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Mibonachi griego

viernes 9 de octubre de 2020
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Dimitris Yeros y Gabriel García Márquez
El fotógrafo griego Dimitris Yeros retrató a Gabriel García Márquez entre Colombia y México. Fotografía: Diario Noroeste

E1. El encuentro con Kevin Rastoupoulos

Un personaje de apellido griego propició el encuentro con Gabo. Así lo cuenta uno de sus reconocidos biógrafos, Gerald Martin. En 1990 yo era un autor en busca de personaje. En mayo, aquel año había firmado un contrato en Londres. La idea era escribir una biografía de Gabriel García Márquez. Comprendía que sobresalía incluso entre los mejores escritores del planeta. Yo era nadie, aunque acababa de publicar sobre novela latinoamericana. Había dicho a mi editor que lo entregaría en 1994. Nunca había asistido al Festival de Cine de La Habana. Sabía que Gabo acostumbraba visitar La Habana durante aquella fiesta. Pensé que si no lograba conocerlo, me consolaría la experiencia. Y con haber visto algunas películas interesantes de aquel festival. Durante dos semanas busqué a García Márquez por La Habana. Consulté a autoridades y amigos como el novelista Leonardo Padura. Especialmente la directora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. La dinámica gestora Alquimia Peña, una persona sutil y encantadora. Una noche compartía mucho ron con un estudiante de Zimbabue. Aunque negro, se llamaba Kevin (nombre irlandés) Rastoupoulos (apellido griego). Le confesé que no había logrado descubrir dónde vivía Gabo. Mi amigo Kevin me contestó “I know where he lives”. Al otro día seguí las instrucciones de Kevin y llegué.

 

E2. El hombre del auto

Cómo no rememorar partes de mi encuentro con Kevin Rastoupoulos. Repite Gerald Martin agradecido con quien lo contactó con Gabo. Un 31 de diciembre Kevin finalizaba turno en un hospital. Vio cómo un Mercedes negro se detenía a su lado. Del Mercedes bajaba un hombre alto, barbudo, vestido de militar. Para invitarlo —imposible decirle que no— a una gran fiesta. Fiesta de fin de año organizada por su mejor amigo. Quien era un novelista colombiano ganador de algún premio literario. Después, el escritor y el militar me dirían que mintió. Sobre la fiesta, porque Kevin me llevó a mi verdad. Siguiendo sus precisas instrucciones llegué a la casa de Gabo. Mi pie en el umbral y resuelto a actuar cínicamente. El más cínico de los periodistas de los tabloides británicos. Ya casi mi mano vacilante se acercaba a la aldaba. Cuando llegó Alquimia Peña y me dijo, textualmente: “¿Tú aquí?. ¿Pero qué haces, imbécil? Si llamas ahora vas a perderlo”. Me fui, Alquimia habló y negoció, y recibí un mensaje. Era un mensaje escueto pero muy positivo dándome diez minutos. Llegué otra vez a la misma casa, resuelto a actuar. Esta vez como el menos pérfido de los caballeros ingleses. Caía la noche y esta vez sí toqué la puerta.

 

E3. Dos ojos asombrosos

Sin embargo el relato de Gerald Martin todavía ofrecería sorpresas. Después de su épica búsqueda por la capital de Cuba. De haber visto infinidad de películas, tráileres, cortos y documentales. De haber bebido ron y whisky con Rastoupoulos como dipsómanos. Recibir el regaño y apoyo de la gestora Alquimia Peña. Para entrevistarse finalmente con Gabriel García Márquez durante diez minutos. Y volver a la dirección que le indicara Kevin Rastoupoulos. Pero esta vez asistido por la certeza de hacerlo adecuadamente. Para iniciar una productiva relación con el hijo del telegrafista. Y poder contarnos qué sucedió después que tocó la puerta. La puerta se abrió y dos ojos asombrosos me contemplaron. Los ojos más profundos y tristes y sabios y comprensivos. Que mis ojos azules habían visto en una larga vida. “Gerald”, susurró; no dijo: “¿Eres Gerald?”, ni siquiera “¿Gerald?”, no. Ni “mucho gusto”, ni “¿cómo estás?”, sólo “Gerald”, no más. Como si me conociera desde el comienzo de mi vida. Como si hubiera sabido desde el comienzo de su vida. Que algún día algún Gerald cualquiera llegaría a su puerta. Habría querido ser una mujer para escuchar esa voz lenta. Cálida, lacónica, íntima, tropical; pero no importaba, todo estaba decidido. “Ven”, me dijo la persona detrás de esa voz: “Sigue”.

 

E4. Relájese

Aquel veintisiete de noviembre de dos mil quince fue fotografía. El Museo de Arte Moderno de Barranquilla inauguraba una exposición. Una novedosa colección de obras del fotógrafo griego Dimitris Yeros. Exponía 38 fotografías a blanco y negro, y a color. Dimitris Yeros había retratado a Gabo entre Colombia y México. Las fotos mostraron un Gabo alegre, espontáneo y también “rígido”. Así lo describió Yeros, uno de los principales fotógrafos griegos. El primer artista griego en presentar performances y body art. Un galerista en Ciudad de México intentó contactarlo con Gabo. Pero desafortunadamente le brindó el número de un teléfono inexistente. Yeros ilustraba con fotografías un libro sobre poemas de Cavafis. Quería ilustrar uno de ellos con una foto de Gabo. Le pedí al galerista Pablo Goebel la dirección de Gabo. Llevé una carta diciéndole: estoy en México y quiero fotografiarlo. En dos horas me llamaron y me dijeron: puede verlo. Me preguntaron que cómo quería que García Márquez fuera vestido. Y yo les dije que podía ponerse lo que quisiera. Fue muy grato, Gabo era amable, muy cálido, muy amigable. Pero cuando empecé a fotografiarlo, cambió, se puso bastante rígido. Yo le dije que se relajara, que parecía un soldado. “Ajá, cómo relajarme si me está disparando con esa vaina”.

 

E5. La odisea de Yeros

“Gabo por Dimitris Yeros” fue el nombre de la exposición. Realizada en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (2015). Exhibida un año y siete meses después de su fallecimiento. Dimitris Yeros capturó momentos de los últimos años del Nobel. Le contó a Charlie Cordero, de El Heraldo, su odisea. Hace años, cuando vivía en Nueva York —durante seis meses. En la primavera cuando Gabo celebró su cumpleaños en Cartagena. Un artículo sobre esta ciudad comentó que Gabo estaba allí. Al día siguiente tomé un avión y volé a Cartagena. Con una pintura mía que él me había pedido previamente. Esta fue la segunda reunión que tuvimos, en el Hilton. La tercera reunión fue nuevamente en México, al año siguiente. Después volví a encontrarme con él en la propia Cartagena. Las fotos de estos encuentros me sugirieron hacer el libro. Le conté la idea de hacer el libro; le gustó. Edité algunas de las fotos; se las envié, le gustaron. Al año siguiente volví a México y lo fotografié nuevamente. Tengo algunas fotografías de su casa y de sus jardines. Las fotos son sobre él y la forma como vivía. En el libro tengo algunas fotos de México y Cartagena. Porque quería mostrar en algo la atmósfera de sus novelas.

 

Ficha técnica

C. A. Villegasuribe. MSC10. 5E. P. U.: Un, Cómo, Sin, Aquel, Gabo. P. T.: 1.050. Autor. Mibonachi sostenido en clave diez. Cinco entradas. Palabras umbral: Un, Cómo, Sin, Aquel, Gabo. Palabras totales: mil cincuenta.

Carlos Alberto Villegas Uribe
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