Poemas
Marta Juárez
Estrategias
Casi termino
por no darme cuenta
de las Estrategias
que he instrumentado
para proteger mi corazón
de los Vicios del Amor
y evitar de este modo, y de los otros
el oficio de querer,
la dependencia excesiva de otro Ser.
Estrategias...
para usar la dosis exacta de la entrega,
el límite justo del deseo.
Estrategias...
para medir las sogas que aten las manos
de ternuras continentes.
Estrategias...
para esquivar inteligentemente las evidencias
que delatan el amor.
Estrategias...
para controlar los abrázame,
los te quiero, los perdono
los mañana y mil veces quiero verte.
Estrategias...
para que crezca el musgo del olvido
y no duela cuando llegue tu partida.
Estrategias... estrategias...
y me descubro hoy,
merodeando el Sur,
desplegando ya mis alas
para seguir tu vuelo.
Evidentemente...
¡algo, en las estrategias
me ha fallado!...
Domingo de ausencias
Estás aquí, como antaño...
como siempre,
presidiendo la cabecera de la mesa.
de este almuerzo de los dos,
y en las demás sillas vacías
fantasmas queridos, queridas
ausencias, doliéndonos están.
Y el vino sobre la mesa,
pretexto vano para el escape
de este domingo denso cuando
octubre comienza a florecer,
para matar las horas lentas
que agonizan sin estruendo
en los vasos vacíos de tu alma...
y la mía.
Y nos quedamos solos...
y solos aquí estamos.
Vos y Yo.
Vos con tu tristeza
irreparable de los años,
que sin clemencia te devastan.
Yo, con mi soledad humeando
por las grietas del recuerdo.
Y nos quedamos solos...
y solos aquí estamos,
evitando las miradas,
que no delaten el dolor
que socavándonos van por dentro,
hierro candente, lava roja, fuego vivo.
Y nos quedamos solos
y el viento zumbador de los recuerdos
impiadoso nos golpea,
insolente se pasea por los cuartos
desvaciados de los ecos
de las voces, de las risas
que ayer nomás poblaban
la mesa, los silencios.
¡Dios mío, por qué a veces
nos duelen tantos tus designios!
Y nos quedamos solos.
Y el vino que se acaba...
y tu palabra cae... cae... cae...
como hojas trémulas de otoño
sobre el río disperso de mi nada.
Y tu palabra cae... cae... cae
en mi inconsciencia derramada,
con la certeza inconmovible
que vos también
te me escapas,
¡PADRE MÍO!...
Cuarenta
Cuarenta,
Suena fuerte, suena a serio,
suena hosco oscuro.
¡Cuarenta!...
huele a encierro,
a coronas secas después de los entierros.
¡Cuarenta viene de Cuaresma.
Cuarenta. Miércoles entre —lunes— y —domingo—.
Cuarenta. Cenizas, ahogando el fuego
preservando brasas activas.
Cuarenta Muertes para la Resurrección.
Cuarenta cuarentena,
los que vienen sospechados de males contagiosos.
Cuarenta cuatralbo cuatrero,
rastrero ladrón del camino.
Cuarenta cuatrienio.
Cuatro y más vientos resucitando entre cenizas
la chispa triunfal del brote verde de la hierba,
destellando entre los escombros!...
No huyas
¡No huyas de mí..!
Soy el AMOR
que quema tus dedos,
sollozo de tu alma dormida.
¡Ven, desguaza tus barreras, baja la guardia,
ya no luches, entrégate a mí!...
¡No huyas, no ves que no puedes,
soy tu voz y tu canto inevitable!
Soy el AMOR.
No te escondas...
¿no ves que no se puede huir
de lo que se lleva dentro?
¡Voy contigo,
donde quieras que vayas!
Sólo el tiempo transará contigo
y Él, tu aliado de mañana,
es el único que podrá conmigo
con mi recuerdo, cuando hecho viento
hecho olvido, quede en los campos secos.
Mientras tanto, Hoy,
sólo estamos Tú y YO
cara a cara...
Tú, quemándote
las manos de impaciencia
Yo, inmovilizado
de impotencia ante la escarcha de tus dudas,
de tu indiferencia,
que es sólo un grito de dolor acallado.
¡No escapes de mí!
¡Soy parte irremediable de Ti!
¡No huyas, ahora que te llamo, que te grito
ahora que te espero, que a ti me abro!
¡No me mates!,
tal vez nunca te perdone
que me hayas abandonado así,
con las manos vacías...
con el corazón desarrapado...