
Paco Arenas (España, 1959) es un escritor español y republicano, conocido desde que tiene uso de razón como Francisco Martínez López. El año pasado decidió hacernos saber a todos que también escribe poemas y narra a manera de pretextos que no son sólo políticos, además de poner al día o al castellano actual ciertos autores clásicos que no por clásicos resultan pertinente lectura para los jóvenes lectores de los clásicos hoy. Me refiero a su poemario Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta (España: Amazon, 2015) y a su novela o conjunto de textos a manera de novela, Los manuscritos de Teresa Panza (España: Ediciones Hades, 2015). Paco ha tenido la gentileza de compartir las siguientes palabras con nosotros dentro del contexto de su trabajo creativo:
—¿De qué trata o tratas en Los manuscritos de Teresa Panza?
—La novela está compuesta por dos manuscritos redactados por una supuesta hija de Sancho Panza y Teresa Cascajo, obsesionada por aprender a leer; si en el siglo XVII era difícil para un hombre, más si era campesino, para una mujer era imposible. El bachiller Carrasco se niega a instruir a una mujer, “que están para otros menesteres”. Miguel de Cervantes necesita escribir la segunda parte del Quijote para demostrar la falsedad del Quijote de Avellaneda. Sabe que quedan muchas aventuras que contar; sin embargo, don Quijote ha muerto. Necesita, por tanto, la colaboración de Sancho, alojándose en su casa, se convierte en un personaje más de la trama, en coetáneo de la familia Panza-Cascajo. Teresa Panza, hija de Sancho, aprovecha la presencia del genio para aprender a leer y escribir. En el transcurso de la novela se suceden diversos episodios que se asemejan un tanto al Quijote, pero con toques eróticos y oníricos. Se completa la novela con una carta al vicerrector de Filología de la Universidad de Cuenca, ofreciéndole los manuscritos originales y con un relato del modo en que encontré los manuscritos y dónde.
—Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta es tu primer poemario. ¿Contiene una selección de tus poemas o sólo una selección propia de éstos? ¿Por qué el título del poemario? ¿Qué tiene de particular tu trasfondo personal (historia de vida) en la formación del contenido de tu trabajo creativo en este poemario? ¿Cómo se ha integrado este proyecto de creación literaria con tu trabajo de adaptador al castellano actual de autores clásicos? ¿Cómo integras tu experiencia de vida en tu propio quehacer creativo hoy en España?
—Es una selección de poemas que abarcan desde los veinte años hasta estos momentos. En su mayoría son de temática social, campesina (exaltación del mundo rural), pero también de amor y políticos.
Trabajaba catorce horas subiendo maletas en un hotel, ahorraba y compraba libros y todavía me sobraban horas para conspirar contra la dictadura.
El título está bastante claro, hay dos poetas, uno totalmente analfabeto, mi padre, y otro que cambia los dientes trabajando, yo. De mis hermanos, soy el único que puedo decir que he ido algo a la escuela. La chispa de rebeldía la provocó el no poder estudiar, adoraba los libros, la historia, la geografía, la literatura, pero era pobre, tenía que trabajar. Trabajaba catorce horas subiendo maletas en un hotel, ahorraba y compraba libros y todavía me sobraban horas para conspirar contra la dictadura.
A la hora de plantearme reescribir Los manuscritos de Teresa Panza, deseaba que realmente pareciese que estaban escritos por una mujer del siglo XVII. Entonces, con la ventaja de ser manchego, y conocer los modismos de la lengua manchega, adapté El Lazarillo de Tormes, La Celestina y algunos capítulos del Quijote, que son las tres principales obras clásicas, para así coger el estilo del Siglo de Oro, y que así la gente pudiese llegar a creer que realmente estaba leyendo una obra de la época. Las adaptaciones de clásicos, creo que es una labor importante, es el modo de llegar a los jóvenes, que de otro modo les costaría leerlos, y que después se atreverán con el original, que siempre es mejor. Mis adaptaciones, especialmente de El Lazarillo de Tormes, han estado en varias ocasiones en el número 1 de Ficción clásica de Amazon, manteniéndose normalmente entre los diez primeros, en España.
Como ya dije, cuando de nuevo comencé a escribir no me planteaba otra cosa que utilizar el teclado como arma. Ahora ya busco algo más. Estoy desempleado y no cobro ningún tipo de prestación. Tengo claro que no voy a vivir de esto, pero al menos intentaré que lo que escriba sea lo suficiente digno como para que la gente esté dispuesta a pagar por ello. A pesar de considerar que debe estar al alcance de todos, en mi blog Pisando barro, soñando palabras, están publicadas cosas que después aparecerán en los libros.
—Si comparas Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta con Los manuscritos de Teresa Panza, ¿qué diferencias observas en tu propio trabajo creativo además de su diferencia en el género en que te expresas? ¿Qué es aquello que has aprendido dentro del proceso creativo de dar forma y contenido a un proyecto creativo?
—No se pueden comparar, no tienen nada que ver. Las abarcas del campesino analfabeto que soñó ser poeta es poesía social. Los manuscritos de Teresa Panza es una novela elaborada, escrita imitando el estilo del siglo XVII, con intriga, humor, erotismo. Utilizando el estilo, el lenguaje, los refranes, la descripción del mundo rural y del siglo XVII, con mucha documentación histórica, pesos, medidas, costumbres…
Estoy aprendiendo mucho. Desde el principio me di cuenta de que incluso a la hora de escribir un artículo se debe buscar la belleza, la poesía, llegar al corazón, creo que lo consigo. Más que nada porque siento el relato, lo vivo, me río, me altero o me emociono al escribirlo y después la gente me lo dice. Naturalmente que llevo un planteamiento, pero mínimo. Tengo la idea, la expreso en unos renglones y después les desarrollo, o directamente dejo que sean los dedos quienes se dejen llevar y después lo repaso.
—Paco, ¿cómo visualizas tu trabajo creativo de carácter literario con el de tu núcleo generacional de escritores en España?
—Creo que no me ajusto a ninguna regla. Los escritores actuales, de mi generación, son escritores formados académicamente, consagrados o no, con una trayectoria. Tal vez de no haber tirado la toalla con veintiséis años podría encajar en ese núcleo generacional.
—¿Cómo concibes la recepción a tu trabajo creativo dentro de España, y la de tus pares, bien sean escritores dentro del marco de creación de tus géneros trabajados o no?
—No sabría responder a esa pregunta, tampoco me lo planteo. Me ruborizo cuando me llaman escritor. Me siento cómodo con la prosa y no me atrevo a llamar poesía a mis poemas.
—Sé que eres un autor republicano. ¿Te consideras un autor español o no? O, más bien, un autor de poesía y relatos o manuscritos, sean éstos españoles o no. ¿Por qué?
—Republicanos fueron Antonio Machado, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Valle Inclán, Miguel de Unamuno, Pérez Galdós, Gustavo Adolfo Bécquer, Vicente Blasco Ibáñez, Juan Ramón Jiménez, Rosa Chacel, Dulce Chacón y de los actuales, lo es Almudena Grandes o Rosa Regàs. Soy español. Ser republicano en España significa defender unos valores democráticos, defender la soberanía del pueblo frente a la del soberano, desear ser ciudadano y como tal no rendir pleitesía a ningún rey. No me planteo a la hora de escribir si soy republicano, castellano, español o no. Simplemente lo soy y escribo.
—¿Cómo integras tu identidad étnica y tu ideología política con o en tu trabajo creativo?
—Totalmente de acuerdo y lo contrario. Tengo un fuerte sentimiento castellano, soy manchego y me siento fuertemente vinculado al mundo rural. A la hora de escribir, lo hago mirando desde el punto de vista de un campesino, de un obrero, decir lo contrario sería mentir. Sin embargo, no se puede llevar a cabo creación literaria utilizando la ideología, la creación literaria es eso, literaria. No pretendo adoctrinar a nadie cuando escribo una novela o un relato, tan solo divertirme y si es posible divertir, Los manuscritos de Teresa Panza gusta por igual a personas de distintas ideologías, no tiene nada que ver. Naturalmente que subyace en toda creación literaria, inconscientemente, el punto de vista personal
—Tu trabajo creativo literario no se inicia recientemente. También has dedicado una parte de tu vida al adelanto de tus ideas republicanas. ¿Cómo relacionas tu militancia política con tu lectura particular de la vida y tu propio quehacer diario hoy?
Abarco todas las temáticas y géneros; quien mucho abarca poco aprieta, dicen en mi tierra.
—En principio debo decir que escribo desde mi más tierna infancia, a pesar de no tener, apenas, acceso a la escuela. Antes de los once años trabajaba y a los trece dejé de ir a la escuela. Me gustaba mucho leer, pero no siempre tenía dinero para comprar, me escribía mis propios cuentos. Con veintiséis años llegué a estar seleccionado para un importante premio. No gané y decidí dejar de escribir para siempre. Para entonces tenía una maleta llena de escritos, poemas, relatos y novelas, que quedaron abandonados en un armario. Con la llegada de la crisis, cuando todavía trabajaba, decido utilizar mi teclado como arma de agitación política contra el poder corrupto, la monarquía y en defensa de los más desfavorecidos. No había ninguna otra pretensión. Pronto mis artículos comenzaron a difundirse por diversos medios digitales, republicanos, con bastante éxito. Sólo cuando la crisis me alcanzó a mí me planteé sacar a la luz esos viejos escritos de juventud: poemas, relatos y novelas. Uno de esos relatos llevaba por título “Los muertos ya no resucitan” y estaba basado en la muerte de don Quijote, siendo Sancho el protagonista. Pensé que sería interesante reescribir la novela en primera persona, que esa persona fuese una mujer (se me da bien el transformismo literario) y que esa mujer fuese el Paco Arenas obsesionado por la lectura, reivindicativo, rebelde, muy erotizado y con gran sentido del humor. Surgió así la novela Los manuscritos de Teresa Panza, con un resultado satisfactorio, ya que han sido muchos los profesores de lengua española, tanto de España como de Francia, e incluso un catedrático de Puerto Rico, el profesor Jaime Flores, que se han interesado por ella, y muchas más las personas que han solicitado ver los manuscritos originales.
—¿Qué diferencias observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción de tus compañeros de viaje o aventura creativo-literaria con tu trabajo creativo y la temática o las temáticas que abordas en el mismo?
—Supongo que ellos llevan unas normas, yo soy un poco ácrata en ese sentido. Abarco todas las temáticas y géneros; quien mucho abarca poco aprieta, dicen en mi tierra. Escribo historia, análisis político, relato rural, relato urbano, literatura actual, literatura clásica, poesía…
—¿Qué otros proyectos creativo-literarios tienes pendientes?
—Tengo terminadas dos novelas, Aurora cierra los ojos y Magdalenas sin azúcar. La primera está basada en un relato, con el que gané el segundo premio de relatos contra la violencia machista, que nació para ser novela y tuve que acortar para convertirlo en un relato de treinta páginas. Mientras que Magdalenas sin azúcar es una novela densa, que abarca casi todo el siglo XX, que como todo lo que escribo tiene su punto de humor, drama y erotismo. Tengo la gran suerte de tener la ayuda del profesor Jaime Flores, que me está ayudando bastante con ella. También lo más republicano, un libro de relatos de la posguerra que lleva el título tampoco original Relatos para después de una guerra. Además, tengo medio preparado un libro de historia sobre la monarquía borbónica, con un poco de humor y mala uva. Asimismo, medio escrito un libro infantil y otro adolescente. Y por supuesto la recopilación de cuentos manchegos que estoy llevando a cabo, y que voy publicando en mi blog.
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