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Claudio Gay y los inicios de la historia natural de Chile

lunes 11 de diciembre de 2017
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Claudio Gay
El naturalista francés Claudio Gay, desde 1830 hasta 1842, recorrió gran parte de Chile e incorporó especies endógenas desconocidas del mundo orgánico de ese país a la ciencia europea.

Introducción

La ciencia puede representar el paso entre el desarrollo espiritual del hombre y el logro máximo y característico de una cultura determinada que refleja en nuestro mundo moderno y más contemporáneo los delineamientos para que se constituya el pensamiento científico. Este pensamiento crítico nos fija puntos estáticos, es decir, la episteme, que conduce un proceso científico a un equilibrio armonioso y de consolidación para analizar nuestras percepciones y creencias por medio de la experiencia. Es sin duda alguna nuestro entendimiento, entre percepciones sensibles y conceptos científicos, lo que establecemos como la unidad de un objeto en que no puede ser otro ente que la unidad formal de la conciencia, siendo una síntesis múltiple de nuestras representaciones y, por consiguiente, toda objetividad del conocimiento se halla indisolublemente ligada al hecho de la ciencia.

Es así como el científico actúa basándose en el principio de la sistematización y metodología, lo que le permitirá describir sus observaciones en un lenguaje universal, puesto que el movimiento de la filosofía ilustrada determinó la instauración de la historia natural en el Chile decimonónico, por lo que pretendió describir los fenómenos naturales mediante la observación, explicación y experimentación entre el científico y los objetos de estudio, para dar cuenta de la explicación del mundo natural, ya que, a partir de ello, se logró articular un constructo formal mediante el contexto sociopolítico administrativo de la naciente independencia del país, materializándose en un proceso complejo entre las decisiones políticas conservadoras de los gobiernos de turno y las influencias ilustradas de los científicos europeos que están enmarcadas, primeramente, en una concepción republicana y el deseo de reconocer las riquezas del territorio nacional, tal como lo propuso el ministro del Interior Diego Portales en 1830. Es por ello que este actuar se logra materializar con la inmigración de científicos del Viejo Continente y, por supuesto, el despliegue institucional y jurídico del país, evidenciándose una noción fundamental de la libertad política para ejecutar de forma extensiva el plano de la investigación científica, tal como lo propone la Comisión Científica en una de las cartas de Vicente Bustillos. De modo que la contratación de profesionales europeos fue eminente para el estudio de los exponentes naturales del país.

 

Sus dos grandes obras fueron la fundación del Museo Nacional de Historia Natural (1830) y la publicación de sus volúmenes referentes al cuerpo físico de Chile, en su magna obra: Historia física y política de Chile (1844-1871).

Claudio Gay: el hombre

Claudio Gay Mouret nació el 18 de marzo de 1800 en Draguignan, en la región de Provenza, Francia; completó su primera educación alrededor de 1820 y arribó a París para continuar con sus estudios superiores de Medicina y Farmacia. Sin embargo, su curiosidad por el cultivo de las ciencias pudo mucho más que la práctica profesional y comenzó a concurrir a los cursos públicos de Ciencias Naturales del Museo de Historia Natural y de La Sorbonne. Durante sus años en París, entre 1821 y 1828, cursó estudios de Botánica y Entomología y, sus aficiones preferidas, también se adentró como autodidacta en el estudio de la Física y la Química, para más tarde seguir con los cursos de Geología y de Anatomía Comparada.1 En 1828 fue designado como corresponsal del Museo de París y contactado inmediatamente por el periodista francés Pedro Chapuis,2 quien le ofreció un trabajo muy particular en Chile; tras algunas negociaciones firmaron una promesa de contrato. El trabajo consistió, primeramente, en formar un cuerpo docente destinado al estudio de las Ciencias Naturales en un establecimiento educacional en la capital.

La experiencia del científico francés como botánico no era muy amplia, aunque era muy ilustrada en cuanto a su formación teórica, y entre otras cosas ya había realizado algunas expediciones en Grecia, islas del Mediterráneo y pequeñas partes del norte de Asia menor. Gay llegó a Chile a fines de 1828, contratado para realizar clases de Física e Historia Natural en el Colegio Santiago.3 Luego, en 1830, firmó otro contrato con el gobierno de la época con la finalidad de realizar una expedición en el territorio nacional, y dar cuenta de las especies de flora y fauna y otros quehaceres. El convenio incluyó la implementación de un Gabinete de Historia Natural. Este hecho es el punto de inicio de sus dos grandes obras: la fundación del Museo Nacional de Historia Natural (1830) y la publicación de sus volúmenes referentes al cuerpo físico de Chile, en su magna obra: Historia física y política de Chile (1844-1871).

Por otra parte, Claudio Gay es considerado el primer historiador de la naciente República de Chile, y comprendió que el contexto histórico y bibliográfico del Chile reciente no presentaba una sistematización histórica que diera un relato coherente de las transformaciones sociales que se venían gestando desde el antiguo Reyno de Chile.4 Por ende, Gay escribió una historia con fuentes primarias debido a que aún permanecían con vida algunos de los próceres de la independencia,5 como el caso de Bernardo O’Higgins Riquelme en Perú, con quien retomó los acontecimientos que marcaron el proceso de emancipación patriota. De hecho, Gay lo entrevistó personalmente en Lima en 1839, tal como lo manifestó en la siguiente cita:

Sobre esta hermosa época de la historia de Chile, he podido recojer preciosos informes de boca del jeneral O’Higgins que, como todo el mundo lo sabe, ha sido uno de los primeros en lanzar el grito de independencia, i que con las armas en la mano la ha sostenido hasta la espulsion definitiva de los realistas. Durante cerca de un mes he tenido la inapreciable felicidad de trabajar cinco a seis horas por dia con este infatigable patriota; i confio que estos informes, añadidos a tantos otros que he podido obtener, formen la base de una buena historia de esa brillante época de la independencia.6

La prosa histórica de Gay estuvo influenciada por los principios de la Ilustración, que corresponden principalmente a la mentalidad enciclopedista de los intelectuales del período. Dicho razonamiento se caracterizó por la pretensión de reunir y codificar información muy amplia de la cultura local, con el propósito de difundir y aplicar estos conocimientos en posteriores investigaciones. Así, en la discusión permanente para las visiones políticas de la época, Gay optó por el método de la historia narrativa, ya que es más proclive a su formación docta, privilegiando la corriente más bien empirista,7 en especial las fuentes documentadas y elaboradas por la observación científica in situ.8 Asimismo, el científico trataba de ser lo más objetivo en sus interpretaciones. Convencido de su enfoque, recibió el apoyo de Andrés Bello López, quien impulsó la idea de que en las ciencias naturales:

(…) se nos presenta un vasto campo, apenas esplorado hasta ahora. Nuestras observaciones, nuestros esperimentos, suministrarán interesantes contribuciones al caudal de las ciencias, que es el patrimonio comun del jénero humano, en que cada país, cada individuo es llamado a poner su cuota, a proporcion de sus medios i de sus fuerzas (…).9

No sólo era la visión del sabio venezolano-chileno10 sino también del gobierno, quienes se percataron de los beneficios que traería al país invirtiendo en los científicos europeos para dar conocimiento de las riquezas naturales que presentaban las tierras chilensis. Desde esta perspectiva, en 1838 se creó la Sociedad Chilena de Agricultura y Beneficencia,11 que estaba dedicada a abarcar nuevos negocios agrícolas, a establecer compañías productivas y al fomento de la ganadería en todo el territorio nacional. A su vez, Gay prestó asesorías para esta entidad, e incluso llegó a ser miembro de la directiva, asumiendo la responsabilidad de seleccionar productos agrícolas y ganaderos para su pronta extracción, producción y distribución.

La recolección de miles de especies de la flora y fauna chilena, Gay las clasificó junto con la ayuda bibliográfica de la época, principalmente siguiendo el método taxonómico de Carlos Linneo.

Al naturalista, ya siendo miembro de la Sociedad Chilena de Agricultura, le solicitaron que diseñara el plano para el futuro Jardín de Aclimatación de Plantas de Santiago, de modo que elaboró el trazado de los Jardines de la Quinta Normal de Agricultura,12 al poniente de la capital, destinado al desarrollo de la investigación de las Ciencias Naturales en Chile.13 Es de interpretar que los miembros de dicha sociedad visualizaban en un sentido más pragmático la explotación y producción de las especies nacionales, por lo que el naturalista galo sostuvo entre sus objetivos recolectar la mayor cantidad de vernáculos desconocidos en las provincias de Atacama, los valles de la Zona Central y su precordillera, los bosques húmedos de Valdivia y la isla de Chiloé.

La recolección de miles de especies de la flora y fauna chilena, Gay las clasificó junto con la ayuda bibliográfica de la época, principalmente siguiendo el método taxonómico de Carlos Linneo,14 pero con algunas innovaciones que recibió de la influencia de los años de su formación en el Muséum d’Histoire Naturelle,15 bajo el alero de sus maestros como Antoine de Jussieu, René Louiche Desfontaines y Georges Cuvier, entre otros. Así, en la metodología de trabajo de Gay se evidencia un discurso científico nunca antes visto en Chile, a pesar de la extensa documentación que tenía la biblioteca de la Real Universidad de San Felipe por los escritos jesuitas.

Gay, desde 1830 hasta 1842,16 independiente de las opiniones en torno a las decisiones políticas-económicas y políticas-sociales de las autoridades de la república, recorrió gran parte del territorio nacional e incorporó especies endógenas desconocidas del mundo orgánico chileno a la ciencia europea. Su mirada contemporánea de ciencia en la nación es prometedora, porque situó la construcción de una actividad científica normativa al igual como ya lo realizaba el Viejo Continente desde el siglo XVI. Aunque Chile carecía de comunidad científica e instrumentos técnicos para las exploraciones, las acciones científicas por parte de Gay no se hicieron esperar, tal como lo expone el historiador Sergio Villalobos en la siguiente cita:

Al mismo tiempo que conquistaba el ambiente académico, Gay se ocupaba de adquirir y mandar hacer los más modernos y finos instrumentos científicos. El célebre astrónomo y físico Francisco Arago le recomendó al técnico y sabio Enrique P. Gambay, que se encargó de fabricarles teodolitos, barómetros, brújulas de inclinación, de intensidad y de variaciones diurnas, que eran la admiración de los geógrafos.17

Gay, con los instrumentos en mano, exploró por varios años en las diversas zonas de Chile, y posteriormente vuelve a Francia y realiza “un trabajo de oficina”, específicamente revisando las especies con la taxonomía imperante del período —junto con las bibliografías de Linneo y Abate de Molina—,18 dirigiendo un equipo designado a las ilustraciones y redacciones que le permitió plasmar una “fotografía de la naturaleza chilena”.

A Claudio Gay, por su metodología de trabajo, se le puede interpretar que mediante sus publicaciones determinó un proceso de adquisición cognoscitiva de las especies en estudio y entregó un relato descriptivo de cada una de ellas. Este proceso de sistematización no tan sólo se vería reflejado con Gay, sino también con los próximos investigadores inmigrantes a lo largo del siglo XIX.

Como dijimos anteriormente, el botánico galo presentó una influencia ilustrada ante lo observable en los objetos de estudio, puesto que dichas sistematizaciones facilitaron un trabajo muy descriptivo, al igual que el desempeño del alemán Humboldt en otras tierras suramericanas, y no es casual que ambos hayan contratado al artista Johann Moritz Rugendas19 para los cuadros de pintura. Este último punto fue fundamental para ir desarrollando una “fundante identidad científica y social”, cuya visión particular de la naturaleza está expresada en un trabajo de campo, lo que contribuye a una episteme entre el ámbito cuantitativo de acopio y praxis entre el sujeto y objeto, ya que se relaciona lo metodológico, historiográfico y gnoseológico. Por ende, la obra de Gay logró evidenciar un proceso inicial e intrínseco en la formación de Estado-ciencia en Chile.

Finalmente, Claudio Gay muere en Flayosc, Francia, el 29 de noviembre de 1873, dejándonos su legado en el plano taxonómico de las ciencias de la vida y de la historia política, económica, social y cultural en el desarrollo del siglo XIX.

 

Claudio Gay y su contribución a la ciencia en Chile

La figura de Gay para Chile ha sido más bien reconocida como la de un historiador de la ciencia que como la de un científico experimental, de modo que es necesario y urgente revertir los aportes del científico galo a la episteme nacional por medio del estudio de su prosa, con la intención de pesquisar su metodología y discurso científico, ya que en esencia la construcción de su obra nos ha permitido comprender las primeras ideas de objetividad científica en el país.

Los trabajos realizados por Gay marcaron el principio de la institucionalización de la ciencia en Chile, por lo que es una temática muy compleja de analizar y de estudiar por sus innumerables hitos correlacionados que se han ido desarrollando durante las décadas del siglo decimonono. Los primeros atisbos positivos que tenemos de ello son los reconocimientos de las comunidades científicas internacionales, principalmente durante los años sesenta y setenta del siglo XIX, ya que la organización de intelectuales y científicos tanto nacionales como internacionales han demarcado las condiciones mínimas para atribuir el concepto de institucionalización de ciencia en Chile, mediante la creación de organismos específicos de estudios y la difusión de éstos. Además, también es necesario mencionar que Chile ha sido parte de un proceso histórico en lo que respecta a la naturaleza chilensis, particularmente desde el siglo XVII en adelante, estudios manifestados en crónicas y ensayos, lo que formaría parte de un vasto marco bibliográfico, todas atribuidas a las expediciones científicas y la continuidad de la indagación científica en las diversas disciplinas del saber.

El progreso teórico sistematizado de la Sociedad Nacional de Agricultura, SND (1838), fue lo que permitió el desarrollo de las regiones más relevantes de la época a través de la formación técnica de sus trabajadores.

Por otra parte, la ejecución de labores propiamente científicas corresponde a la decisión externa de lo que conocemos como la comunidad científica internacional, debido a que la institucionalización de la ciencia en Chile se gestó al interior de la cúpula gubernativa del Chile republicano.20 En este proceso, las decisiones políticas de contratar científicos europeos fue el primer paso, cuyas tareas imprescindibles permitieron estudiar el cuerpo físico del país, más aún, las autoridades visualizaron el desarrollo preindustrial y el progreso económico de la nación. Esta relación entre Estado y ciencia concernió a un factor más interno que externo, porque la voluntad política administrativa local subvencionó, mediante contratos, investigaciones nunca antes realizadas. Así, las nuevas contrataciones se insertaron en los ya iniciados estudios de otros intelectuales que los precedieron, dado que los resultados de sus labores abrieron la posibilidad de tener una identidad científica. En este proceso, se presentaron dos fases propias del marco epistémico interno: primero, se estableció en agrupar los innumerables contenidos propios de la historia natural, principalmente en la existencia y la aceptación de las particularidades en torno a las teorías y categorías conceptuales de la corriente filosófica ilustrada, y segundo, este movimiento conllevó a la praxis mediante ciertos modelos explicativos que dieron auge al desarrollo de la historia natural de la nación: el desarrollo teórico-práctico de la agricultura nacional y la creación del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).

El progreso teórico sistematizado de la Sociedad Nacional de Agricultura, SND (1838),21 fue lo que permitió el desarrollo de las regiones más relevantes de la época a través de la formación técnica de sus trabajadores, en las ciudades de La Serena, Santiago y Concepción, debido a que los agricultores —en primera instancia— cuestionaban ya la técnica tradicional y colonial de producir sus tierras. La aristocracia criolla estaba interesada en invertir en tecnología científica para generar un superávit de la producción agrícola, dado que la élite, al mirar la revolución industrial-agrícola en el Viejo Continente, se interesó en las ideas de la Ilustración de la Corona Española (1704-1808), específicamente en los llamados escritos Jovellanos,22 por Gaspar Melchor de Jovellanos, quien expuso los avances técnicos de la agricultura española en su gran obra Informe sobre la Ley Agraria (1794), en la que explicaba sustancialmente que:

(…) cualesquiera que sean las fuentes de “riqueza de las naciones” —agricultura, comercio y navegación, industria o su población—, a todas les otorga en este razonamiento igual dignidad. Todas ellas se relacionan entre sí mediante una red complejísima de acciones y reacciones directas e indirectas. Ello requiere una política de fomento sincrónico de todas las fuentes de riqueza. El descuido de una sola perjudicaría a las demás.23

Además de los postulados de Jovellanos, se sumaron los conocimientos de los fisiocráticos de la ilustración, como François Quesnay, Jacques Claudio Marie Vicent de Gournay, André Morellet, Pierre Samuel du Pont de Neumours y los principios librecambistas de Adam Smith, a partir de su célebre obra La riqueza de las naciones (1776), sostenían que:

(…) el funcionamiento del sistema económico, el tableau economique, establece que la riqueza circula entre tres grupos sociales, la clase productiva (los agricultores), la clase estéril (los artesanos y comerciantes) y los propietarios (la nobleza, el clero y los funcionarios) (…). Además de proponer que el Estado debe mantener este orden natural mediante tres reglas: el derecho a la propiedad, la libertad económica el laissez faire, el laissez passer y la seguridad en el disfrute de esos derechos y libertades.24

En el caso de Chile y las nociones vinculadas al desarrollo del agro y de la manufactura, principiaba el postulado de libertad económica debido a la liberación de los dominios de la Corona Española a principios del siglo XIX, de tal modo que los gobernantes de la clase política conservadora en la treintena deciden reorganizar la estructura logística del país, creando obras viales y de sistema de riego en distintas zonas productivas; en este caso los planos cartográficos de Gay fueron más que fundamentales. Este fenómeno sociocultural y sociopolítico lo podríamos interpretar como el pie de inicio de un largo proceso que transcurrirá hasta a mediados del siglo XX. Las pesquisas científicas ocuparon un rol fundamental para recoger, analizar y aplicar el conocimiento adquirido con el fin de fortalecer el comercio y de propagar una formación consistente entre el individuo y su acción laboral. En este sentido, se cumple la interpretación del historiador mexicano Gustavo Escobar Valenzuela:

(…) emulando la corriente naturalista y social del pensamiento enciclopédico europeo.25

En el caso de la industria, Chile sostuvo la idea de progreso como una esencia de “producción reproductiva”, es decir, focalizó de una menor a una mayor escala de producción de lo que se acostumbraba a realizar, y a su vez fortaleció ciertas estrategias económicas para sustentar el trabajo de las personas en las regiones del norte y del sur del país y, por supuesto, el de solucionar problemas laborales mediante una política de seguridad social.26 La SNA organizó y promovió efusivamente el desarrollo técnico de sus trabajadores: se dieron a conocer las descripciones de las especies para introducirlas y reproducirlas en la agricultura chilena, tales como el algodón y la yerba-mate, aunque éstas no eran propicias para el territorio chileno por el clima y la naturaleza física del país. Es así como la relación entre la formación técnica de los obreros y el conocimiento de las especies conllevan a una actualización de la educación en torno al currículum escolástico que aún persistía con fuerza en la nación, y como consecuencia de ello, los científicos inmigrantes, como Gay, diseñaron y enseñaron nuevas modalidades de estudio en la agricultura.

Desde el marco filosófico de Thomas Kuhn, el camino de la institucionalización de la ciencia en Chile puede estar demarcado por la comunidad científica del período, debido a que las tareas rutinarias están arraigadas a un conjunto de normas, valoraciones, reglas y procedimientos,27 y con un marco teórico que posibilitó la elección de problemas y la selección de estrategias y técnicas para construir el concepto de institucionalización, tal como lo realizaban Francia e Inglaterra.

Aunque, en estricto rigor, los paradigmas siempre vienen vinculados a una revolución científica, e incluso en algunas ocasiones se les atribuye, en un sentido muy amplio, como una visión más general del mundo. Es por ello que el concepto de institucionalización puede ser estudiado como un proceso que constituye una explicación más acabada, tanto de su historia como de su filosofía.

Si analizamos los acontecimientos desde su pronta independencia: en 1813, algunos patriotas aspiraban a una ideología del “bienestar del pueblo”;28 a través de la internalización de la filosofía ilustrada y del progreso material del país, reflejarían éstos un modus operandi de desarrollo moral de los ciudadanos de una conciencia colectiva muy distinta al colonialismo. Entre los postulados modernos, hacemos mención: fomentar la agricultura y la cría del ganado, educar a los jóvenes en los principios de la agricultura, difundir la instrucción entre las mujeres, promover la instrucción pública mediante cartillas y tratados selectos de agricultura, y promover otras actividades económicas, tales como la pesca, la navegación y la mineralogía.29 Sin embargo, el proceso de reconquista no dejó prosperar dicha organización, y más tarde entre 1821 y 1823 de nuevo se logró “primitivamente” reformular las primeras fundaciones de sociedades económicas, como lo fue por ejemplo la Sociedad Filantrópica de Amantes de la Patria (1821-1826).30

Los intelectuales-políticos del período comenzaron a organizar todo un movimiento ilustrado en tierras locales, un nuevo estilo de pensamiento, que se expresa en 1838 por el fundador José Miguel de la Barra en compañía de los ilustrados más radicales de la república de Chile, entre ellos Andrés Bello y López y Manuel de Salas. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, la entidad filantrópica se refundó producto de la Revolución de 1851 y 185931 —entre conservadores y liberales—, pero fue en 1869 cuando obtuvo su personalidad jurídica y consolidaría definitivamente su existencia, expandiéndose rápidamente a las zonas del norte y del sur por medio de sus delegados técnicos de agronomía, con la finalidad de verificar ciertos de exportar innumerables especies a Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra y el Caribe.

Gay comenzó a informar de los registros que se tenían de la producción nacional y la paga de los jornaleros del período.

La comercialización es parte de una constante transformación de sociabilización intelectual, proposición que demuestra a los investigadores científicos en establecer un avatar que les es desapercibido a ellos mismos, cuando éstos visualizan retrospectivamente el camino a seguir en su propio campo de estudio;32 es decir, si las transformaciones son favorables para que exista una indagación científica que encamine una producción paulatina en los análisis de las especies, el objetivo ha de parecer un camino recto que lleva directamente a la primera formulación del problema hasta la solución provisional, y más aún, serán intrínsecamente parte del contexto político-científico de los intereses que reproducen y promueven este proceso de institucionalización. Argumento que responde a cómo el conocimiento y la gestión política-administrativa actuó como un sendero de inicio a fin, debido a que los intelectuales científicos deciden ir al campo mismo del objeto de estudio, y de materializar y proyectar el devenir de la producción agrícola nacional y que, a su vez, logra institucionalizarla a través de una sociedad filantrópica organizada junto a otras naciones de mayor potencia científica y política. Dicho esto, la república de Chile se instauró en el vínculo internacional por medio del ejercicio material del conocimiento en el área de la agronomía, cuyo sector no estaba trabajado en complejidad en todo el período colonial, puesto que la extracción brutal de los recursos naturales sólo le era propicia y con autoridad del Imperio Español.

En términos generales, esta comunidad de investigadores postulaba con claridad los objetivos del desarrollo agronómico del país como un vehículo generador de ganancias. Este enfoque corresponde a unos lineamientos fisiocráticos cuya obtención de la riqueza descansa en el seno de una naturaleza “no apropiada”, es decir, que los ilustrados determinan que la fuerza natural emerge y devela una belleza al admirarla, y una fuerza oculta en explotarla a través de los resultados de la excesiva reproducción de sus recursos. Este postulado filantrópico permite a Claudio Gay expresar lo siguiente en la SNA:

La agricultura es sin contradicción la fuente principal de la riqueza pública, la que crea más grandes valores, y que independiente, en general, de los caprichos de la suerte, no se agota jamás contribuyendo más que toda otra á la ventura de la humanidad (…), vela por nuestras necesidades más premiosas, nos procura todas esas materias primeras que la industria modifica, combina y transforma para nuestros usos.33

Las bases fundamentales de la SNA son una evolución progresiva de la Sociedad Filantrópica de Amantes de la Patria, y en la década del cuarenta reaparece una preocupación latente por el cuerpo físico del territorio chileno, desde Copiapó hasta Chillán, por lo que Gay comenzó a informar de los registros que se tenían de la producción nacional y la paga de los jornaleros del período, tal como se presentan a continuación:

La estadística de Chile, hablando del rendimiento de los sembrados, nos da, a mi juicio, una prueba de esta dificultad, pues los resultados sentados en el último Anuario de 1860 difieren sobremanera de los que conseguimos en 1840 de los intendentes y gobernadores, como se ve en el cuadro siguiente:

Agricultura chilena. Capítulo i: de los cultivos

Anuario de 1859Datos de 1840
Trigo6.6116
Cebada6.7621
Maíz21.1840
Frijoles8.217
Lentejas9.18"
Arvejas4.8"
Garbanzos2.83"
Papas4.8314 ½

 

No cabe duda de que ambos estados ofrecen errores, uno en menos y el otro en más, y lo mejor entonces es tomar provisoriamente el término medio como guarismo más cercano de la verdad.34

 

De las varas y salarios

Durante mucho tiempo se ha pagado a los segadores por jornales: esto se practica todavía en muchos parajes, pero hoy se les da particularmente un tanto por tarea, la que, cuando es de ley, consta de 2.100 varas, es decir, 35 brazadas (70 varas) de largo por 15 (30 varas) de ancho, y aun difieren según las provincias, como lo señala el cuadro siguiente:

VarasSalario
Copiapó1.800 60 de largo y 30 de ancho1 peso
La Serena909 30 varas cuadradas2½ reales
Santiago1.800 6 de largo y 30 de ancho
(además de un pan y una libra de charqui)
3 reales
Bucalemu2.100 70 de largo y 30 de ancho2½ reales
Chillán3.500 70 de largo y 50 de ancho
(con alimentos)
2 a 3 reales

 

Hay otras tareas que se diferencian de éstas además por la extensión de su área, entre otras la cuarentena, que es de ochenta varas de largo por 40 de ancho, por la que se paga 4 reales (…).35

Con las especificaciones mencionadas por Gay, la institución tomó nuevas políticas y medidas administrativas para continuar con el proceso de producción; entre ellas se encuentran: estimular los estudios y los métodos prácticos para mejorar el cultivo de la tierra y la cría de ganado, encontrar mecanismos adecuados para la protección de los bosques, establecer una policía rural para velar por la seguridad de campesinos y agricultores, lograr una legislación agrícola, aumentar las remuneraciones de los jornaleros, favorecer la inmigración de agrónomos que introduzcan nuevas técnicas de cultivo en el país, creación de bibliotecas y museos para estimular el desarrollo agrícola y de las ciencias de la tierra, y exposición de nuevas maquinarias agrícolas.36 Todo esto se plasmó en el desarrollo de la difusión de los trabajos realizados por la SND, que no se hizo esperar con la intención de abordar temáticas de interés para los campestres y sus patrones de fundo, de modo que nace El Agricultor (1838-1849), publicación que además expresaba la ideología de los miembros y reafirmaba el sentido de pertinencia entre las prácticas europeas con respecto a la producción y cosecha de los diferentes tipos de gramíneas, sugerencias para prevenir el cólera, patologías médicas observadas en el agro, temas referentes a la salubridad pública, técnicas para eliminar el “polvillo negro” del trigo y procedimientos para exterminar roedores y preñeces de las vacas, entre otras.37

Junto con la difusión científica de El Agricultor —como antecedente fundamentalmente de las nuevas investigaciones realizadas en torno al agro—, en 1841 con fondos del Estado se logra constituir la primera Escuela Elemental de Agronomía Nacional,38 sustentándose primordialmente en las bases teóricas de Gay, quien diseñó un Jardín de Climatización Modelo destinado y orientado al cultivo de especies “útiles” productivas. Por lo tanto, este acto contribuye a incrementar considerablemente el estilo de pensamiento en la nación chilena, tal cual como lo expone Fleck:

La tradición, la formación y la costumbre (…) son los factores que dan origen a una disposición a percibir y actuar conforme a un estilo, es decir, de forma dirigida y restringida.39

Un estilo de pensamiento que se desarrolló a medida que el científico francés introdujo las nociones del Jardín de Climatización Modelo en los diferentes espacios de la Quinta Normal y logró estructurar las bases teóricas de los dichos campos de estudio, según su especie, como, por ejemplo: hortalizas, naranjos y arrayanes, entre otras. Conjuntamente, solicitó importar semillas del extranjero y creó colecciones de plantas exóticas —al igual que Mutis en el Reyno de Nueva Granada— que circulaban en la región latinoamericana. En este contexto, la SNA también importó las primeras maquinarias agrícolas, como por ejemplo la trilladora de herrarte y la trilladora inglesa portátil.40 De esta forma, la Quinta Normal fue considerada como un laboratorio de análisis teóricos y prácticos, puesto que contaba con lo necesario para realizar investigaciones de las plantas “útiles” y de cultivos exóticos. Esto llevó a que se gestaran dos organizaciones en 1876, tal como lo explica el historiador René Lefebvre:

(…) primeramente el Instituto Agrícola representa la enseñanza superior agrícola que se dedica específicamente a los hijos de los propietarios agrícolas, que han de esplotar mas tarde sus fundos. También tiene por fin formar agrónomos e ingenieros agrícolas.41

El Instituto Agrícola proyectó un fin más bien utilitarista para la producción agrícola a gran escala, incorporando un hospital veterinario en dichas dependencias, para indagar sobre patologías del ganado,42 y que con los años se transformaría en el Instituto Bacteriológico (1930). Este hito explicaría la vinculación de una institución con otra como una necesidad del objeto de estudio en una ciencia determinada, y de los problemas generales que presenta al estudiarla,43 empleándose métodos y técnicas que pueden ser homologas y relevantes para comprender los resultados de las indagaciones científicas y mejorar su productividad.

Las inversiones para la creación de instituciones agrícolas no eran propias de los científicos y de sus estudiantes sino, mejor dicho, eran inversiones del Estado. Éste necesitaba fomentar con urgencia la industria nacional agronómica, y para ello necesitaba de profesores, técnicos y un amplio número de alumnos. En consecuencia, en 1881 trajo consigo la creación de escuelas prácticas de agricultura inspiradas en el modelo de Claudio Gay que presentó en la creación del MNHN.

Las corrientes filosóficas ilustradas que se originaban en tierras locales eran prácticamente similares a las concepciones del Viejo Continente.

Entre los trabajos y postulados de la SNA, y paralelamente con el MNHN, constituyeron un hecho significativo para intercambiar ideas y colecciones con otras instituciones europeas, sobre todo con el Museo de Historia Natural de París, en donde Gay se desempeñaba como un colector corresponsal.44 La relación entre Chile y Francia, en el plano local, abrió la puerta a que emergiera una institución con rasgos de académicos, debido al intercambio permanente de colecciones científicas naturales.

Pasados los años, y teniendo presentes dos instituciones que tomaron una categoría científica de la naturaleza chilensis, entre 1856 y 1857 la difusión fue sustancial para el avance técnico de lo que se estaba realizando en el país. Por ejemplo, la revista El Agricultor fue reemplazada por la revista El Mensajero de la Agricultura, pero ésta tomó una noción más bien política, ya que fue dirigida por Benjamín Vicuña Mackenna. No obstante, la SND irrumpió con la editorial, porque el sentido no era ya la investigación científica de las especies y sus aconteceres, sino de su gestión política-administrativa. Así, en 1869 se publicó el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, que se caracterizó por su información más actualizada sobre los progresos del agro chileno y del extranjero, cuyas temáticas estaban concernidas al mercado y a la productividad global.

Las corrientes filosóficas ilustradas que se originaban en tierras locales eran prácticamente similares a las concepciones del Viejo Continente, puesto que la materialización de las ideas —en cada tarea respectiva— demostraban una eficacia coherente para que éstas sean aceptadas por la comunidad científica internacional, considerándose como sucesos fijos, permanentes e independientes de la opinión subjetiva de los histriones45 y, a su vez, contraproduciéndose una transitoriedad de las teorías que arguyeron cómo se está construyendo la idea de ciencia en Chile.

El MNHN logró tomar las características peritas, de igual manera a las instituciones de mayor realce académico científico, como es el caso de las haciendas europeas en el lineamiento del agrocientífico, lo que exponía una producción preindustrial a gran escala y, por ende, permitía el fomento del progreso de la nación en todos los estamentos sociales y económicos. Por otra parte, los postulados epistemológicos que hubo entre “el centro” y “la periferia”, como se puede interpretar en el siglo XIX como una concepción de movilización de los mundos.46 Al mejorar la movilidad y estabilidad se posibilitó el dominio a distancia de la burguesía europea. Un ejemplo de ello fue la agricultura que ingresó con gran efusividad en los estudios técnicos y superiores en las grandes ciudades del Viejo Continente, y sus temáticas eran prácticamente científicas dados los análisis de las especies. Además, los resultados en la agricultura no se hicieron esperar; de hecho, en Chile alcanzó a constituirse como una facultad en 1869 en la Universidad de Chile, siendo muy semejante a las históricas escuelas de Derecho y Medicina. Este acontecimiento abordó una educación diferente a lo que se conocía y enfatizó su atención a la especialización técnica de sus súbditos.

Chile vislumbraba el desarrollo interdisciplinario, dadas las actividades locales y la importación de instrumentos y maquinarias para el estudio de la química, la botánica, la física, la mecánica, la zootecnia, la agronomía, la economía y la ingeniería para dar origen a la agroindustria en una primera etapa. Este argumento fue vital para el desarrollo de cualquier comunidad científica que necesita reproducir la materialización de las ideas en un estilo de pensamiento, dado que este aspecto evidencia un estatuto específico de la ciencia, es decir, genera una especialización particular de los estudios realizados en innumerables objetos de estudio.47 El ejemplo más claro en lo que respecta a la creación de instituciones científicas es el MNHN, tal como lo señala el historiador Barros Arana:

Desde los primeros días de la República, los gobernantes de Chile manifestaron el más entusiasta empeño por dar a conocer nuestro país por medio de estudios jeograficos i descriptivos. A juicio de ellos, estos estudios que debian servir en el interior para facilitar los trabajos administrativos, revelarían en el extranjero las riquezas de nuestro suelo y atraerían hacia él la inmigración que tanto necesitaba la industria nacional.48

El sistema económico influyó de manera significativa en la fundación del MNHN, mediante una institución pública que diera origen a la historia natural chilensis, incorporando a la comunidad científica a ser parte del progreso utilitarista por parte de la clase política. A Claudio Gay se le solicitó realizar una expedición al territorio nacional, además de conformar un comité científico, entre sus miembros: José Alejo Besamilla, Francisco García Huidobro y José Vicente Bustillos.49 A continuación se presentan los primeros artículos del contrato firmado entre Gay y el ministro Portales:

En virtud de la autorización conferida por S.E., el infrascrito Ministro de estado en el departamento del interior, en nombre del Gobierno de la República, y Don Claudio Gay, profesor que fue de las ciencias naturales del Colegio de Santiago, han convenido en celebrar el contrato a que dicha autorización se refiere, en los términos y bajo las condiciones siguientes:

Art. 1º Don Claudio Gay se obliga a hacer un viaje científico por todo el territorio de la República, investigar la historia natural de Chile, su jeografia, jeologia, estadística y cuanto contribuya a dar a conocer las producciones naturales del país, su industria, comercio y administración, y a presentar al gobierno en el término de cuatro años, por medio de una comisión que inspeccione sus trabajos, un bosquejo de las obras siguientes:

1º La historia natural general de la República (…).

4º La estadística general y particular de la República en relación a la agricultura, industria, comercio, población y administración de cada provincia (…).

6º Se obliga a formar un catálogo de todas las aguas minerales del territorio, con sus análisis químicos (…).50

Es posible inferir del contrato de trabajo que el propio Estado organizó la asistencia pública para dar a conocer a cada ciudadano lo que respecta a los recursos naturales del país y la historia natural del país mediante las colecciones y los documentos elaborados por científicos ilustrados. Todas estas labores se vieron reflejadas en el MNHN, que tiene por misión:

(…) esta institución sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y su desarrollo, que adquiere, conserva, exhibe, investiga y divulga con fines de educación, de estudio y de goce, colecciones de objetos de importancia cultural y científica.51

La misión de esta institución es generar un espacio más experimental y reflexivo sobre nuestra historia natural,52 acercando al individuo con el “objeto real”53 por medio de los reconocimientos efectuados de las comunidades científicas internacionales, es decir, que el objeto proyecta una imagen que transfiere un conocimiento a la conciencia nacional que el propio Estado necesitaba fomentar, y lo confirmó de acuerdo a las visitas de un público más privado y selectivo, en otras palabras, concurría un público más bien ilustrado en formación científica.54

Por otro lado, el contrato de trabajo no especifica una construcción del MNHN, sino de un comité de investigación científica y de una biblioteca personal que poseía Gay para realizar las exposiciones mediante la recolección de material en las diversas zonas del territorio nacional. Recién en 1838 tenía formado e instalado su museo en una sala de un edificio ubicada en la calle Catedral, entre Bandera y Morandé. Una vez cumplido el contrato, por decisión personal, el científico galo decide regresar a París, escribiendo a las autoridades del gobierno de Chile:

No dudo de sus buenos deseos para servirme, ni de todo el interés que US. toma por mis trabajos. Espero que no me faltaran ocasiones para dirigirme a US. con toda franqueza. Por ahora me limito a recomendarle encarecidamente al Museo de Santiago, que miro como el resultado más notable de mi feliz residencia en la República. (…) Creo que es un establecimiento que hace grande honor al país, i que merece la atención del gobierno i de US. Sin duda, lo aprecio demasiado por dejar de enviarle de cuando en cuando algunos objetos de estudio, pero hay muchos otros que no podrían conseguir sin gastar algunos pesos.55

Gay, en su calidad de científico, debió estar rindiendo cuentas permanentemente al Ministerio del Interior y Relaciones Exteriores, tanto por sus labores científicas como por los viajes que había realizado. Al finalizar su labor en Chile, y antes de dejar la dirección del MNHN en 1841, Manuel Montt le solicitó un informe para inspeccionar los trabajos de Gay. Según Barros Arana, la comisión científica aprobó los trabajos porque:

(…) había dotado al museo de muchos objetos de su propiedad que había traído de Europa a su costa y que obsequió generosamente.56

Cuando el naturalista dejó Chile, el MNHN pasó a manos de Francisco García Huidobro, siendo nombrado por el comité científico, quien lo dirigió hasta 1843 porque había sido trasladado a la dirección de la Biblioteca Nacional, entregándolo a Andrés Antonio Gorbea. A su vez, la creación de la Universidad de Chile en 1842 toma la administración del MNHN, ya que anteriormente estaba precedida por el Ministerio de Instrucción Pública, demarcándose un giro educacional, puesto que las cuentas anuales ahora serían recibidas y administradas por el rector de la Universidad de Chile, Andrés Bello y López. Posteriormente, en 1852 le siguió a su cargo Francisco de Borja Solar, y éste fue relevado por Filiberto Germain, quien asumió el cargo de interino en 1853, y posteriormente Rodulfo Amando Philippi, quien ejerció un protagonismo similar al de Gay, fomentando y consolidando las normas de institucionalidad del MNHN.

La contribución de Gay forjó una metodología de trabajo para las próximas comunidades de investigadores, logrando dimensionar innovadoras formas para emplear sistemáticamente las disciplinas de estudio.

En síntesis a este apartado, la fundación del MNHN respondió al modelo de los museos latinoamericanos del siglo XIX, creados a partir de la disposición estatal que tenía como objetivo realizar la recopilación de datos y especies, procedentes de diferentes partes del territorio chileno.

La primera etapa de la institución estuvo más bien focalizada en la recolección realizada por Gay, a lo que también se agregaron las relaciones entabladas dentro de la comunidad científica internacional a través de intercambios de colecciones, las que dieron cuenta del rol de la academia de ciencias que comenzó a desarrollar el MNHN, y que a su vez cumplió el papel de contribuir a la proyección de una nación política-cívica por medio de la identidad histórica natural de Chile.

Es así como la contribución de Gay forjó una metodología de trabajo para las próximas comunidades de investigadores, logrando dimensionar innovadoras formas para emplear sistemáticamente las disciplinas de estudio, como lo fue el caso del MNHN, lo que indudablemente marcó una filantropía en la búsqueda del conocimiento científico. Así, desde la incorporación científica de este ilustre naturalista, particularmente entre los años 1830 y 1844 (expediciones científicas) y 1844 y 1871 (documentación), construyó la historia natural de Chile, fundamentándose como un estilo de pensamiento establecido por el Viejo Continente y las aplicaciones temáticas en nuestra realidad local.

 

Hacia una conclusión

A Claude Gay es posible considerarlo como un científico moderno porque estuvo inserto en una comunidad de especialistas y hubo vinculación entre las entidades institucionales, como lo fue la Academia de Ciencias de París, por ejemplo, además de manifestar una aprehensión cognoscitiva e instaurando un estilo de pensamiento mediante la transitoriedad de éste, siguiendo un modelo científico, junto con sus reglas y métodos de acercamiento a un objeto de estudio para una posterior descripción o explicación de los mismos; también porque logra fundar o asentar algunas entidades que se interesan por la aprehensión científica como lo fue el Museo Nacional de Historia Natural, y, por cierto, cuando domina áreas del saber con absoluta propiedad, como botánica, zoología, estadística, agricultura, entre otras, para ir presentando sus tomos entre 1844 y 1871; y por supuesto, cuando es reconocido por sus pares y lo invitan a ser miembro de la Academia de Ciencias de París, en donde analizan temáticas de la ciencia en general, validándose por su labor científica en el plano nacional e internacional. Delineándose la instauración de un estilo de pensamiento, desde la mirada de Fleck, ya que a partir de la década del 30 del siglo decimonónico se logra vislumbrar un carácter colectivo del trabajo científico como un proceso acumulativo y progresivo de un conjunto de actividades científicas, reformulándose particularmente en las observaciones de las especies. Comprendiéndose a su vez que un estudio de caso ya no es algo que se dé de manera independiente a la actividad científica, sino que se determina mediante las metodologías empleadas por otros científicos del período, tales como Domeyko, Pissis y Philippi, por ejemplo; quienes a finales del siglo XIX determinarán la gesta de una identidad científica llevada a cabo por comunidades de investigadores, que en especial fue elaborada individualmente, pero que en cierta índole la correspondencia epistolar sostuvo la comunicación permanente entre los investigadores para dar a conocer en rigurosidad las características naturales de los objetos de estudio.

La visión de ciencia en el país es considerada como un proceso que ha continuado hasta nuestros días. Puesto que la investigación de los recursos naturales del país conlleva a estudios más complejos de análisis, tanto por los científicos actuales de las ciencias naturales a partir de la base teórica moderna de los registros objetivos de Claude Gay, por lo que documentó las especies patrimoniales provenientes de la república de Chile. Dicha información ha perdurado como efecto de la actividad investigativa, que ha sido difundida en numerosas publicaciones pero, específicamente, su prosa ha sido desarrollada detalladamente por los historiadores de la ciencia en Chile. En consecuencia, la obra de Claude Gay nos ha llevado a preguntarnos si la historia de la naturaleza local ha influido en los marcos sociales, culturales, económicos y políticos del pensamiento Estado-nación, y de cuestionarnos en cómo comprendemos epistémicamente nuestro territorio en función a la realidad natural que observamos y de considerar la relación que existe entre Gay y la instauración de la historia natural de Chile, lo que permitió a la comunidad científica nacional acceder al conocimiento universal.

 

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Notas

  1. Sagredo, R. (texto) y Donoso, M. (fotografías): La ruta de los naturalistas. Las huellas de Gay, Domeyko y Philippi. LarrainVial. Patrimonio Cultural de Chile. p. 16.
  2. Periodista del diario El Verdadero Liberal. Chile. Enero de 1827. Véase en http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/mc0007593.pdf
  3. Ibídem: “Pedro Chapuis, quien llegó a Chile a mediados de 1825, tras permanecer por algún tiempo en España, Portugal y Brasil. Se trataba de organizar una sociedad de profesores de alta calificación, con la finalidad de abrir un nuevo colegio de enseñanza preparatoria y superior. Para este efecto Chapuis, con el apoyo de Diego Portales y su grupo político, se trasladó a Francia en busca de las personas adecuadas. Con la ayuda del miembro de la Universidad de París Francisco Alejo del Río, y la protección del gobierno de Carlos X, consiguió estructurar su equipo, el que fue completado con un par de contrataciones en Brasil. Éste fue integrado por Juan Antonio Portes, Claudio Gay, José Coupelon, Teodoro Moriniére e Hipólito Beauchemin, entre otros”. Véase en Fuentes bibliográficas, capítulo II: “Reorganización de la enseñanza superior después de la Independencia”. http://www.historia.uchile.cl
  4. Nos referimos al Reyno de Chile, al período que se comprendía entre 1534, por el emperador Carlos I (1500-1558), y las llamadas gobernaciones de Nueva Andalucía y Nueva León, que ocupaban los territorios Pacífico y el Atlántico, aproximadamente entre los paralelos 26ºS y 37ºS y entre el 37ºS y el 47ºS, respectivamente. Sin embargo, la arbitrariedad de estas divisiones pronto llevó a su desaparición, permaneciendo la denominación “Chile”, que posteriormente sería explorado por Diego de Almagro (1475-1538). Tras la expedición de Pedro de Valdivia (1500-1553) a Chile y la fundación de Santiago, se creó la llamada gobernación de Nueva Extremadura, nombre otorgado por Pedro de Valdivia a la zona en honor a su lugar de origen. Sin embargo, esta denominación se mantuvo por pocos años hasta la muerte de Jerónimo de Alderete (1516-1556), ocurrida en 1556. De allí en adelante, el nombre Chile predominó entre los hispanos para denominar a dichos territorios. Así, finalizó la denominación del Reyno de Chile en 1798 a propósito de una disputa entre el virrey Ambrosio O’Higgins (1720-1801) y el gobernador Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro (1735-1810); el rey Carlos IV (1748-1819) resolvió, en una comunicación dirigida al virrey el 15 de marzo de aquel año, declarar a Chile “independiente de ese virreinato, como siempre debió entenderse”. Véase en Diego Barros Arana: Historia de Chile, tomo 7. pp. 318-319. Y Recopilación de Leyes de Indias, libro II, “De las Leyes, Provisiones, Cedvlas, y Ordenanças Reales”, título XV, “De las Audiencias y Chancillerias Reales de las Indias”, Ley XII, “Audiencia y Chancilleria Real de Santiago de Chile”.
  5. En este sentido hablaremos como independientes de la administración política y económica de la Corona Española, puesto que, para algunos historiadores, este acontecimiento fue una guerra civil en tierras chilenas. Véanse en este punto los postulados históricos en la narración de los historiadores Gabriel Salazar, Sergio Grez y César Cerda, entre otros.
  6. Vida i obras de Gay. Estudios Históricos y Bibliográficos en el Archivo Nacional. Tomo XI. Pp. 23-24.
  7. Es lo que explica que, desde este enfoque, John Locke (1632-1704), principalmente en su Ensayo sobre el entendimiento humano, afirma que nuestros sentidos, al percibir las constantes vicisitudes de las cosas, no pueden dejar de observar la relación causa-efecto, definiendo como causa “aquello que hace cualquier otra empresa a existir”. En Cf. Locke, J. Ensayo sobre el entendimiento humano. Editorial Aguilar. Buenos Aires, 1970. P. 105.
  8. En este sentido, el historiador Guillermo Feliú Cruz (1900-1973) manifiesta que Claudio Gay “aplicó a las investigaciones el mismo método que a las ciencias naturales. Comenzó por juntar los materiales históricos; los ordenó, los clasificó. Se sumió en archivos históricos públicos y privados”. En: Feliú Cruz, G. Claudio Gay. Historiador de Chile. Editorial del Pacífico. Santiago. 1965. P. 18.
  9. Bello, A. Prospecto. Edición Nº 1 de la Revista de Ciencias y Letras. Santiago, 1857, en Biblioteca Nacional.
  10. Andrés Bello López obtuvo la nacionalidad chilena el 17 de octubre de 1832. Es considerado como un destacado forjador de la institucionalidad chilena. Impulsó el movimiento literario de 1842. Además de ejercer como maestro en el Instituto Nacional, fue redactor de El Araucano y se desempeñó como rector de la naciente Universidad de Chile desde 1842. También fue el principal redactor del Código Civil (1855), que continúa vigente en el actual sistema jurídico. Véase en Cf. http://www.memoriachilena.cl
  11. Cf. Apey, María Angélica. Historia de la Sociedad Nacional de Agricultura. Santiago de Chile: Sociedad Nacional de Agricultura, 1988, p. 12. En Saldivia, Z. “La Sociedad Nacional de Agricultura en el siglo XIX chileno: su rol social y su aporte al desarrollo científico-tecnológico”. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona (ISSN: 1138-9788; depósito legal: B. 21.741-98), Vol. V, Nº 100, 1 de noviembre de 2001. Véase en http://www.ub.edu/geocrit/sn-100.htm#5: “Sin embargo, crear una sociedad acorde a los modelos ilustrados que se preocupe del progreso del país, del bienestar de la población, y específicamente del desarrollo del agro, es una idea que se consolida definitivamente en Chile sólo en 1838, por iniciativa de don José Miguel de la Barra y de algunos amigos a quienes reunió en su casa. Entre éstos figuraban Andrés Bello, Manuel de Salas, José Santiago Aldunate, Pedro Palazuelos, Rafael Larraín, José Gabriel Palma y Domingo Arlegui”.
  12. La construcción del Museo Nacional de Historia Natural se remonta a la decisión política del director supremo Bernardo O’Higgins Riquelme (1778-1842) en 1822, pero las arcas fiscales no alcanzaban para subvencionar dicho proyecto, aunque posteriormente en 1823 el director supremo Ramón Freire Serrano (1787-1851) encargó a Jean Josseph José Dauxion Lavaisse (1774-1829) explorar el territorio chileno, de modo de tener un informe sobre las perspectivas de colonización y conectividad. Lamentablemente, su vida tomó rumbos impensados y no pudo completar ninguna de las dos tareas que le encomendaron las autoridades chilenas, ya que falleció en 1829. Luego, con el contrato de trabajo de Claudio Gay y su obra célebre, entre sus viajes y recorridos por el país, recolectó material suficiente para que fuera exhibido en este primer museo, lo que quedó plasmado en su conocida obra Atlas de la historia física y política de Chile. Por ello, cuando el museo abrió sus puertas en una Sala de la Biblioteca Nacional ubicada en calle Catedral entre Bandera y Morandé, tenía entre sus colecciones interesantes objetos animales, vegetales y minerales. De este modo, por los vaivenes del destino, ese mismo Museo Nacional de Historia Natural obtuvo un beneficio interesante del desarrollo de las ciencias y la incipiente tecnología en el país. Gracias a la realización de la Primera Exposición Internacional de Chile en 1875, el museo pudo trasladarse —al año siguiente— al edificio diseñado por el arquitecto francés Paul Lathoud, ubicado al interior del Parque Quinta Normal. Cf. Véase en http://www.senado.cl.
  13. Es probable que la herencia de crear jardines botánicos se deba a la creación máxima de estas materias, por lo que la Corona Española contaba con el propio, en la ciudad de Madrid, desde el 17 de octubre de 1755, fundado por el monarca Fernando VI (1713-1759), ubicado en el Soto de Migas Calientes —a cuadras del río Manzanares. Posteriormente, con los años, el rey Carlos III en el año 1781 lo trasladó al Paseo del Prado, junto al Museo de Ciencias Naturales —actual Museo del Prado. Este hito se asentó en el pensamiento realcriollista, tal como lo fue en el Reyno de Nueva Granada, principalmente por las labores y obras de José Celestino Mutis y Bosio (1732-1808). Cf. Véase en Real Jardín Botánico. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC. Madrid, España. Consultado en http://www.rjb.csic.es/jardinbotanico.
  14. Carl Nilsson Linnæus fue un científico, naturalista, botánico y zoólogo sueco que estableció los fundamentos para el esquema moderno de la nomenclatura binomial. Se le considera el fundador de la moderna taxonomía, y también se le reconoce como uno de los padres de la ecología. Entre sus obras más destacadas: Præludia sponsaliarum plantarum (1729), Fundamenta botanica quae majorum operum prodromi instar theoriam scientiae botanices per breves aphorismos tradunt (1732), Systema naturae (1735-1770) y Fundamenta botanica (1735), entre otras.
  15. El Muséum d’Histoire Naturelle fue creado mediante un edicto en 1635, con el nombre de Jardín Royal des Plantes Medicinales; así los miembros fueron, principalmente, doctores en medicina. Posteriormente, con los años, la institución se perfeccionó aún más en el siglo XVIII, por lo que, luego de la Revolución Francesa, fue inaugurado el 10 de junio de 1793 por Joseph Lakanal (1762-1845). Cf. Yves Laissus, “Les voyageurs-naturalistes du Jardin du roi et du Muséum d’histoire naturelle”. Revue d’Histoire des Sciences, vol. 34, Nº 3-4, julio-diciembre de 1981. pp.259-317.
  16. Cf. Véase en www.memoriachilena.cl.
  17. Villalobos, S. Claudio Gay y la renovación de la agricultura chilena. Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (Icira). Santiago, 1973. P. 13.
  18. “La preocupación por las imágenes de los observables taxonómicos es una característica de la ciencia de la época; esto se comprende mejor si se tiene presente que Humboldt por su recorrido en América Meridional también se ayudaba mucho con las imágenes; era una característica de la ciencia romántica que representa Humboldt. Justamente, Humboldt y Gay contaron con la cooperación del pintor Mauricio Rugendas para ilustrar algunos especímenes y situaciones sociales. En: Saldivia, Z. La ciencia en el Chile decimonónico. Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana. Santiago de Chile, 2005. P. 147.
  19. Johann Moritz Rugendas fue un pintor y dibujante de origen alemán conocido por sus registros de paisajes latinoamericanos en la primera mitad del siglo XIX. Llegó a Chile el 1 de julio de 1834, residiendo primeramente en la ciudad de Talca hasta 1845, en donde conoció, mediante tertulias, a Andrés Bello López y Claudio Gay. Cf. Véase en http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rugendas.htm y http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=rugendas-johann-moritz.
  20. Cf. Saldivia Maldonado, Zenobio: “La institucionalización de la ciencia en Chile”. En Inter-American Review of Bibliography, Vol. XLIX. Nº 1-2. Washington, DC, Estados Unidos, 1999. pp. 141-155.
  21. En 1838, José Miguel de la Barra, Andrés Bello, Manuel de Salas, José Santiago Aldunate, Pedro Palazuelos Astaburuaga, Rafael Larraín Moxó, José Gabriel Palma Villanueva, entre otros, constituyeron las bases de la Sociedad Chilena de Agricultura y Colonización, tales como fomentar la agricultura y la cría del ganado, educar a los jóvenes en los principios de la agricultura, difundir la instrucción entre las mujeres, promover la instrucción pública mediante cartillas y tratados selectos de agricultura y promover otras actividades económicas como la pesca, la navegación y la mineralogía. Cf. Salinas, M. “El laicado católico de la Sociedad Chilena de Agricultura y Beneficencia (1838-1849)”. Anales de la Facultad de Teología. Vol. XXIX. Santiago de Chile: Universidad Católica de Chile, 1980. p. 100.
  22. Gaspar Melchor de Jovellanos era un intelectual, escritor, jurista y político ilustrado. Entre sus obras más selectas: Introducción a un discurso sobre el estudio de la Economía civil (1776); Elogio fúnebre del marqués de los Llanos de Alguazas (leído en la Sociedad Económica Matritense el 5 de agosto de 1780); Discurso pronunciado en la Sociedad de Amigos del País de Asturias sobre la necesidad de cultivar en el Principado el estudio de las ciencias naturales (Oviedo, 6 de mayo de 1782); Elogio de Carlos III (leído en la Real Sociedad Económica de Madrid el 8 de noviembre de 1788); traducción del Voyage dans l’Egypte pour decouvrir les sources du Nil, de James Bruce (1795); Tratado de botánica mallorquina o Flora medicinal de Valldemos (1801); Instrucción dada a un joven teólogo al salir de la Universidad, sobre el método que debía observar para perfeccionarse en el estudio de esta ciencia (Castillo de Bellver, 1805); Origen e introducción de la agricultura en Asturias (Castillo de Bellver, 1804); Regreso del destierro (Mallorca, 5 de abril, 23 de junio de 1808), Memoria en defensa de la Junta Central (Santa Cruz de Ribadulla, 2 de mayo de 1811). Cabe destacar que este autor enfatizó sus escritos en obras literarias, memorias, pedagogía, economía, temas asturianos, arte, derecho, traducciones, botánica y política. Cf. Galino, A. “Gaspar Melchor de Jovellanos”. Revista Trimestral de Educación Comparada. París. Unesco. Volumen XXIII. Nº 3-4. 1993. Pp. 808-821.
  23. De Jovellanos, G. M. Elogio de Carlos III, en: Obras publicadas e inéditas, Vol. 87, pp. 7 y ss., Miguel Artola. Madrid. Biblioteca de Autores Españoles. 1956.
  24. Laguna, M. Pensamiento Económico y Social. Publicado el miércoles 9 de marzo de 2011. Véase en http://pensamientoeconmicoysocial.blogspot.cl/2011/03/la-fisiocracia-y-francois-quesnay.html, P. 1.
  25. Escobar, G. La ilustración en la filosofía latinoamericana. México, DF. Ediciones Trillas, 1980. p. 42.
  26. En este sentido, las autoridades políticas —a inicios del siglo XX— discutieron efusivamente las nuevas políticas laborales que desempeñarían sus trabajadores, principalmente por el primer gobierno del presidente Arturo Alessandri Palma (1920-1925).
  27. Óp. cit. Kuhn, T. La estructura de las revoluciones científicas. p. 51.
  28. Gay, C. Agricultura chilena (edición facsimilar de la Historia física y política de Chile; introducción y estudios de Sergio Villalobos R.). Icira. Santiago de Chile, 1973. p. 124.
  29. Ibídem, P. 124.
  30. “De una mocion del señor Araos, para que se decrete la fundacion de una sociedad filantrópica de amantes de la Patria” (V sesión del 12 bis de marzo de 1821). Véase en sesión del 31 de enero de 1825, Congreso Nacional, sesión 46, en 31 de enero de 1825, Presidencia de don Francisco Ramón de Vicuña. En página: Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile, tomo X (1824-1825). djvu/354.
  31. Cf. Millar, W. Historia ilustrada de Chile. Ediciones Zig-Zag. Santiago de Chile, 1998. Pp. 251-255.
  32. Cf. Op. cit. Fleck, L. La génesis y el desarrollo de un hecho científico. p. 25.
  33. Gay, C. Historia física y política de Chile (sección “Agricultura”). París. Imprenta E. Thunot y Cia, 1862. Tomo I. p. 1.
  34. Gay, C. Historia física y política de Chile. “Agricultura”, tomo II. París, en Casa del Autor, 1865. Pp. 6-7.
  35. Ibídem, P. 26.
  36. Op. cit. Cf. Saldivia, Z. “La Sociedad Nacional de Agricultura en el siglo XIX chileno: su rol social y su aporte al desarrollo científico-tecnológico”. p. 4.
  37. Ibídem, p. 4.
  38. Cf. Arancibia, L., Yavar, M. y otros. La agronomía en la agricultura chilena. Santiago de Chile. Colegio de Ingenieros Agrónomos de Chile, 1989. P. 103.
  39. Op. cit. Fleck, L. La génesis y el desarrollo de un hecho científico. p. 31.
  40. Op. cit. Gay, C. Agricultura chilena. p. 222. En el caso de la trilladora inglesa portátil, se adecuaba más a la topografía de Chile.
  41. Cf. Lefebvre, R. Breve reseña sobre la Quinta Normal de Agricultura. Santiago de Chile: Imprenta Moderna, 1901. p. 7.
  42. Cf. Ibídem, p. 36.
  43. Cf. Briones, G. Epistemología de la investigación. Módulo I. Curso de educación a distancia Métodos y técnicas avanzadas de investigación aplicadas a la educación y a las ciencias sociales. Santiago, 1989.
  44. Cf. Barros Arana, D. “Don Claudio Gay: su vida y sus obras”. Estudios históricos-bibliográficos. Tomo XI. Publicado por Imprenta Cervantes, 1909-1911. P. 365.
  45. Op. cit. Fleck, L. La génesis y el desarrollo de un hecho científico. p. 43.
  46. Op. cit. Latour, B. Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad. P. 213.
  47. Cf. Op. cit. Crombie, A. Estilos de pensamiento científico a comienzos de la Europa moderna. p. 32.
  48. Barros Arana. Estudio histórico y bibliográfico. Don Claudio Gay. p. 246.
  49. Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Justicia, Volumen 72. Foja 328. Santiago, 8 de octubre de 1830.
  50. Ibídem.
  51. Museo Nacional de Historia Natural. Colección “Chile y su cultura”. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Chile: Ministerio de Educación Pública, p. 13.
  52. Cf. Op. cit. Latour, B. Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad, pp. 106-109.
  53. Cf. Ibídem, p. 205.
  54. Cf. Roldán, Mary. Museo Nacional, fronteras de la identidad y el reto de la globalización. Ministerio de Cultura. Colombia, 2000. p. 50.
  55. Archivo Nacional. Ministerio de Instrucción Pública. Volumen 14. Santiago, 16 de julio de 1842.
  56. Op. cit. Barros Arana, Diego. Don Claudio Gay. p. 247.
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