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La vida como teatro en el episodio de los duques en el Quijote

lunes 16 de mayo de 2022
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Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
Cervantes plantea en el Quijote un cuestionamiento de la realidad, proponiéndose el mundo como una puesta en escena constante.

La idea de que la vida es como el teatro se da en diversos episodios del Quijote; sin embargo, en el capítulo LXIX de la segunda parte, los duques van a simular una obra de teatro, en donde Altisidora muere producto del desamor que le causa don Quijote. Por ello, cuando don Quijote y Sancho Panza son llevados al patio, se van a encontrar con una gran puesta en escena, todo bien iluminado, la duquesa muerta en el medio y todos mirando esta triste situación. Minos va a proponer a Sancho como aquel que podría hacer revivir a la duquesa Altisidora, pero ello significa sufrir ciertas golpizas, específicamente:

¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros, y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas y doce pellizcos y seis alfilerazos en brazos y lomos; que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!

(Cervantes 1.066).

Es debido a tal anuncio que Sancho va a reclamar, ya que no entiende por qué el debería recibir todos esos castigos para la supuesta resurrección de la duquesa. Finalmente, e instigado por don Quijote, Sancho acepta ser sometido a aquella tortura, pero, una vez propiciados los abusos, Sancho va a saltar y a reclamar: “¡Afuera, ministros infernales; que no soy yo de bronce, para no sentir tan extraordinarios martirios!” (Cervantes 1.067).

Acto seguido Altisidora revive, generando en los observadores (o más bien, en los actores) gran conmoción, siendo don Quijote el más impactado con el poder que tiene Sancho para revertir situaciones, por lo que le va a pedir, no como caballero y señor suyo, sino como “hijo de mis entrañas”, que acepte sufrir los azotes necesarios para revertir el encanto propiciado hacia Dulcinea.

Esta situación va a dar cuenta de una postura frente a la realidad: para don Quijote efectivamente lo que estaba pasando era algo real y posible, tanto así que le pide a Sancho que acepte los azotes para poder librar a Dulcinea del encanto.

Es así, en esta y también en otras ocasiones, como se logra ver el sentido de la vida como un teatro, lo que está completamente vinculado con la relación de Cervantes con el teatro, expresión artística que siempre le gustó, pero que nunca pudo desarrollar en su totalidad —lo que queda en evidencia al entender la relación de enemistad que existía entre este autor y Lope de Vega, quien lo denostó y le impidió entrar al mundo del teatro en España.

Toda la estadía de don Quijote y Sancho Panza en el palacio de los duques es una puesta en escena constante.

Que la vida sea entendida como un teatro quiere decir que en ciertas situaciones lo que se presencia puede ser entendido como una actuación, en donde el individuo hace una especie de ejercicio para poder distinguir entre la verdad y la mentira. Esto también se relaciona con la capacidad que tiene el teatro de atrapar a su espectador en la ficción, haciéndolo sentir emociones reales y profundas.

Y es que toda la estadía de don Quijote y Sancho Panza en el palacio de los duques es una puesta en escena constante, haciendo que la realidad y la ficción se mezclen porque, aunque todo es una invención, don Quijote y su escudero no lo van a dudar; al menos no en su totalidad. Por ejemplo, cuando les piden que acepten la aventura de volar junto al caballo Clavileño para que así se termine el hechizo que está afectando a las mujeres (les ha salido barba). Toda esa situación requiere de una gran producción teatral, porque no sólo los personajes están actuando una situación ficticia, además se han disfrazado y han elaborado cierta escenografía y maquinaria para lograr concretar la historia. Es así como Sancho y don Quijote caen en la broma, y piensan que efectivamente han volado encima de un caballo, lo cual pasaba sólo en las novelas de caballería.

Don Quijote y Sancho son dos amigos que serán engañados. A través del teatro, se inventará una realidad ficticia, la que requerirá de ciertos artilugios y trabajos por parte de los duques, quienes se presentan como los actores, directores y productores de la puesta en escena. Es de esta manera que el teatro puede ser entendido como una forma de expresión artística, pero que, no obstante, puede confundirnos haciéndonos pensar que lo que vemos es parte de la realidad.

En este sentido, se amplía en la novela el cuestionamiento que se plantea con respecto a la realidad, proponiéndose el mundo como una puesta en escena constante, ya que todo va a depender de cómo se vean las cosas; porque, claro, aunque los duques intenten burlarse de don Quijote y edifiquen todo un escenario para lograr tal objetivo, el caballero seguirá pensando que todo es parte de la realidad.

De este modo, al borrarse los límites precisos que separan la realidad de la ficción, el lector real del Quijote puede aceptar la verosimilitud del estrafalario caballero, sin duda, e incluso puede pensar en su “historicidad”, pero también se da cuenta de que la perspectiva de enfoque es fundamental para captar la realidad, sea literaria o no; esto es, de que considerar algo vida o literatura depende del lugar desde el que se mira, y no tanto de la cosa observada misma, y así entender bien la actitud del propio don Quijote, y así, al mismo tiempo, comprender que todo depende del punto de vista, de la óptica de visión. Y, con ello, todo se relativiza, se hace más flexible, se libera, en suma, de cualquier dogmatismo.

(Hazas, 377)

Por lo mismo, dependiendo de cómo queramos ver la realidad es posible encontrar al mundo como una puesta en escena constante o no.

 

Referencias bibliográficas

Alfredo Fredericksen Neira
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