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Dennis Mario Rivera: “El arte es todo a cambio de nada”

domingo 4 de diciembre de 2016
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Dennis Mario Rivera
Dennis Mario: “Cuando tú emigras es mucho más fácil entender tu tragedia y tu historia”. Fotografía: Wilkins Román Samot

Dennis Mario Rivera (Puerto Rico, 1957) es Dennis Mario las veinticuatro horas. Su trabajo creativo principal forma parte de nuestro imaginario colectivo desde 1983. Nos referimos a esa imagen que todos conocemos se exhibe en la calle San Sebastián, y ante la que viajeros y residentes se detienen a tomarse una foto, ese Don Pedro y los pitirres (1982). Ese don Pedro es el mural público de más larga duración en una calle pública dentro de Puerto Rico, y, muy probablemente en todo el mundo. Su autor nos ha concedido la oportunidad de entrevistarle. Dennis Mario es grabador, pintor, dibujante, fotógrafo, actor, músico, pero, sobre todo, es y ha sido un cubano libre que por esas cosas de la vida salió a la luz del sol en Río Piedras, Puerto Rico. Se debe a ello, pero Dennis Mario no lo sabe o no lo quiere admitir o reconocer, el origen fundacional del Museo Sin Techo, a Sol y Agua, trasladado y quedo desde 1983 en el Viejo San Juan, en la isla vecina a la de Puerto Rico, donde renació Dennis Mario Rivera. Lo cierto es que conseguir una respuesta de Dennis Mario a nuestras preguntas no fue tarea fácil, pero lo grato es haber logrado una que otra respuesta a manera de respuesta a cada una de nuestras preguntas. Les comparto con la misma integridad, honestidad y humildad de espíritu con que nos las obsequió.

—Sabe que conozco de usted porque de vez en cuando recibo mensajes, oigo voces, converso con artistas vivos o, en la mente, con algunos muertos. También, creo que tenemos cierto sentimiento especial por Cuba, Cuba, Cuba. Pero la verdad, si alguna, es que si algo sé de usted es por unas palabras que se transcribieron y publicaron por un tal Daniel Nina, un tipo difícil, bien difícil de querer, o de dejarse querer, en una conversación con Dennis Mario de seis a seis (Puerto Rico: Isla Negra Editores, 2014). Es por eso que sé que tiene usted una formación a la que le oí atribuir que le debe mucho, es una formación transdisciplinaria. ¿Cómo integró su formación transdisciplinaria a su trabajo creativo, a eso que usted conceptualiza como obrero creativo?

Cualquier individuo que se exponga a múltiples conceptos y tendencias termina siendo como una esponja.

—Bueno, yo siempre he dicho que soy lo que soy por el apoyo de mis padres. Primero que nada, mi madre fue educadora. Mi padre fue un asalariado, y como ya tú bien leíste en la entrevista de seis a seis, mi madre quería un artista en la familia, y obligaba a mi hermano a tomar clases de arte los sábados, y mi hermano lo que era es mecánico de oficio, lo que le gustaba era estar engrasado con los mecánicos del vecindario desde pequeño. Cuando mi madre descubre que yo copiaba los dibujos que hacía mi hermano en esas clases que eran en la mañana de los sábados, que siento hasta lástima por mi hermano, que mi madre lo obligaba a tomar clases de arte un sábado a las ocho de la mañana, un sábado, tú sabes, eso está cabrón, y entonces, cuando Maiquito llegaba, tiraba los cuadernos y yo me ponía a copiarlo. Un día mi madre llegó y encontró esos cuadernos debajo de la cama, porque era como un acto de estar robándole imágenes a mi hermano, y ella viene y me dice, y estos dibujos de quién son, son de tu hermano, y ahí fue que ella descubrió que yo tenía la actitud y el deseo, y entonces le quité el guante de la cara a mi hermano, lo deja quieto, y dice, pues está bien, se me dio de forma natural. Mi madre viene de un barrio, del Chícharo de Santurce, mi padre es un nuyorican, se juntan esas dos tendencias, mi madre era una educadora de inglés, fue de las primeras, si no fue la primera, fue de las primeras que creó el programa federal en el antiguo Departamento de Instrucción, y mi madre los sábados y los domingos chequeaba las carteleras de las obras de teatro y arrancaba conmigo, invitaba a mi padre y a mi hermano, pero como ellos no estaban muy orientados en esa esquina, pues yo me iba como mi madre; quiere decir, que yo estoy viendo obras de teatro desde los cinco, seis años, yendo a conciertos, porque mi señora madre se convierte en el norte, en la brújula que dice este tipo va a ser artista a las buenas o a las malas, y de tal forma, ella se las buscaba para… mira que hay tal cosa, y me llevaba, y yo a los quince años tenía una formación cultural envidiada por muchos estudiantes universitarios que carecen de ella, a eso también súmale que estudié artes marciales, fui niño escucha, fui staff del Guajataca, que es cuando me enamoro del ecosistema, de Pachamama, la madre tierra que nos acoge, y me parece que esa multiplicidad de factores que inciden alrededor de Cuco, que era el apodo que yo tenía de niño, que luego se transforma en Dennis Mario, el nombre de pila, pues son responsables, yo entiendo que a mayor exposición cualquier individuo que se exponga a múltiples conceptos y tendencias termina siendo como una esponja y eso pues le da un equipaje que cuando llegué a la Escuela de Artes Plásticas, pues, yo tenía una ventaja sobre los demás porque yo venía de la Luchetti, que la Luchetti era el equivalente a la Libre de Música, ya yo tenía un bagaje, yo ya había hecho serigrafía, grabado, dibujo, escultura, que cuando llegué a la Escuela de Artes Plásticas, mis colegas que querían ser artistas no habían hecho nada de eso, ellos llegaron a la Escuela de Artes Plásticas desnudos, y siempre he sido aventajado en los grupos que me ha tocado estudiar, precisamente por esa preparación previa que, inconsciente o consciente, la vieja me permitió.

—Hace algún tiempo recibió un premio de un tipo que fue, pero ya no es, presidente de los Estados Unidos. ¿Cómo se sintió y siente al ser uno de los pocos artistas de este país, este dolor de parto, en recibir un premio por su quehacer creativo de un presidente de los Estados Unidos? ¿Cuándo espera Dennis Mario que el gobernador colonial tenga la gentileza de invitarlo a La Fortaleza a tomarse una foto con él mientras le entrega un premio por su trabajo creativo?

—Bueno, primero que nada, vamos a partir de la experiencia que yo siempre he dicho que para mí el arte es todo a cambio de nada. En la medida en que yo tengo eso como un mantra, como una brújula bien firme, pues dejo de tener expectativa porque tengo una hiperconciencia de que vivo en la colonia más asquerosa y más burda del orbe, cosa que siempre me llena de mucha vergüenza como viajero, y sobre todo, en este momento histórico, donde el imperialismo norteamericano se ha desentendido de habernos invadido y asumir su responsabilidad como invasor, pues, es bien raro, hay un refrán que supuestamente es andaluz, que nadie es profeta en su tierra, y que nadie reconoce al cura del pueblo, pero yo hace mucho tiempo que perdí las expectativas de algún tipo de reconocimiento porque me planteé, y valga la redundancia, que el arte es todo a cambio de nada y que en la colonia, como ya lo he dicho en libro anterior, vivimos en una atmósfera de todos contra todos, una guerra de todos contra todos, nos distraemos en el síndrome del colonizado atacándonos los unos a los otros, cuando es hacia el coloniaje que es que tenemos que dirigir nuestros cañones y el imperialismo norteamericano… todos sabemos que los gringos son los nuevos vikingos, los nuevos bárbaros que viven de la guerra y la guerra es lo que les hace poderosos, pero entonces, teniendo a un país sumiso, que en su afán de colonia admira todo lo que es de afuera y escupe y patea todo lo que es de adentro, con pequeñas excepciones, llámese Ricky Martin, Chayanne, en ciertas áreas de las artes que no necesariamente tienen que ver con mi área, podemos ver que tenemos un pueblo que desconoce, que desconoce, que desconoce y muchas veces se piensa experto en áreas que ni puta idea tiene. Los otros días estaba yo con Tito Román viendo el documental El Antillano, a los que no han visto ese documental se lo recomiendo, es bien vergonzoso cuando se les pregunta a los puertorriqueños quién es Betances, y no saben quién es Betances, así que si no saben quién es Betances, Dennis Mario es irrelevante.

—Conocí, hace unos días, a unos amigos que usted hizo en Francia. Otros los hizo aquí. Vi mucho amor. A usted la gente que le quiere le quiere, y los que no, parece ser que no le quieren ni les quiere usted mucho ni poco. Me resulta interesante saber que usted es y ha sido un artista desprendido, y creo que eso es un poco de aquello que pude observar en aquella mesa, aquella Santa Cena que tuvimos, aquel abrazo con ese compatriota de todas y todos. Si Dennis Mario tuviera la dicha de retrotraerse al pasado, y no me diga que la tiene, porque eso faltaría saber de usted, ¿qué hubiera hecho diferente? ¿Qué volvería a hacer y qué hubiera deseado que nunca le hubiera sucedido?

—Mira, yo siempre he dicho que si la reencarnación es real, pues yo he sido artista toda mi vida, y creo que tuve que ver con la Cueva de Altamira algo… Soy de los artistas rupestres que pintaron esos símbolos humanos en las cavernas… En el caso de que yo, pues no tenga esa certeza de la reencarnación… no hubiese sido artista, me hubiese gustado ser piloto o cirujano; ambos oficios no pudieron absorberme por un factor matemático, soy malísimo en matemáticas, y para ambos oficios se requiere un gran conocimiento matemático; para un piloto hacer sus cartas aéreas y las miles de fórmulas con las que tiene que bregar un cirujano requieren un conocimiento vasto de la matemática. Si hubiese sido un buen matemático, yo hubiese sido o un gran cirujano o un gran piloto; por lo demás, no me quejo, porque volvería a ser artista millones de veces, si fuese necesario.

—Anduvo un tiempo por Washington, DC. El presidente de un imperio que se organiza políticamente desde esa zona le concedió el honor que no le concedió a ninguno de los comisionados residentes que Puerto Rico ha enviado a Washington a residir allí. ¿Qué fue Dennis Mario a hacer allí? ¿Con qué escenario se encontró Dennis Mario en Washington? ¿Cómo esa experiencia de vida se refleja en su trabajo creativo?

—Pues, simple. Yo me gano un auspicio por una galería dominicana, que es la que me envía a Francia, en los 90, y se abre ese espacio en Francia, que de seis meses se convirtió en ocho años; yo estuve en Francia de manera intermitente del 90 al 98, y por esos años yo tenía un amigo, una persona que yo pensaba que era mi amigo, que hoy en día no lo es, que le retiré mi confianza por razones en las que no voy a entrar, no me interesa profundizar en eso porque agua pasada no mueve molino, uno pasa la página y sigue hacia adelante; esa persona estableció un estudio de restauración en Washington, y compartimos por ocho años ese espacio, pero ese premio que yo me gané del Congreso del Caucus Hispano bajo la presidencia de Clinton, fue explicado en el libro Dennis Mario de seis a seis, que es que yo conozco a Willie Colón en Francia, y Willie Colón tenía que ver con un jurado para que se hiciera una selección de los quince mejores artistas hispanos radicados en Estados Unidos y de ahí seleccionar a un artista para darle el premio del Congreso del Caucus Hispano, y fui yo el merecedor del premio. Si Willie Colón no se encuentra conmigo en Francia yo no llego a recibir el premio en Washington. De manera que la vida es como dice esa canción de Marisol de cuando yo me crié, que dice: “La vida es una tómbola, ton, ton, ton…”; en la tómbola de la vida yo he tenido mucha suerte, porque me encuentro con Willie Colón, y Willie Colón prácticamente me dobló el brazo para que participara en ese certamen, que aunque no me gustan los certámenes… me he ganado miles de certámenes, pero los certámenes ubican al artista como un atleta, como un caballo hípico, y lo ponen a competir, y las artes no son para competir, son para comunicar y compartir, y eso es un problema que tenemos muy marcado en Puerto Rico, en todas las zonas, la música, la escultura, la danza, la gente está compitiendo los unos con los otros, cosa que es dañosa y estéril, no produce. Tenemos que entender que los artistas somos comunicadores, y que el arte… es para compartir. Yo te diría que Washington y lo de Francia se conjuga porque yo vivía seis meses en Puerto Rico, tres meses en Washington y tres meses en París, y ese fue mi estilo de vida por ocho años, y se complementaban. Entonces, tras ese premio, una vez me es otorgado dejo de ser para los gringos un “puerto ricans speak” y me convierto en un Master of Fine Arts. Fue como una metamorfosis de gusano a mariposa, que rompió todos los esquemas, que los medios no me cubrieron en Puerto Rico porque la prensa del país lo que… El Nuevo Día recuerdo que lo que puso fue un parrafito, pues, porque El Nuevo Día exalta lo que tiene que exaltar cuando lo tiene que exaltar de acuerdo a los intereses creados que tiene, no necesariamente a Dennis Mario, pero sí con dos o tres artistas que le rinden culto a El Nuevo Día, y cuando El Nuevo Día quiere, les tiene tremenda exposición. A raíz de esa realidad, pues Washington fue como un satélite que me permitió entrar en el circuito de las galerías internacionales, y poder hacer una mayor difusión, y entonces Puerto Rico, los colegas envidiosos, comenzaron a verme como que yo había claudicado, cuando nunca lo he hecho, porque Betances vivió desterrado de Puerto Rico toda su vida, y yo no creo que exista un ser ilustre más patriota que Betances, que dio la vida por este país ingrato, que nos preguntó y nos sigue preguntando qué les pasa a los puertorriqueños que no se rebelan. Pregunta vergonzosa que no hemos contestado. De manera que yo te diría que… hay una palabra que yo utilizo y abuso de ella, que es multiplicidad de factores, siempre lo voy a resumir con multiplicidad de factores, porque estamos atados a todo… ahora mismito entre tu persona y la mía hay átomos, y una cosa que no podemos discernir ni ver, pero están ahí, y estamos unidos a todo, o sea, somos minerales… salimos de las estrellas, somos múltiples cosas, y como artista yo trato de mantener una frecuencia, y los pies en la tierra, y también puedo divagar un poco, y de una posición seria, observar el orbe, y yo verme dentro de ese orbe, como yo me desplazo, y siempre yo me recuerdo de… deja que la vida te forme, informe, transforme y te deforme en ese hermoso ensayo de Unamuno que se llama ¡Adentro!

—Por esos días que estuvo de artista residente de Puerto Rico en Washington, también se la pasó por París, Francia, y nuestra querida Cuba, Cuba, Cuba. Fue, como bien le dice usted a Daniel en Dennis Mario de seis a seis, una época de formación profesional y de trabajo formal como pintor y músico, pero también como delegado político nuestro en Cuba. ¿Qué considera usted que es la mayor contribución a su historia de vida de esa experiencia de vida en Francia, Cuba y Washington?

El artista no está por encima del plomero, el basurero, el panadero, nosotros somos obreros igual que ellos lo son.

—Pues, fíjate, yo parto de una sentencia de Albert Einstein que dice que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Todavía en el siglo XXI estamos viendo la esclavitud humana en distintas formas, la trata humana, la explotación del ser humano por el ser humano, y me parece que dentro de nacer en una colonia, y tú crear tu ideario, una ideología desde una perspectiva colonial, y ser tan, tan y tan puertorriqueño como Dennis Mario, porque yo siempre he dicho que si hubiera cinco Dennis Mario este país sería distinto, pero un solo Dennis Mario no lo puede hacer, y lo digo en todo el sentido de la palabra, eh, mi compromiso al sol de hoy jamás se ha torcido, en ese aspecto no tiene ningún viso de flexibilidad, y yo entiendo que solamente hay una raza, la raza humana, y eso es lo que yo percibo, voy a seguir percibiendo de lo multiétnico, del poder estar en Cuba, de poder estar en Washington, en París y Barcelona, que es la otra ciudad que me marcó. De España, Barcelona para mí tiene muchas similitudes con el caso de Puerto Rico, lo primero que trataron de independizar de España y hacer un país autónomo, y me parece que la multiplicidad es la palabra que vas a estar escuchando en toda la vida de Dennis Mario, es lo que es bien importante, además, como mestizo, yo soy mestizo, no soy cien por ciento indígena, no soy cien por ciento negro, aquí no hay gente que sea cien por ciento negra ni indígena. Aquí los negros son mezclados, aquí todo el mundo está mezclado, una vez que ese negro llega a Puerto Rico adquiere otros matices, el indígena puertorriqueño otros matices, y hoy en día, lo que somos los puertorriqueños, somos un híbrido, somos unos mestizos que todavía no hemos aprendido a mirar hacia adentro y descubrir las capacidades que tenemos para crear un Estado soberano y poder pertenecer al gran concurso de los países libres del orbe. Esa búsqueda de integración racial es la que se convierte en el dínamo, en el agente catalítico que me va a forzar siempre a buscar allende los mares mi nacionalidad. Porque cuando tú emigras es mucho más fácil entender tu tragedia y tu historia; cuando estás adentro muchas veces, dentro del crisol, hay demasiadas distracciones, que pueden resultar en confusión. Sin embargo, cuando estás en la distancia tienes un filtro, totalmente diferente al que tienes cuando estás en la ínsula barataria de Borinquen.

—Una parte de su trabajo creativo está en una que otra colección de museos, tanto en Puerto Rico como en el exterior. En retrospectiva hoy, luego del camino andado por Dennis Mario, ¿qué diferencias observa en su propio trabajo creativo además de su diferencia respecto a los estilos con los que ha trabajado? ¿Qué es aquello que ha aprendido dentro del proceso creativo de dar forma y contenido a su trabajo creativo?

—Bueno, fíjate, yo te diría que todo mi trabajo tiene un común denominador, que es auténtico. Yo establezco que los artistas somos comunicadores, y cuando el artista aborda desde una composición musical, un grabado, un dibujo; en el plano actoral, cuando me tocó trabajar en dos películas, La guagua aérea y en Ladrones y mentirosos, donde hago un papel protagónico, uno tiene que creerse ese personaje para poderse proyectar esa mentira, porque el cine no es otra cosa que el arte de la gran mentira en movimiento. Yo diría que la diversidad de medios me hace visualizarme como un hombre neorrenacentista, que puedo manifestarme en distintas expresiones, pero partiendo de lo auténtico, de lo honesto. A veces yo me topo con artistas que me dicen, mira, Dennis Mario, yo no sé qué me pasa, estoy en una sequía, no puedo hacer nada, no me sale nada, y yo les digo que eso es un proceso normal, y a ti te pasa pues claro, cuando tú no tienes nada que decir, porque la función del arte es decir y comunicar, y a veces la gente quiere caer en un patrón de estar produciendo, produciendo, produciendo, y no es la realidad. Un artista, como dijo Oller, el deber del artista es resaltar la belleza y fustigar el mal, más simple que eso no se puede visualizar un artista, o un obrero creativo como yo me autodefino, porque el término maestro es un término que se usó mucho en la Iglesia Católica en el Medioevo y era para controlar a los artistas, y todavía al sol de hoy, en pleno siglo XXI, mis colegas puertorriqueños se embriagan con que les digan maestro para aquí, maestro para allá, algo totalmente absurdo, porque el artista no está por encima del plomero, el basurero, el panadero, nosotros somos obreros igual que ellos lo son, lo que pasa es que nosotros somos creativos y ellos son obreros de la harina el panadero, el fontanero o plomero brega con tuberías, pero son obreros. Esa mentalidad de maestros que los hace ubicarse en una vitrina con un culto a un elitismo absurdo, burdo y estúpido que a mí no me gusta, la voy a tirotear cada vez que pueda hacerlo. Pienso que con eso te lo puedo resumir, es la búsqueda de la integración racial, totalmente la integración racial.

—Parte de su trabajo creativo ha sido expuesto al aire libre. Llegó incluso a fundar un museo de arte al aire libre. Ha defendido la integridad de su trabajo público, su arte público. Si por algo le conocemos es por ese Don Pedro y los pitirres en el Viejo San Juan, Puerto Rico. ¿Por qué pintó ese don Pedro en esa pared? ¿Qué significa para Dennis Mario ese don Pedro al lado de esos pitirres? Los pitirres son símbolo de resistencia en nuestro país. ¿Qué tiene de particular su trasfondo personal (historia de vida) en la formación del contenido de ese don Pedro y su trabajo creativo? ¿Cuánto ha influido su madre en éste?

—La respuesta de la madre ya te la dije al principio. Mi madre ha sido el ente cultural que quería un artista en su familia, vio a ese niño copiando a ese niño los dibujos de su hermano, los ojos le brillaron y lo demás es historia. Don Pedro llega a la calle San Sebastián porque es rechazado en un certamen, ya desaparecido, conocido como el Certamen Sin Nombre, del que yo fui ganador en tres ocasiones. Ese jurado que rechaza esa pieza de Don Pedro, Marta Traba, Margarita Fernández Zavala y José Antonio Torres Martinó, entendía, por lo menos eso fue de lo que yo me enteré, que el rechazo, la génesis de ese rechazo era porque yo y que había ganado ese certamen en tres ocasiones y había que darles oportunidad a las demás personas, pero en la convocatoria nunca apareció esa cláusula. Luego me enteré de que eran rencillas que tenían de una forma subliminal Torres Martinó y mi maestro Lorenzo Omar, y como yo no fui discípulo de Torres Martinó, éste me censuró la obra con Marta Traba y Margarita Fernández Zavala. Y lo que hicieron fue un acto de maravilla, que provocaron al eterno rebelde que vive en mí, al que no le tiembla la mano, que es guerrero natural, que le gusta la guerra cuando el fin es justo y verdadero, y que va a morir guerrero. Ellos provocan en mí un sentimiento de ira, y venía yo caminando por la calle San José con el fondo de ese edificio en ruinas, y me dije a mí mismo: Estas personas del jurado que me acaban de censurar no van a evitar por nada del mundo que Don Pedro se pueda dar a conocer. O sea que estos tres jurados, Torres Martinó, Margarita Fernández Zavala y Marta Traba, fueron el agente catalítico para que Don Pedro y los pitirres se convirtiera en el ícono que hoy en día es en la calle San Sebastián, una obra que ha sido protegida por propiedad intelectual más de cuarenta y seis veces. Si esas tres personas hubiesen tenido una bola del futuro hubiesen aceptado el trabajo en el certamen y nadie hubiese conocido a Don Pedro y los pitirres, pero como buen guerrero que soy, convertí la derrota en victoria hasta el sol de hoy.

—Sé que usted es un obrero creativo cubano que nació en Puerto Rico. Tuvo la oportunidad de hacer su propio espacio aquí, antes de partir, y tener la dicha de salir adelante en Francia, Cuba y los Estados Unidos. ¿Se considera puertorriqueño o cubano, o un caribeño que anduvo en París o Washington? ¿Existe el puertorriqueño o sólo su expresión artística? ¿Por qué? ¿Qué hace que su trabajo creativo sea de usted y lo que es de usted es o decide ser dentro de Puerto Rico, Estados Unidos, Cuba o Francia?

—Nada. Yo vuelvo y te digo. Yo creo que la raza humana, creo que el futuro de la humanidad está en la integración racial, que precisamente la tecnología, las comunicaciones que tenemos hoy día han convertido el orbe aquel gigante en una mera canica, hemos visto guerras por Internet, hemos visto guerras en la pantalla de un celular o un móvil, como se le quiera llamar, y, lo único que puede salvar este orbe, este planeta, es la integración de las razas, que podamos comprender que es más lo que nos une que lo que nos separa, que la riqueza está en la diversidad, en lo multiétnico, eso es lo que va a salvar a la humanidad, y tener un cambio de actitudes para mejorar este mundo y hacerlo un mejor sitio donde podamos vivir, en armonía con otros congéneres del orbe, y me ubico como un puertorriqueño para el mundo, así me ubico, como un puertorriqueño para el mundo, y eso siempre me hace recordar una frase que en mis múltiples conversaciones con ese ser humano extraordinario que tuve el honor de conocer, don Juan Antonio Corretjer; cuando Corretjer se enteró de que yo me iba a ir para Francia, de que me había ganado la beca, en un aparte, nosotros hablando en su casa en Guaynabo, él me dijo: Estoy preocupado porque a los artistas puertorriqueños cuando emigran se les olvida su origen, y yo quiero que tú sepas esto, Dennis Mario, que el arte no tiene patria, pero los artistas sí, y quiero que te vayas para Francia con ese pensamiento y no me decepciones. De manera que como me lo planteó ese gran pitirre que fue don Juan Antonio Corretjer, el arte no tiene patria, pero los artistas sí. Mi génesis, mi origen es que yo nací en la colonia más antigua del mundo, no lo puedo cambiar en mi carácter personal, he aprendido a vivir con esa espina en el corazón, que no es fácil, porque no te deja fluir la báscula filosófica de tu ser y te tranca por muchas zonas de tu cuerpo, pero uno en esa resignación está todo el tiempo tratando de hacer el cambio; me voy a ubicar como un puertorriqueño para el mundo, que la experiencia cubana, que la experiencia francesa, la experiencia en Washington, la experiencia en Barcelona, lo que han hecho es que han consolidado a este ser humano y lo han convertido en un boricua para el mundo.

—No me atrevo a decirle don Dennis Mario por temor a que no me conteste mis preguntas. Además, ya sé que no ha de envejecer. Tampoco creo que se pueda morir, los cubanos no morimos, aunque nos maten. ¿Cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de obreros creativos en Puerto Rico y esos otros espacios de creación cultural a los que tuvo oportunidad de llegar? ¿Cómo ha integrado su identidad étnica y su ideología política con o en su trabajo creativo? ¿Cómo relaciona su trabajo político-cultural con su lectura particular de la vida y su propio quehacer cultural o no hoy?

Quiero que me recuerden como un obrero creativo íntegro, honesto y auténtico. Punto.

—Bueno, todo el mundo sabe que Dennis Mario es Dennis Mario 24/7. Yo soy el único artista en la historia del arte puertorriqueño que marcó a artistas de la generación del cincuenta hasta contemporáneos. ¿Cómo así? Simple. Con una obra que se conoce como Don Pedro y los pitirres. Desde Tufiño, Carlos Irizarry, hasta diversos artistas con mi autorización han tocado a Don Pedro y los pitirres. Y digo con mi autorización porque esa obra está registrada, tiene un derecho autoral que se respeta, y como bien te dije, yo ya he resuelto más de cuarenta y seis casos por violación a mi propiedad intelectual. Y los compañeros que lo han hecho, pues lo han hecho con mi autorización, con mi aval. Yo entiendo que ese estatus de ser el único artista que ha marcado desde los de los cincuenta hasta los contemporáneos, para muchos de los colegas míos sería lo suficiente como para caer en un arrebato de odio y creerse que son la ostia humana. Para mí es meramente un indicador de que el trabajo que hice lo hice bien, lo hice de manera auténtica, la hechura, como le trabajé, entiendo que cumplí con los parámetros de la excelencia artística, como para que personas como Carlos Irizarry y Tufiño se fijaran en Don Pedro y los pitirres y terminaran recreándolo. Yo cuando veo a colegas míos que caen en la zona de la competencia, siento lástima por ellos, porque logré competir. El arte no se hizo para competir, se hizo para compartir. Y a esos artistas, pues yo les envío un mensaje, que somos meros obreros creativos. Para haber llegado a trabajar esa obra, me lleva nuevamente a la palabra mágica, multiplicidad de consecuencias. Tanto locales como internacionales, y me crea satisfacción, me produce mucha satisfacción. No se me han ido los humos a la cabeza. Soy un ser humano como cualquier otro, orino y defeco, y sudo, y tengo los pies en la tierra. Y cuando la gente se dirige a mí me dicen maestro, siempre contesto igual: maestro es Betances, maestro es Albizu, yo soy meramente un obrero creativo y así he de morir. Soy Dennis Mario las 24 horas, y los que me conocen te van a decir: Siempre ha pensado igual, los principios en Dennis Mario no son negociables, son como una roca firme. Quiero morir siendo Dennis Mario. Me encanta ser Dennis Mario. Lo disfruto a plenitud. Soy viajero solitario por eso, porque cuando viajo estoy conmigo, y cuando estoy conmigo, pues la paso bien. Y quiero morir como un obrero creativo, pero quiero morir como un obrero creativo aprendiz. Ser aprendiz de mago siempre. Recuerdo una sentencia de Suzuki que decía que en la mente del maestro hay dos o tres posibilidades, pero que las del estudiante son infinitas. Pues, yo quiero ser un eterno estudiante que se autodefine como un obrero creativo que tiene una visión, que me encantaría ver a mi país libre por el compromiso que tengo con la justicia social en el planeta Tierra. Los artistas tienen que atreverse a tomar posiciones. Y tienen, con sus acciones, que afirmarlas. Como te digo, voy para todas partes, vengo de todas partes, el compromiso está ahí, y te podría seguir añadiendo más tendencias en mi pensar filosófico, pero no terminaría de contestarte la pregunta. Pienso que con eso te estoy dando un panorama bastante abarcador para responder a la misma.

—¿Qué otros proyectos creativo-cultuales tiene pendientes? ¿Por qué le interesaría a Dennis Mario ser recordado?

—Bueno, yo quiero que me recuerden como un obrero creativo íntegro, honesto y auténtico. Punto. Eso es lo que me interesa. Los seres humanos se juzgan, se evalúan por sus acciones y su comportamiento. He cometido muchos errores en mi vida, pero muchos errores en mi vida, cometer errores es de humanos, mas es de valientes y sabios enmendarlos. He tratado hasta donde he podido de enmendar muchos de mis errores. Hay otros que no los puedo cambiar; tendré que aprender a vivir hasta el fin de mis días con eso, y hay una zona que no he podido abordar, que tengo como tres guiones sin terminar, pero hay una película que quiero hacer de mi autoría, donde voy a cuadrar la película como hago todas las cosas, la música va a ser de mi autoría, el guion va a ser de mi autoría y la historia va a ser de mi autoría. Siempre me he quedado con esa espina de lo que me falta por hacer para sentirme totalmente redondo en el mundo de las artes, que es hacer esa película, que podría modificar patrones de conducta en los seres humanos. Porque hay que establecer claramente que ninguna película, ninguna canción, ninguna novela, ningún poema va a salvar el planeta. Eso es de ilusos y de tontos, pero las humanidades modifican patrones de conducta y nos permiten ser mejores seres humanos. De eso se trata este tránsito por este orbe llamado planeta Tierra, que es una canica ínfima, y si lo visualizamos en el contexto de un cosmos que se expande y se retrae, no somos una partícula de polvo, somos algo tan, y tan, y tan ínfimo que me da risa cuando los seres humanos se creen que son lo más grande en el mundo, y apenas no nos podemos distinguir de los billones de astros que transforman el cosmos.

—Don Dennis, ¿qué diferencias observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción de sus compañeros de viaje o aventura creativo-cultural con su trabajo creativo y la temática o las temáticas que ha abordado y los estilos desde los que las ha abordado?

—Bueno, pues nada, vemos unos colegas que hemos sido consecuentes con lo más importante que es una obra de arte. Lo más importante de una obra de arte es el contenido. La técnica y la manufactura, eso se puede resolver. Es bien importante que tengamos eso bien claro. Estoy observando ahora mismo una efervescencia en los nuevos jóvenes que están decorando las paredes de nuestro entorno urbano, y veo un común denominador en ellos que me inquieta y preocupa un poco: que son muy talentosos, son muy talentosos estos jóvenes que están haciendo estos murales excelentes en el entorno urbano, pero dos o tres de esos jóvenes tienen contenido en su expresión. De nada vale que tú pretendas ser el más diestro si tu trabajo no comunica, no dice nada, es meramente decoración. Para Dennis Mario Rivera el arte no es otra cosa que el gran discurso de la vida, es todo a cambio de nada, y como señala el gran Oller, el deber del artista es exaltar la belleza y fustigar el mal. Me gustaría ver más jóvenes creando obras con un contenido, con un discurso, y que no caigan en lo banal y en lo frívolo. Yo tengo compañeros en el mundo de las artes, como Daniel Lind, Orlando Vallejo, Marcos Alegría, que son colegas que admiro, de las mujeres en Puerto Rico, tengo que decir que soy fanático de Myrna Báez y de Noemí Ruiz, de Susana Herrero, y de otras tantas que si me pongo a mencionarlas voy a omitir a una que otra. Esas tres mujeres que te dije, Susana Herrero, Noemí Ruiz y Myrna Báez me parece que son como el ausubo, sólidas, con una propuesta artística de excelencia. En realidad, yo me siento cómodo con mi trayectoria, porque no he dejado de ser honesto con mi proceso creativo.

Wilkins Román Samot

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