Parece muy simple: le asignas un nombre, defines un rol, lo colocas en contexto y le das sus primeras líneas, y listo, ahí está tu personaje, el personaje de tu cuento o novela, uno que hará que el lector no quiera soltar tu libro y se involucre con tu historia al punto de compartirla con amigos y hasta soñar con ella. Lo sentimos: no es tan fácil.
Dar vida y asignar deberes a los personajes en tu historia es algo mucho más planificado: requiere de astucia, de ganas de encajar a cada uno de ellos como piezas determinantes de lo que quieres contar, será necesario que definas una personalidad para cada uno —una personalidad que, en ningún caso, deberá ser creada exclusivamente a imagen y semejanza del autor—, deberás pensar en sus alegrías, tristezas y angustias, en sus destrezas y carencias, en sus anhelos y también en lo que rechazan, para luego observar lo creado y luego pensar que sí, que tienes un personaje real, adaptado a tu historia y al impacto que quieres lograr en el lector, dueño de todos los atributos necesarios para que sea recordado y se convierta en un personaje de referencia para lectores y escritores.
Insistimos: no es una tarea sencilla. Sin embargo, hemos tomado nuestro Taller de Cuento y de la lección 3, centrada exclusivamente en el desarrollo de personajes, reunimos 5 claves que sabemos te ayudarán a tener el éxito que tanto quieres.
- No crees un personaje exclusivamente a tu imagen y semejanza. Tampoco te aferres al modelo de alguien que conoces. Estos son errores que dan como resultado personajes planos. Toma elementos de distintas personas hasta dar con la personalidad perfecta para tu personaje.
- El nombre de un personaje es algo crucial. Aunque parece un tema menor, el nombre es un elemento indispensable para ponerle rostro a tu personaje y hacer que el lector crea la historia que le estás contando. Sin embargo, hay momentos en los que se puede omitir el nombre, pero de igual manera es necesario identificarlo. Por ejemplo, con su ocupación (el jardinero, el policía), con su apariencia (la morena risueña, el hombre barbado), con su edad (el viejo, la muchacha), con su género (el niño, la mujer) o incluso con un pronombre (él, ella). En los cuentos de Kafka, hay personajes que se llaman “el guardián”, “el juez” o, incluso, “A” y “B”.
- Hay dos formas de presentar un personaje. Mostrando información que lo describe y dar pistas sobre su papel en la historia (aunque ese papel cambie después), o mostrando apenas una información básica, pero suficiente para despertar el interés del lector.
- Nunca juzgues a tus personajes. Introducir juicios de valor tuyos, como autor, sobre las acciones que ejecutan tus personajes, los minimiza a los ojos del lector y reduce tu papel de autor al de un sermoneador.
- Los personajes perfectos son aburridísimos. Concédeles a tus personajes suficiente humanidad como para que se equivoquen. Si lo haces, disfrutarás aún más trabajar con ellos y te sorprenderás con los resultados.
Después de estas 5 claves, estamos seguros de que crear los personajes de tus historias será un ejercicio mucho más rico para ti.
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