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Mayra Santos-Febres
“Escribir es mi vida misma”

domingo 26 de enero de 2020
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Mayra Santos-Febres
Santos-Febres: “La colonización es el ejercicio continuo de olvidar”.

Mayra Santos-Febres (Puerto Rico, 1966) es escritora, docente-investigadora y madre a tiempo completo, adscrita a la Universidad de Puerto Rico. Oriunda de Carolina, Puerto Rico, es egresada del Bachillerato en Artes con concentración en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico (B.A.). Obtuvo su grado de maestría en la Universidad Cornell, donde además completó su doctorado (M.A.-Ph.D., 1991). Desde hace una década afronta, gesta y dirige el Festival de la Palabra de Puerto Rico y sus diásporas. Decir Mayra Santos-Febres es también decir Caribe. O, al decir de Juan Pablo Rivera sobre parte de la amplia obra de Mayra Santos-Febres:

En su método hay una sospecha crítica similar a la gula caníbal que Oswald de Andrade defendía: engullir sin vergüenza ni freno los restos del pensamiento occidental, devolviendo un producto nuevo, aquellos “contradictorios y complejos saberes” que la autora declara “nunca se unificaron en nuestra sociedad”. Santos-Febres devuelve al caníbal al Caribe, a un origen más o menos propio, asegurándonos, insistentemente, que el Caribe es otra cosa, esencialmente inapalabrable. No le interesa tanto la manida cuestión de la identidad caribeña como la puesta en escena de algunos de sus avatares. Isabel la Negra, los travestís que cantan boleros, los santeros y el inmigrante haitiano aparecen siempre con historias propias, con las dimensiones que raras veces encontramos en la obra de escritores anteriores a ella. En Cualquier miércoles soy tuya (2002), por ejemplo, la historia del fracaso del café y la caña en Puerto Rico está condensada en la biografía ficticia de Tadeo, el inmigrante haitiano, sin que jamás llegue a ser él caracterizado como representante ni de su país ni de su raza.

La piel (el sexo, la raza) y el papel (el dinero, la escritura, el analfabetismo) en el Caribe, desde el Caribe, son temas que la autora trata más extensamente en su novela histórica Nuestra Señora de la noche. Esta novela, como los ensayos de Santos-Febres, aboga también por que una incierta particularidad caribeña sea tomada en cuenta. Su novela se inserta, así, en una corriente crítica y novelística que intenta identificar lo esencialmente caribeño, evocando siempre imágenes de la hibridez y lo movible, del ajiaco (Ortiz), de las islas que se repiten (Benítez Rojo), del resto o exceso (Carpentier y Lezama Lima) (Rivera 2007).

Santos-Febres obtuvo recientemente una residencia familiar en Bellagio, Italia, como becaria de la Fundación Rockefeller. Ella ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirlas con vosotros.

 

Soy del Caribe y vengo de un laaaaargo linaje de mujeres que trabajan y crían.

Eres una docente que investiga y escribe desde su experiencia, la suya y la de su entorno caribeño, bien como mujer afrocaribeña, bien como docente afrocaribeña nacida en Puerto Rico. Hace varios meses logró integrar a sus hijos a su quehacer creativo-literario en Bellagio, Italia, en calidad de becaria de la Fundación Rockefeller. Ya ellos han colaborado con usted en su obra literaria previa. ¿De qué trata en esas obras o cuentos en los que su trabajo creativo se nutre de la obra creativa de su poder y ancla? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarlos?

Intento trabajar de manera orgánica, vivir de manera orgánica, integrada, criar de la misma forma. No respeto la división entre la esfera pública y la privada. Mis hijos son parte de quien soy y yo soy madre y escritora. Intentar vivir de otra manera supondría que me creo las reglas del juego capitalista occidental, de que las mujeres, porque son madres, deben ocupar y habitar un espacio “doméstico”, “privado” aislado del mundo. Y si decido escribir —es decir, “trabajar” y ser una mujer “independiente” (¿de quién, de qué?)—, debo vivir una especie de esquizofrenia en que mis hijos y mi vida familiar ni nutre ni se nutre de mi vida profesional.

Soy del Caribe y vengo de un laaaaargo linaje de mujeres que trabajan y crían, de familias cuya norma es que seamos nosotras las jefas y proveedoras de nuestros hogares. Para mí viajar con mis hijos, escribir junto a ellos, hablarles de mis obras y que ellos opinen es normal. Lo otro es lo “anormal”, el excluirlos de mi vida misma. Ellos son mi vida misma. Escribir es mi vida misma. Bailar, salir a fiestas, viajar, enamorarme, leer, observar la realidad, ir a demostraciones políticas son mi vida misma. Imposible separar todos los aspectos de mi vida.

Con mis hijos he escrito tres libros —Ernesto, el domador de sueños, Aidara en el país de las nubes y Lucián, Corazón Valiente (sin publicar). Sobre nuestras vivencias, acabo de concluir la escritura de Hasta que llegue la luz, novela de no-ficción acerca de cómo sobrevivimos el Huracán María.

 

Pienso en su trabajo creativo, y pienso en la importancia de lo caribeño dentro de Puerto Rico, bien en sus relaciones económicas de trabajo, de producción, de explotación laboral, de explotación sexual, pero también en la importancia de visibilizar, de hacer visible la contribución y presencia de la mujer, de lo queer-caribeño, de la mujer negra, del hombre negro a nuestra economía por medio de la literatura. ¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo y su trabajo docente-investigativo entonces y hoy?

Soy una escritora que trabaja como profesora. Muchos escritores viven de lo que yo vivo, por temporadas o de manera asidua, como yo. Cristina Rivera Garza, de México, es escritora y profesora. Rosa Beltrán también, Cristina Peri Rossi, Tess Gallagher, Flor Abate de Argentina, Guillermo Martínez, también. Hemos sido muchos.

Yo no sé cómo otros escritores combinan la docencia con la escritura creativa, pero a mí me divierte mucho. He creado un programa de escritura creativa, de hecho, para la Universidad de Puerto Rico. Allí doy los cursos de ficción, microficción, autoficción, poesía, edición, políticas culturales. Me gusta mucho más que dar cursos de literatura eurocéntrica.

La universidad, además, me da la flexibilidad de viajar a presentar libros, dictar conferencias y talleres por el mundo. Además, investigo con estudiantes sobre diversos temas de raza, racialización, caribeñidad, nuevas formas de la escritura creativa. Pagan bien y no tengo que trabajar los veranos. Es fantástico.

 

¿Cómo lo hilvana con su experiencia de mujer caribeña y su memoria personal o no de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?

La docencia, o como yo la asumo, me permite investigar. 99% de mi narrativa está basada en investigación. También 99% de mis olvidos están basados en la invisibilización de los saberes afrodescendientes, caribeños, de género y puertorriqueños. La colonización es el ejercicio continuo de olvidar. Hay que olvidar quién eres para que quieras convertirte en el “otro”. El “otro” blanco, varón, europeo o estadounidense, el otro rico, primermundista, el otro que no eres tú.

La academia me da tiempo y espacio para desaprender la colonización, no porque ella misma no esté colonizada, sino porque me expone a diálogos en donde su propia colonización es discuidá’. Es una buena palestra desde donde ver el mundo.

 

Soy una mujer que aún se encuentra a mitad de carrera. Tengo mucho qué recorrer todavía.

Hace algún tiempo se puso a escribir un cuento que le mereció un premio que no tiene cualquiera. Hago referencia a su cuento “Oso Blanco”, premio Juan Rulfo 1996. Si compara usted su crecimiento y madurez como persona, docente, investigadora y escritora entre la época que se gradúa de la Universidad Cornell (1991) con su época actual de docente-investigadora y escritora en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?

Buena pregunta la de la madurez literaria. El problema es contestarla desde donde estoy.

Recientemente me gané una residencia en Bellagio de la Rockefeller Foundation. También, en el 2009, una beca John S. Simmon Gugenheim. Y fui finalista del Premio Rómulo Gallegos y del Premio Primavera.

Ha habido otros premios desde el 2006. Cada uno de ellos marca un hito de madurez en mi obra.

Creo que escribo mejor. Más concentrada y enfocadamente. Más conocedora de mi oficio y del lenguaje y, por el tiempo dedicado, más conocedora de la historia y de las contradicciones filosóficas que se dan dentro de la interseccionalidad que me obsede: raza, género, Caribe, modernidad y el retorno de las políticas de la Supremacía Blanca, tanto en América del Norte como la del Sur.

Soy una mujer que aún se encuentra a mitad de carrera. Tengo mucho qué recorrer todavía. Pero no me canso de aprender ni de asumir nuevos retos estéticos y éticos, intelectuales y creativos. Así que te diría que sí he madurado, pero que a esta negra le falta mucho qué aprender y cuajar todavía. Aún me siento que estoy empezando.

 

Usted es especialista y docente en Estudios Hispánicos. ¿Cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de investigadores y escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico, Estados Unidos y América Latina?

No soy especialista en Estudios Hispánicos. Soy especialista en Estudios de Raza y Literatura y Pensamiento Afrodispórico. Mi título dice Estudios Hispánicos porque NO EXISTE un título que nombre de manera adecuada lo que estudié. Así que mi lucha con mi departamento es combatir la invisibilización de otros saberes y filologías por seguir llamándolas “hispánicas” cuando algunas cambian el paradigma, lo amplían o, simplemente, no lo son. Es una relación tensa, pero fructífera.

Tengo algunos colegas que entienden el dilema, tengo otros que se dedican a estudios de racialización y género y que lo aplican a sus disciplinas, algunas parecidas, otras muy diversas a la mía. Con esos guardo estrecha relación de retroalimentación y apoyo. Tengo otros que invalidan o desvalorizan lo que hago. Esos no me preocupan. Los dejo en su viaje. Yo hago lo mío tanto en ensayos como en trabajos literarios. Creo en lo que estoy haciendo. Me apasiona. De ello me nutro.

 

Ha estado al frente del Festival de la Palabra en los pasados años. Han sido años de bajas y bajas en la economía, pero también de retos y logros para nuestra literatura y sus creadores o forjadores de país. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

Mi trabajo es bien recibido dentro y fuera de Puerto Rico. Organizar un festival literario por diez años da una visión de conjunto y del sistema literario que existe y opera en Puerto Rico, en el Caribe y en muchos lugares del mundo. La creación de nuevos lectores y el apoyo a diversidades lectora y literaria es un trabajo imprescindible y fundamental para crear sociedades abiertas e inclusivas. Al menos así yo lo percibo. Yo formo parte de esa gesta desde la página y desde la acción.

 

Creo que llamar mi formación “hispánica” es reducirla. Eso es parte del problema.

Sé que usted es de Carolina, Puerto Rico. ¿Se considera una escritora puertorriqueña o no? O, más bien, una escritora, sea ésta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?

Soy una escritora afrodescendiente puertorriqueña madre soltera, de clase trabajadora. La raza abre puertas de identidad más allá de la definición nacional. El género también. No es necesario pensar que lo de “boricua” me cierra otras puertas de definición de identidad. Tengo la inmensa suerte de ser más que una escritora puertorriqueña.

 

¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo y su formación en Estudios Hispánicos?

No sé cómo contestar esta pregunta. Mi formación es en español, inglés, francés y en todas las lenguas que puedo leer y entender (portugués, italiano, un poquito de yuriba también). Mi tradición es en lengua española, la cual se queda corta para nombrar todos los saberes que me componen y que debo manejar. Estudié Estudios Afroamericanos en la Universidad Cornell y bachillerato en la UPR, en Puerto Rico. Conozco al dedillo las tradiciones latinoamericanas, que se dan en muchas lenguas, en español, que es la lengua colonial y de supremacía, pero también en quechua, tzotzil, tzoque, aymara, creoles de diversa índole. Creo que llamar mi formación “hispánica” es reducirla. Eso es parte del problema.

Hay que desaprender, más que aprender lo que es la llamada tradición “hispánica”.

Como ideológicamente soy comunitaria e inclusiva, mi formación crece y va orgánicamente ligada a mis pensamientos políticos decolonizadores, antipatriarcales y anti supremacía blanca eurocéntrica.

 

¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad de Puerto Rico?

Fui estudiante hace muuuuuuucho tiempo. No podría decirte ahora cómo se integró de manera precisa. Sólo sé que me hizo querer convertirme en escritora.

 

¿Cómo integra usted esas experiencias de vida en su propio quehacer de docente-investigadora en Puerto Rico hoy?

Mi bibliografía habla por mí. He publicado veintiocho libros que consistentemente trabajan los temas que me apasionan: raza, pluralidades en identidad de género, Caribe, diásporas, modernidad. En poesía, cuento, ensayo, performance, novela, teatro, guion de cine. Y me falta todavía. Veremos a ver con qué salgo en el futuro.

 

Hay varias cosas. Cruzo los dedos para verlas ya hechas libro.

¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática caribeño-literaria del mismo? ¿Cómo ha variado?

Creo que lo que antes hacía en solitario o, por lo menos, desde la percepción de lo solitario, ahora está más a tono con los temas que se discuten a nivel mundial. Los movimientos de me too y de despenalización del aborto, la declaración del 2017-2027 como Decenio de la Afrodescendencia por la ONU, las presidencias de Trump y Bolsonaro y el retorno de las políticas de extradición de inmigrantes, el genocidio abierto de indígenas en América Latina y la destrucción del planeta hacen que los temas que a mí me preocupan se vuelvan más visibles y pertinentes en los discursos artísticos, sociales y políticos de hoy en día.

 

¿Qué otros proyectos creativos tiene pendientes?

Terminé una novela acerca del huracán María —Antes de que llegue la luz. Estoy esperando oferta de publicación. También he comenzado a escribir otra novela, La otra Julia, basada en la vida de Julia de Burgos. Espero terminar su redacción para principios del 2020. Tengo un libro de cuentos para niños, Lucián, Corazón Valiente, que quiero publicar. Hay varias cosas. Cruzo los dedos para verlas ya hechas libro.

 

Referencia

Wilkins Román Samot

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