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Dos poemas
¡Qué ridículo estuvo mi sepelio!
Quizá fue la primera vez que lo estuve.
¡Qué gran farsa, qué gran fiesta!
¡Era muy bueno!
¡Qué joven, se nos adelantó en el camino!
Yo estaba en un estado de letargo.
Tuvo su parte divertida.
A esa hora me olvidaron
Once personas que en su ingenuidad
Todos menos once se fueron
Solamente a los once que se quedaron
Yo estuve dentro del horno,
Por fin se partió. Se dividió en once.
Ya nada me dolía.
Me caes bien con ese andar de venada cuando pasas por la calle provocando que la brisa refresque mi alma salada
Me caes bien encendiendo la mañana iluminando la espera deslumbrando mis temores con tu risa descarada
Me caes bien y puedo entrar en la casa de tus sueños turbulentos y ser el dueño absoluto de tu voluntad callada
Me caes bien a pesar de la distancia porque con tu amor valiente puedes tener encendida la hoguera de mi mañana
Me caes bien en una gran llamarada que crece como un incendio hasta estallar con un grito y terminar con mi calma
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