y su familia importaban casimires de Inglaterra; otros importaban telas, y otros comerciantes árabes, como la familia Sauma, importaban perfumes, cueros y artículos para caballeros.37

También figuran los productos alimenticios y las tiendas de víveres entre la lista de los negocios árabes, como los de la familia de Aziza en San José; Jorge Ayub Dau, en Limón, y Antonio Nassar, en Turrialba, todos ellos están en Costa Rica.38 Los que lograron prosperar económicamente ampliaron sus tiendas, estableciendo centros comerciales, como la familia Siman, que instaló las Galerías Escalón en El Salvador.39

Los comerciantes árabes en América Latina abrieron todo tipo de negocio, de modo que su mercancía resultó muy variada. Dicha variedad se contempla, por ejemplo, en Cuba, donde la gama de sus tiendas, durante la primera década del siglo XX, abarcó unas diecisiete tiendas: “Sedería, tiendas de víveres, tiendas de ropa, baratillos, ropa hecha, relojería, importación de sedería y quincalla (p. 384), perfumería, almacenes de tejidos, importación de tejidos, quincallerías al por menor, platería, sastrerías y camiserías, carpintería y juguetería, tiendas mixtas”.40

Gracias a su laboriosidad y dinamismo, los comerciantes árabes alcanzaron un gran predominio económico y consiguieron controlar una buena parte del comercio fijo en América Latina. En Chile, por ejemplo, en las dos últimas décadas del siglo XX, los árabes tenían el 25% de las empresas de las confecciones, y más del 40% de las del textil.41 En Centroamérica, y especialmente en Honduras, el poder comercial árabe supera incluso a muchos de los centroamericanos. En la primera mitad del siglo XX, los comerciantes árabes controlaban el 40% de las inversiones. En San Pedro Sula, de las 900 tiendas, el 27% pertenecían a los árabes.42

Varios factores contribuyeron al éxito que tuvieron los comerciantes árabes en este continente. Entre dichos factores destacamos su sentido de responsabilidad y trabajo duro, que constituyen sus dos valores más respetados por todos los miembros de la comunidad árabe.43 El agregado comercial estadounidense en Colombia aprecia en ellos su laboriosidad y su sentido de ahorro.44 El inmigrante árabe aparece en su modesta vivienda, que está casi siempre junto al negocio, encima de él o en su trastienda,45 pero al principio un solo local servía tanto para el negocio como para la vivienda.

El otro factor consiste en convertir su inicial inmigración provisional en inmigración permanente,46 lo cual les hizo entregarse más al trabajo, llamar a más parientes y amigos para ayudarles en sus negocios y, por lo tanto, aumentar la producción.

Otro factor relacionado con la coyuntura económica europea fue después de la primera guerra mundial, período en que Europa llenó las grandes ciudades latinoamericanas con todo tipo de productos. Los comerciantes árabes aprovecharon esta situación y algunos de ellos consiguieron ejercer el comercio al por mayor, convirtiéndose en mayoristas e importadores de sus mercancías de Europa.47

La estrategia que siguieron los comerciantes árabes para ser más competitivos era “vender barato y reducir su margen de ganancia”.48 Sin embargo, dicha estrategia les causó problemas en Perú con los demás comerciantes, que organizaron protestas populares en 1924 para expulsarlos del país.49

 

3. Industria

Como resultado de su éxito en el comercio, tanto en su fase ambulante como establecido, los árabes y sus descendientes intentaron probar fortuna en la industria. Sus primeras inversiones en este sector se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque se trataba más bien de modestas iniciativas individuales que de empresas industriales propiamente dichas. Eran talleres parecidos a los que existían en sus países de origen.50

La industria textilera árabe domina la mayoría de los países del continente.


Familias conocidas llevaron a cabo esta labor, como la familia Sahora en Lima, Bolivia y Chile; la familia Hirmas en Santiago de Chile,51 cuyo capital fue invertido en su mayoría en el textil. En 1910, en Chile también, Schain Hermanos crearon su propia fábrica de perfumería, y Abdala Manzur estableció su fábrica de artículos de cuero.52

Los árabes aprovecharon las medidas tomadas por los gobiernos latinoamericanos para proteger la industria nacional durante la crisis económica de 1929, a fin de ampliar sus actividades industriales en sus países receptores. Después de la segunda guerra mundial participaron activamente en la bonanza económica que conoció el continente latinoamericano, a través de la industria y la exportación a Europa, que abarcó no sólo el textil y la confección, sino también los productos agrícolas.53 La empresa establecida por el inmigrante fue renovada por su descendiente, que fue mejor preparado profesional y materialmente que su padre gracias a su ingreso en la universidad. Así, empezó a invertir en la industria semipesada, y hasta pesada, como Jorge Antonio, promotor de esta industria en Argentina.54

La industria textilera árabe domina la mayoría de los países del continente. En Honduras, la empresa de la familia de los Kattan proporciona el 60% del producto interno bruto de este país.55 En Chile, las fábricas árabes, antes de la segunda guerra mundial, proporcionaban el 90% de los artículos de seda, algodón y nylon. Sólo en la década de los treinta, los árabes crearon 147 empresas, casi la mitad de ellas dedicadas al área textil, y 30 en la confección.56 En 1937, la familia Yarur Hermanos inauguró su más sobresaliente hilandería de América del Sur.57 Con tal peso, la industria con capital árabe contribuyó a resolver la crisis de desempleo de los treinta que afectó a muchos países, contratando entre 9 y 10 mil trabajadores.58 En Brasil, las fábricas con capitales árabes producían el 75% de artículos de seda.59

 

4. Establecimientos financieros

La tercera y cuarta generación de descendientes árabes en América Latina, como signo de su éxito, diversificaron sus actividades económicas, iniciando nueva especialidad: la actividad bursátil.60 En este ámbito crearon bancos, cámaras de comercio y empresas de seguros.

La dinámica que introdujeron los inmigrantes árabes y sus descendientes en la economía del continente les hizo aparecer en la escena económica como la primera élite empresarial latinoamericana.


El primer banco de capital árabe apareció en Argentina en 1925, llamado el Banco Sirio Libanés del Río de la Plata.61 A partir de esta fecha se desencadenó la fundación de bancos, cubriendo muchas zonas del continente: México, Chile, Brasil, etc. Se conocieron hombres de origen árabe de gran influencia en el campo financiero, como el salvadoreño Isa Miguel, que posee el 40% del Banco de la Vivienda en Guatemala,62 Moisés José Azize, fundador en Buenos Aires del citado Banco Sirio Libanés del Río de la Plata, o Carlos Slim, el mexicano de origen libanés considerado como el segundo hombre más rico del mundo, cuya fortuna rebasó en 2007 la de Bill Gates.63

La dinámica que introdujeron los inmigrantes árabes y sus descendientes en la economía del continente les hizo aparecer en la escena económica como la primera élite empresarial latinoamericana, lo cual, a su vez, les permitió establecer relaciones personales con los políticos, adquiriendo así bancos y empresas privatizadas a precios bajos, como ocurrió en México en la década de los noventa.64

Junto a los bancos, crearon también cámaras de comercio en Santiago de Chile, Buenos Aires y São Paulo.

 

Conclusión

Cuatro principales etapas marcaron la actividad económica de los inmigrantes árabes en América Latina: la etapa del comercio ambulante, la del comercio fijo, la de las inversiones en la industria y la de la actividad financiera.

En la segunda mitad del siglo XX, América Latina vio la llegada de oleadas de inmigrantes procedentes de Medio Oriente, que eran principalmente sirios, libaneses y palestinos. La mayoría de ellos se dedicó exclusivamente al comercio ambulante. Sin suficientes recursos económicos, y con la intención de juntar una fortuna rápida y volver a sus países, decidieron dedicarse al comercio itinerante. Sin embargo, el inicio de dicha actividad no fue sin importantes dificultades: la ignorancia del idioma, la negativa imagen que tenía de ellos la opinión pública, la falta de adecuadas pistas para llegar a los lejanos pueblos. Pese a estas dificultades, los inmigrantes árabes contaron con dos eficaces armas: su carácter emprendedor y su empeño de prosperar.

Su triunfo en su actividad comercial fue el fruto de una serie de requisitos. Evitaron la competencia entre ellos, distribuyendo el territorio, por lo cual consiguieron penetrar, al final, a todo el continente. Suministraron a sus clientes con productos manufacturados que desconocían antes en su entorno rural. Practicaban la venta a plazos, que permitió a los más pobres adquirir productos que no podían tener de otro modo. Todo esto les permitió monopolizar el comercio en las zonas más apartadas y marginadas.

La segunda generación de los inmigrantes árabes abandonó el comercio itinerante para abrir establecimientos fijos, a partir de las primeras décadas del siglo XX. Les ayudó en esta nueva actividad su ahorro, trabajo duro, el capital que consiguieron, y la clientela que tuvieron durante su venta ambulante. Sus tiendas siempre ocupan los lugares céntricos de las grandes ciudades como São Paulo (Brasil), Arequipa (Perú), San Pedro Sula (Honduras), Quito y Guayaquil (El Ecuador), etc. La mercancía que venden los comerciantes árabes abarca una amplia gama de productos: productos alimenticios, sedería, ropa y calzado. Otros productos fueron importados como los productos de quincalla y perfumería, casimires, telas, perfumes, cueros y artículos de caballeros. Algunos, los que realizaron un cierto nivel de prosperidad económica, ampliaron sus negocios, estableciendo centros comerciales.

El éxito que lograron los comerciantes árabes fue debido a varios factores: su sentido de responsabilidad, trabajo duro, ahorro; la conversión de su inmigración de provisional a permanente; su dedicación a comercio al mayor y la importación, para algunos, como consecuencia de la favorable coyuntura económica europea después de la primera guerra mundial; y su estrategia basada en vender barato y reducir su margen de ganancia.

La tercera actividad económica que llevaron a cabo los árabes en América Latina consiste en la industria. La mayor parte de sus inversiones fue en el textil, y unas pocas en la perfumería y los artículos de cueros. La industria textilera dominó la mayoría de los países latinoamericanos. En Brasil, el 75% de los artículos de seda fueron producidos por las fábricas de capital árabe, mientras que en Chile, el 90%. Sus actividades industriales prosperaron después de la segunda guerra mundial, exportando a Europa no sólo textil y confección, sino también productos agrícolas.

Los árabes diversificaron sus actividades económicas, especialmente los descendientes de la tercera y cuarta generación, creando bancos, cuartos de comercios y empresas de seguro. Destacaron hombres de gran influencia financiera como Moisés José Azize, fundador en Buenos Aires del Banco Sirio Libanés del Río de la Plata, Isa Miguel que posee el 40% del Banco de la Vivienda en Guatemala, o Carlos Slim, el mexicano de origen libanés considerado como el segundo hombre más rico del mundo.

 

Bibliografía

  • Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración. Primera edición en castellano, octubre de 2009. Siglo XXI de España Editores, SA. Madrid. En coedición con Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán [pp. 501].
  • Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa en Costa Rica. Editorial CantArabe, Madrid, 1991.
  • Varios autores: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Edición: Karim Hauser y Daniel Gil. Edición de textos: Arantxa López. Casa Árabe-Ieam, 2009, Madrid.

 

Fuentes electrónicas

Omar Aouini

Notas

  1. Restrepo Mejía, Isabela: “Encuentro entre dos mundos: la migración árabe en Colombia”.
  2. Montenegro, Silvia: “Panorama sobre la inmigración árabe en Argentina”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir. Primera edición en castellano, octubre de 2009 Siglo XXI de España Editores, SA. Madrid. En coedición con Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán [pp. 501], p. 70.
  3. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 177.
  4. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Llegadas, inserciones y huellas: los árabes en Iberoamérica. Del Medio Oriente a la mayor isla del Caribe: los árabes en Cuba”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores. Edición: Karim Hauser y Daniel Gil. Casa Árabe-Ieam, 2009, Madrid, p. 23.
  5. Macías, Sergio, en La emigración libanesa en Costa Rica, María Cruz Burdiel de las Heras. Editorial CantArabe, Madrid, 1991, p. 134.
  6. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 352.
  7. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Llegadas, inserciones y huellas: los árabes en Iberoamérica. Del Medio Oriente a la mayor isla del Caribe: los árabes en Cuba”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores. Edición: Karim Hauser y Daniel Gil. Casa Árabe-Ieam, 2009, Madrid, p. 24.
  8. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 22.
  9. Hamurabi, Noufouri: “Contribuciones argentinoárabes: entre el dato y la imaginación orientalista”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores, op. cit., p. 129.
  10. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Los árabes en Cuba”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 382.
  11. Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa a Costa Rica. Editorial CantArabe, Madrid, 1991, p. 134.
  12. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 22.
  13. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 352.
  14. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 23.
  15. Hamurabi, Noufouri: “Contribuciones argentinoárabes: entre el dato y la imaginación orientalista”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores, op. cit., p. 128.
  16. Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa a Costa Rica. op. cit., p. 137.
  17. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 177.
  18. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 23.
  19. Restrepo Mejía, Isabela, art. cit. “Encuentro entre dos mundos: la migración árabe en Colombia”.
  20. Bejarano Escanilla, Ingrid: “La emigración árabe a El Ecuador”, p. 63.
  21. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 188.
  22. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 353.
  23. Hamurabi, Noufouri: “Contribuciones argentinoárabes: entre el dato y la imaginación orientalista”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores, op. cit., p. 132.
  24. Ibíd, p. 133.
  25. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 23.
  26. Pérez García, Yulianela: “El impacto sociocultural de los árabes en las identidades latinoamericanas. Algunos apuntes para el debate”.
  27. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 353.
  28. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 200.
  29. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 451.
  30. Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa a Costa Rica. op. cit., p. 138.
  31. Bejarano Escanilla, Ingrid, art. cit. “La emigración árabe a El Ecuador”, p. 63.
  32. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Llegadas, inserciones y huellas: los árabes en Iberoamérica. Del Medio Oriente a la mayor isla del Caribe: los árabes en Cuba”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores. Op. cit., p. 24.
  33. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 434.
  34. Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa a Costa Rica. op. cit., p. 140.
  35. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 464-465.
  36. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Los árabes en Cuba”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 384.
  37. Burdiel de las Heras, María Cruz: La emigración libanesa a Costa Rica. op. cit., p. 140.
  38. Ibíd, p. 141.
  39. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 59.
  40. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Los árabes en Cuba”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 384-385.
  41. Agar Corbinos, Lorenzo: “El aporte de los árabes al desarrollo y la cultura en Chile”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores, op., cit., p. 52.
  42. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 454.
  43. Menéndez Paredes, Rigoberto: “Llegadas, inserciones y huellas: los árabes en Iberoamérica. Del Medio Oriente a la mayor isla del Caribe: los árabes en Cuba”, en: Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas. Varios autores. Op. cit., p. 53.
  44. Restrepo Mejía, Isabela, art. cit. “Encuentro entre dos mundos: la migración árabe en Colombia”.
  45. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 451.
  46. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 24.
  47. Ibíd, p. 25.
  48. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 202.
  49. Bartet, Leyla: “La inmigración árabe en Perú”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 202.
  50. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 25.
  51. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 25.
  52. Saffie Guevara, Nicole, y Lorenzo Agar Corbinos: “Un siglo de inmigración palestina a Chile: una integración exitosa”, p. 8.
  53. Bahajin, Said: “El modelo latinoamericano en la integración de los inmigrantes árabes”, p. 20.
  54. Ibíd, p. 20.
  55. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 456.
  56. Bahajin, Said, art. cit. “El modelo latinoamericano en la integración de los inmigrantes árabes”, p. 20.
  57. Saffie Guevara, Nicole, y Lorenzo Agar Corbinos: “Un siglo de inmigración palestina a Chile: una integración exitosa”, p. 8.
  58. Ibíd, p. 9.
  59. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 26.
  60. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 356.
  61. Akmir, Abdeluahed: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, op. cit., p. 38.
  62. Martín Guzmán, Roberto: “Los árabes en Centroamérica”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., pp. 460.
  63. Bahajin, Said, art. cit. “El modelo latinoamericano en la integración de los inmigrantes árabes”, pp. 20-21.
  64. Kahhat, Farid, y Moreno, José Alberto: “Inmigración árabe hacia México (1880-1950)”, en: Los árabes en América Latina. Historia de una emigración, Abdeluahed Akmir, op. cit., p. 356.
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