Soles rojos
Carmen Alida Méndez
(Nota del editor: La obra de la escritora venezolana Carmen Alida
Méndez permanece inserta como una pequeña piedra en las masas carbónicas de
lo inédito. Méndez es dueña de una sutil variedad de metáforas en las que
descolla la transitabilidad del alma cual un espacio geográfico. Soles
rojos es el título provisorio de este pequeño conjunto).
Me condenan
por la llama
que habita mi alma
no me rindo
acaricio la espera
Ven
deja tus temores en el pórtico
nos espera el oráculo
confluencia de los astros
tu tiempo mi tiempo
se encontrarán
el día de los soles rojos
Veo
que tus manos descubren
la redondez de mi cuerpo
al encender la llama
Me quedo en el umbral
sin descubrirte
ni acompañar tu soledad
espero espero
el tránsito de las sombras
que preceden a la luz
de este callado deseo
Enciendes un cigarrillo
gravitas su humo y se desliza
marca un espiral
donde se mezclan olores
nuestros cuerpos en suspenso
se rozan
en un instante
en un segundo
y todo se desdibuja
por la rendija de la ventana
Entumecida mi piel
se mina de emociones
al roce se debilita la coraza
por las grietas
emana un aroma a tierra húmeda
en el difícil juego del cortejo
la vida me obliga
y dejo el aislamiento
sueño de nuevo
En lo profundo de tus cuencas
reinvento mi vida
acorto la distancia en aroma de menta
descubro el sueño del despierto
abro el camino soy el cauce de tus aguas
donde germina la semilla a destiempo
y permito un alfabeto de estrellas
cuando oigo tus palabras me reconozco
en lo profundo de tus cuencas
La noche conjura la neblina
con olor de azahares y sándalo
es el delirio que estremece mi cuerpo
habitado de recuerdos
dejo que penetres en mi sueño
y lo blanco deja de ser una mancha
para dar paso a tu tacto
Hoy
develo el deseo en tu voz
eco en fuga del murmullo
en mis ojos tu silueta
se hace memoria
y me encadeno al roce de tu boca
a Ron Paraguán
Eres agua que se hace espejo
ahí se escapa tu alma en busca del camino
entre mentiras y conjuros germina el deseo
donde el sueño es soberano
como el tañido de las campanas
al acariciarlas el viento
Abre puertas y ventanas
enciende las velas
y coloca el incienso
haré un conjuro
profanaré tu morada
y desaparecerá la distancia
y dejarás de girar
como anillos de Saturno
y serás piel escarchada
salobre
hundida en mi pecho
Este corazón se agita
frente a ti
sigue adelante
con paso lento
da la cara
se resiste
ante la avasallante llama
y se niega a que lo habites
en un duelo de cuerpos
Alguien viene
con la piel curtida de soles
y la tez surcada de tiempos
invade el espacio
mojando la tierra
y se marcha por lo sinuoso del camino