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Una interpretación del salmo 23

jueves 23 de junio de 2022
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Una interpretación del salmo 23, por David Cortés Cabán
La oveja (representación metafórica del protagonista) llega fortalecida, no por sus propias fuerzas sino por las que le ha brindado Jehová desde el comienzo. Fotografía: Zac Bentley • Pexels
a Nicolás Cortés / a Antonia Cabán
In memoriam

Jehová es mi pastor;
nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos
me hará descansar;
Junto a aguas de reposo
me pastoreará.
3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia
por amor de su nombre.

4 Aunque ande en valle de sombra
y de muerte,
No temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento,
5 Aderezas mesa delante
de mí en presencia
de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien
y la misericordia me seguirán
todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová
moraré por largos días.1

Uno de los salmos más conocidos de la Biblia, aun por quienes no profesan ninguna fe o ignoran el mensaje del Evangelio, es el salmo 23. Lo he transcrito aquí tal como aparece en la BRV (1960) para un breve comentario de su contenido. Para seguir el proceso de su construcción e interpretar los versos he particularizado su estructura en el bosquejo a continuación.

  1. El pastor.
    1. La confianza y la provisión.
    2. El paisaje.
    3. Confortamiento.
  2. Geografía del camino.
    1. El valle.
    2. La sombra.
    3. La muerte.
    4. El temor.
    5. La vara y el cayado.
    6. La mesa.
    7. Los angustiadores.
  3. La llegada triunfal.
    1. El aceite.
    2. La copa.
    3. La misericordia.
    4. El reposo final.

La palabra pastor la hallamos primeramente en el cuarto capítulo de Génesis para nombrar el oficio de quienes en tiempos antiguos se dedicaban a la crianza o al cuidado del ganado ovino. Oficio que aún se practica en las zonas rurales de Europa o del Cercano Oriente como medio de subsistencia.2 Pero en las Escrituras la figura de pastor posee un doble significado. El que concretamente refiere al oficio y, segundo, el que adquiere un sentido figurado al transferírsele a la palabra el sentido de quienes son guiados por Cristo, siendo Cristo mismo el gran Pastor de todos los tiempos.3 Dentro de este último contexto nos acercaremos al salmo 23. Nos uniremos imaginariamente con el salmista en un caminar dirigido por la confianza que infunde al espíritu la presencia de Jesús.

En el primer verso observamos la seguridad de aquellos que dependen plenamente de Jehová y le reconocen como su salvador y dueño. El posesivo mi (“mi pastor”) encierra un sentido de propiedad y confianza. El verso a continuación (“…nada me faltará”) enfatizará esa confianza en el Pastor del rebaño. De acuerdo a esta primera impresión, podríamos entonces preguntarnos qué significado tiene, para el salmista, faltar algo. La frase poética encierra aquí un concepto dual y una perspectiva que sugiere más de lo que expresa. En un sentido material podríamos inducir lo siguiente: el personaje central no carecerá de nada, es decir, no tendrá carencia de las cosas que sustentan la vida material y espiritual del creyente: ni de abrigo o alimentos para la seguridad física. Por otro lado, gozará de la provisión que provee la presencia amorosa de Cristo: amor y paz, esperanza y gozo, confianza y victoria. En este contexto, los primeros versos (del 1 al 3) revelan un escenario de formidable armonía, y un ambiente de gran serenidad y belleza paisajista. Nada enturbia, por el momento, el caminar del salmista. El paisaje está cubierto de delicados pastos para el descanso y la fatiga. Las aguas cristalinas fluyen abundantes para calmar la sed, mientras la seguridad conforta la vida por medio de la justicia divina.4 Y luego en las “sendas de justicia” se establece la Ley para que entonces pueda mostrarse la justicia, y ésta impregne de valor el corazón. En este sentido, la justicia y la fe contrastarán con los peligros del camino. No porque la justicia sea una condición merecida del salmista, sino porque el Señor mismo “por amor de su nombre” hará justos a quienes ama y caminan con Él.

Este sentido de confianza (no terrenal, sino divina) se revela en la total entrega: Jehová es mi pastor / nada me faltará. De ahí deriva la fortaleza y completa dependencia de Dios. Los pasos del salmista se ordenarán por una fe que depende no de sí mismo, sino de la gracia de Dios y su justicia. Por otro lado, el “…valle de sombra y de muerte” presenta otras tonalidades del paisaje y señalará, figurativamente, la transición de una realidad a otra. Pasamos de un escenario de delicados pastos a entrar en uno sombrío. No en un valle cualquiera, sino en uno cuyas sombras parecen ceñirse amenazantes sobre la vida.5 Un lugar en el cual se avizoran nuevas dificultades, pero en el que el salmista continuará su andadura guiado por la fe. Pero la sombra de muerte no podrá doblegar su voluntad ni su fortaleza espiritual. En este contexto, podrá descartarse el temor, pues la esperanza no está condicionada por los vaivenes del mundo. No hay por qué temer. Se ha hallado un refugio seguro al lado del Señor: tú estarás conmigo.

Sin duda, definirán también el ánimo del salmista la vara y el cayado, objetos simbólicos utilizados para la protección del pastor y sus ovejas.6 Implican también una total afirmación de la seguridad del creyente. La mesa, según el plano de la descripción, forma parte de lo que ya ha estado reservado para el caminante: Aderezas mesa delante de mí.7 La mesa estará ordenada amorosamente para el fatigado caminante. El valle terrenal ha quedado atrás, pero aún los angustiadores (opositores) quieren violentar la vida y entorpecer la expresión triunfante de la llegada.8 Las experiencias del camino apuntan a un futuro que se convierte a la vez en un tiempo lineal, y un presente continuo que se perpetúa infinitamente. En torno a estas situaciones, dentro del modo indicativo, observamos la integración de las acciones. La mayoría de los verbos apuntan hacia el futuro: faltará, hará descansar, pastoreará, confortará, guiará, temeré, estarás, infundirán, seguirán, moraré; a excepción de es, aderezas, unges y está, que aparecen en presente y, aparte, también del subjuntivo ande (“Aunque ande…”).

Por otro lado, hay un acto celebratorio y fundamental en la etapa final de ese caminar donde se ha preparado el escenario para ungir9 al caminante. La oveja (representación metafórica del protagonista) llega fortalecida, no por sus propias fuerzas sino por las que le ha brindado Jehová desde el comienzo. La casa (anunciada como una metáfora del reino) está asociada, por supuesto, con el lugar de descanso eterno.

La unción y el toque final de ese recorrido son un acto simbólico de la travesía del valle terrenal. Luego: mi copa, registra el máximo gozo y la expectativa de esa realidad. El verbo en gerundio (rebosando) nos habla de esa sobreabundancia de unción, esa extraordinaria fidelidad que en acción continuada excede el tamaño de la copa hasta derramarse de su recipiente. La copa posee así un significado connotativo y espiritual. Esta copa no es un recipiente para depositar un líquido cualquiera10 ni es un objeto real, sino la representación figurativa del yo protagónico del salmo. En este sentido podríamos, entonces, decir: mi ser rebosa de tu gracia divina. En efecto, la copa es, pues, una representación simbólica del creyente, y de la gracia que llena su ser. El salmista mismo contemplará rebosante su entrada en la casa del Padre. No existirán allí angustia, inquietud ni desesperación. Han desparecido las brumas del camino y los peligros del valle. El contexto gramatical del adverbio (ciertamente) resalta ese sentimiento de seguridad: Ciertamente el bien / y la misericordia me seguirán / todos los días de mi vida. Esta expresión jubilosa refleja la dicha del salmista ante la presencia Dios. Llegamos así al punto culminante. Los últimos versos dan el toque final. Se ha cumplido el proceso de peregrinaje: aquellos delicados pastos, aquellas sombras de muerte, aquellos angustiadores, han quedado atrás. No hay que tornar la mirada. El amor resplandece en toda su plenitud: Y en la casa de Jehová / moraré por largos días. Se cierra así el plano del tiempo terrenal para morar eternamente junto al Señor.

David Cortés Cabán
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Notas

  1. Biblia Reina Valera, 1960. Es posible, aunque no aparece ningún dato histórico, que este salmo fuera inspirado en el recuerdo de cuando pastoreaba las ovejas de su padre: “David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre…”, I S. 17:34; y también como una reminiscencia de la unción que habría de prepararlo para su reinado. Véase el capítulo 16:13 de este mismo libro.
  2. Véase Gn. 4:2 y 13:7; Is. 40:10; Jer. 31:10; Lu. 2:8 y otros textos de la Biblia.
  3. “La Biblia menciona a los pastores y el pastoreo más de doscientas veces. Los pastores conducían a las ovejas a los pastos y al agua (Sal. 23) y las protegían de los animales salvajes (I Sam. 17: 34-35). También guardaban sus rebaños durante la noche ya sea a la intemperie (Luc. 2:8) o en corrales (Sof. 2:6) donde contaban las ovejas al entrar (Jer. 33:13). El término pastor llegó a designar no sólo a las personas que criaban ovejas, sino también a reyes (2 Sam. 5:2) y al mismo tiempo a Dios (Sal. 23; Isa. 40:11). Véase también el salmo 80, que comienza; ‘Oh Pastor de Israel, escucha: Tú que pastoreas / como a ovejas a José…’. Profetas posteriores se refirieron a los líderes de Israel como pastores (Jer. 23; Ezeq. 34), en Guía esencial de la Biblia, Tennessee, B&H Publishing Group, 2017, pp. 169. Ver también, John MacArthur, Biblia de estudio, Tennessee, Editorial Vida 2015 [título en inglés: The MacArthur Study Bible]. Ver la nota a Parábola del redil: ‘Los pastores del Cercano Oriente permanecían en diferentes lugares fuera del redil y emitían ciertos sonidos especiales que sus ovejas reconocían. Como resultado, las ovejas se reunían alrededor del pastor (…), este pastor hace algo aún más especial al llamar a cada oveja por su nombre. Jesús quería explicar que Él vino al rebaño de Israel y llama a sus propias ovejas de manera personal para que entren en su rebaño mesiánico’”, Ibíd., pág. 1.452.
  4. “Bienaventurados / los perfectos de camino, / Los que andan en la ley de Jehová”. Sal. 119. BRV.
  5. Los valles pueden clasificarse de acuerdo a su hábitat y su biodiversidad. La forma más común de clasificarlos es definirlos como una extensión de terreno entre montañas. Sin embargo, en el contexto de este salmo el nombre implica una connotación mucho más poética que física o geográfica, es decir, una imagen espiritual que coincide exclusivamente con las vicisitudes y peligros de la vida. Esto podríamos ilustrarlo si transferimos a nuestras vidas de creyentes un sentimiento parecido al que experimentó el salmista.
  6. Aaron L. Garriott, Tu vara y Tu cayado me infunden aliento. “La vara y el cayado pueden ser categorizados en general como herramientas de protección y guía, respectivamente. La vara protegía de los depredadores; el cayado era una herramienta de guía con un gancho en un extremo que, al ponerla alrededor del pecho, aseguraba a la oveja. Juntas, estas dos herramientas proveían tranquilidad a las ovejas. Mientras David, el pastor hecho rey, asume el rol de una oveja, sus temores de todo mal son apaciguados al mirar al verdadero Pastor y Rey de Israel”. Ministerios Ligonier (13 de noviembre de 2018; consultado el 23 de mayo de 2022).
  7. El verbo “aderezar” ha desaparecido del habla cotidiana. Hoy día aparece de un modo actualizado para una lectura más accesible: Tú preparas mesa (Biblia de las Américas y Nueva Biblia Latinoamericana); Me preparas (Nueva Traducción Viviente); Dispones (Nueva Versión Internacional). En la Biblia King James Version el verbo aparece “preparest” que literalmente sería, “preparas”: Thou preparest a table
  8. Los angustiadores usan toda clase de tácticas y argumentos para destruir la vida del creyente. En el salmo 27 el salmista recuerda cuando él fue objeto de la animadversión: “Cuando se juntaron contra mí los malignos, / y mis angustiadoresBRV. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) define angustiar como afligir, acongojar.
  9. “En numerosas citas bíblicas hay evidencias de que el aceite de oliva es uno de los símbolos más importantes dentro del Cristianismo, juntamente con el agua, el vino y el pan. Sin embargo, una de las primeras veces en que se menciona al zumo de aceitunas es en el libro de Éxodo. La mención tiene que ver con la preparación del aceite de la de la unción santa, en la que se tenían que utilizar otros ingredientes además del aceite de oliva, siendo algunos de ellos la canela, la mirra y la acacia. Con este aceite se ungieron los primeros sacerdotes durante el peregrinaje del desierto”. Ver Sira Escobar, “Aceite de oliva en el cristianismo: Aspectos que debes saber”. Y también: “En el Antiguo Testamento los reyes eran ungidos, para que supieran gobernar y para que tuvieran la fuerza necesaria para cumplir con su misión (…). Jesús mismo, cuando inicia su misión pública, aplica a esta misión el anuncio de Isaías: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para llevar las buenas noticias a los pobres…’”, ver: “Uno de los símbolos del Espíritu Santo es la unción con aceite”.
  10. Ver, por ejemplo, los siguientes versos: Ge. 40: 11; Ge. 44: 2; Sal. 116: 13; Jar. 25. 15: 15; Mt. 26: 27; I Co. 10: 21; Ap. 5: 8. En todos ellos el vocablo “copa” adquiere significados que condicionan el contenido del texto y el sentido literal y/o connotativo del mensaje.
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