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El libro adolescente de Daína Chaviano
"Casa de juegos es también un juego con el lector, que nunca está seguro de lo que está pasando". Una historia universal sobre el control y la manipulación del ser humano, en un ambiente caracterizado por el erotismo y la magia. Ésta podría ser una pequeña síntesis de la última novela de Daína Chaviano, Casa de juegos, que ahora publica en España la editorial Planeta, y cuyo germen la propia autora confiesa que se remonta a unos veinte años atrás. Chaviano reconoce también en esta entrevista que, con esta novela, rompe con su línea habitual de escritora "porque se adentra en dos asuntos que nunca antes había abordado de manera tan directa: el erotismo y la mitología afrocubana". Pero se trata de una novela "muy onírica, muy surrealista, que se sale por completo de lo que es la realidad cubana habitual. El ambiente de la novela es como la atmósfera de los sueños: las cosas nunca son lo que parecen y nunca parecen lo que son". —¿Se puede decir que Casa de juegos es una especie de continuación de su exitosa novela anterior El hombre, la hembra y el hambre? ¿Cuándo comenzó a preparar Casa de juegos? —Casa de juegos no es exactamente una continuación de El hombre, la hembra y el hambre, porque fue concebida hace casi 20 años. Empecé a tomar notas para esta novela a partir de un sueño que tuve en la adolescencia, y en el cual me asaltaron unas imágenes alucinantes. Cuando desperté, me di cuenta de que, a partir de ellas, iba a escribir un libro que se llamaría Casa de juegos. Luego, a lo largo de casi dos décadas, estuve recopilando información de toda clase para llegar a la trama de la novela. Es decir, que su concepción fue muy anterior a El hombre, la hembra y el hambre. No obstante, existe cierto vínculo entre ambas, por la fugaz aparición de algunos personajes de una novela en otra. Por ejemplo, en Casa de juegos hay una brevísima escena donde el personaje de Claudia, de El hombre..., conversa con Gaia acerca de una monja amiga suya, y le expone sus razones por las cuales Gaia no debería irse a un convento. Aunque el estímulo inicial de Casa... fue, como he dicho, un sueño, después empecé a incorporar otros elementos a la trama. Leí, por ejemplo, novelas de autores clásicos del romanticismo donde el componente erótico era muy fuerte. Como yo trabajo a partir de desafíos literarios, un día me dije que quería hacer una novela con componentes eróticos fuertes, precisamente porque el erotismo era algo muy ajeno a mi forma de expresión literaria. Yo había empezado a escribir cuando tenía 8 o 9 años, y todos mis libros publicados habían sido de fantasía y ciencia-ficción; historias relacionadas con hadas, magos, pegasos... seres y contextos que no tienen nada que ver con la literatura de corte erótico. Tuve que leer, preguntar e investigar mucho. Y esta investigación incluyó también los elementos relacionados con el folclore afrocubano que aparecen en la novela. Cuando decidí hacer esta novela, me propuse dos cosas: en primer lugar, que no fuera una novela centrada en el eros por el eros, sino que se tratara de una historia con muchas posibles lecturas. De este modo, la novela se convirtió en una metáfora sobre los mecanismos de control y manipulación, tanto a nivel personal como social. En segundo lugar, no quería escribir una novela donde el ambiente erótico tuviera que ver con las novelas europeas, asiáticas o anglosajonas que había leído, sino que fuera un mundo relacionado con el Caribe. De ahí que tuviera que estudiar toda esta mitología y referencias afrocubanas. —¿Qué ha sido lo más complicado del libro, tal vez el largo proceso de investigación y preparación? —Creo que lo más difícil no fue tanto buscar la información como la elaboración de la historia; buscar un lenguaje apropiado y, sobre todo, mantener la ambigüedad, jugar con lo real y lo irreal. Eso ha sido lo más complicado: andar por esa cuerda floja, sin irme de un lado o del otro. He tenido que reelaborar mucho el lenguaje y los pasajes de la novela para mantener esa atmósfera ambigua.
—¿Hasta qué punto se siente identificada con Gaia? —No tengo nada en común con este personaje que yo creé de manera algo arquetípica, empezando por el nombre, Gaia, que pertenece a la mitología griega y es el nombre de la diosa que representa a la Madre Tierra. Esto no es por gusto. La novela se inspira en los ritos iniciáticos de la antigüedad, y las experiencias por las que atraviesa Gaia son experiencias inspiradas en los llamados Misterios (como los de Eleusis, en Grecia, o de Isis, en Egipto) que se originaron en algún momento del Neolítico. Tuve que fabricar un personaje con determinadas características, y conseguir que estuviera en una situación traumática para que, a través de una incursión algo dantesca, al estilo de La divina comedia, terminara conociendo más sobre sí misma y sobre su entorno. —¿Ha sido difícil perfilar como quería el personaje de Gaia? —Sí, porque tenía que buscar un personaje tipo, una persona con determinadas cualidades que la llevaran a emprender una búsqueda concreta. Por eso tuve que pensar muy bien quién era este personaje, cuáles eran sus características psicológicas y qué era lo que le había sucedido que la hizo emprender esa búsqueda. —El afán de buscar respuestas, que lleva a Gaia a la casa, ¿es algo así como un reflejo de la realidad del pueblo cubano y su búsqueda continua de respuestas a muchos temas complejos? —En parte, sí. Pero Gaia no es tanto la representación del pueblo cubano, como el reflejo de un personaje universal que podría existir en cualquier parte del mundo, inmerso en una situación traumática. Gaia vive en un ambiente que puede existir en cualquier parte. De hecho, hay muchas sociedades que reprimen a los individuos no sólo desde el punto de vista político, sino religioso, étnico, cultural... La novela pudiera referirse a la situación cubana, pero no se refiere exclusivamente a ella.
—¿Cómo definiría la "casa de juegos" donde se desarrolla Casa de juegos? —Es una metáfora sobre todo mecanismo relacionado con el control y la manipulación del ser humano. El lector se puede dar cuenta de que es una situación común a muchos lugares. Claro, el personaje ve las cosas desde la perspectiva de su ambiente particular, pero los elementos que se manejan en la novela son universales. La novela se desarrolla de manera muy onírica, muy surrealista, y eso evita que se refiera únicamente a la realidad cubana. Su ambiente tiene la atmósfera de los sueños: las cosas nunca son lo que parecen y nunca parecen lo que son. Y el lector está todo el tiempo entre dos aguas, pensando: "Bueno, esto parece tal cosa"... y, de pronto, aparece un elemento que le hace pensar lo contrario. Casa de juegos es también un juego con el lector, en el cual éste, al igual que la protagonista, nunca puede estar seguro de lo que está pasando. —Personalmente, ¿cómo ve el erotismo? ¿Y la magia? —El erotismo es un elemento más de la personalidad humana, cuyo valor principal radica en el papel que juegan la imaginación y la fantasía al recrear o adornar los elementos de la libido. Pero se trata de un aspecto más, y no creo que especialmente relevante, de la psicología humana. Para mí son mucho más importantes la inteligencia, la bondad, la tolerancia, la capacidad de ayudar a otro ser humano... En cuanto a la magia, ha existido desde que el ser humano comenzó a vivir en las cavernas. La magia nunca se ha desligado del desarrollo de la humanidad. A lo largo de la historia, ha adoptado múltiples variantes para su proyección. Pienso que está vinculada, de alguna manera, con ciertos poderes parapsicológicos que el ser humano posee desde siempre, pese a que el camino racional, lógico y materialista que adoptó la evolución del hombre ha hecho que esta modalidad de lo espiritual sea despreciada o subvalorada. Por eso, desde mi punto de vista, creo que la magia es mucho más interesante que el eros.
—¿En qué trabaja ahora? —Estoy revisando una novela que publiqué hace muchos años en Cuba, y que es inédita y desconocida fuera de la isla, pero que fue el libro más vendido el año en que salió en Cuba. Me gustaría volver a publicarla. He hecho unos pequeños cambios que tienen que ver con el estilo, no con la trama. Se titula Fábulas de una abuela extraterrestre y es una novela que desarrolla tres historias paralelas que ocurren en universos diferentes, regidos por leyes físicas distintas, y donde hay seres que buscan o huyen de ciertas cosas. También se trata de una novela metafórica. Hay una gran dosis de aventura a lo largo de la novela, y los lectores que así lo prefieran podrán abstraerse del resto y ocuparse sólo de la aventura. Pero quienes deseen leer más allá de la trama, también tendrán tela por donde cortar.
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