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Lo que dice la poeta Carmen Rosa Orozco:
“Me sobreabundan las emociones”

domingo 27 de marzo de 2022
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Carmen Rosa Orozco
Carmen Rosa Orozco: “Mi silencio y el pensamiento son esencia del lenguaje, y de lo que escribo”.

Tengo debilidad por el caos poético de Carmen Rosa Orozco, esa poesía que revela todo como un ciclón que arrasa viviendas y muestra lo de adentro, los muebles anulados, la papelería y las bellezas tenues desperdigadas; lo que había, lo que se ha perdido y lo que se comenzará a necesitar con el hambre tan individual y pesarosa de la nostalgia.

Cuando ella escribe desparrama su espíritu junto con su sangre, y todo es tan verdadero que no sabes si leerla o auxiliarla, si comprenderla o admirarla. Tengo la impresión de que se trata de una poeta única en su especie. No sé cómo ha llegado a encontrar un abismo que es suyo, respirando unos límites que ella interpreta con ritmos de incertidumbre, pero asumiendo los riesgos que el abismo le promete. Cada palabra ocupa su sitio y establece su ruptura, su estallido, su posesión de amor y crueldad.

Sus poemas son como piedras con chispas de oro. Podría denominarse inspiración muy elevada el verso insustituible y precioso que consigue y que de pronto, a continuación, le sigue una preocupación política, una reacción a la dura situación económica.

No hay un solo instante en que su poesía se torne escurridiza, aunque las frases parezcan desafueros, latigazos:

Escribo las sensaciones, soy febril y desmesurada. Vicente me compró un agua de coco, estaba helada, lo miré con amor.

Carmen Rosa es una poeta profunda y determinante, un estallido de poeta. Este poema puede ser un certero ejemplo:

Hay gente que está muerta,
que puebla los caseríos en la niebla
y se esconde en las casas,
pero está muerta.
Ella alucina en el terciopelo negro de su vestido,

come tallarines con cerdo
vegetales salteados con margarina,
toma limonada muy fría;
su vestido se ensucia
corre a mirarse
pero no encuentra su figura en el gran espejo de la sala.

En el país de Amanda —así se titula uno de sus poemarios— ella expresa el alma como universo. Dígame usted qué se puede hacer ante eso. Alguien que lo dice todo sin decaer ni un solo instante en su discurso poético, tan libre y tan irreverente; tan hermoso y creando una belleza alucinante en cada salto de verso. Porque salta de un verso sublime a uno que parece una procacidad o que se define como insulto y uno comparte ambas circunstancias y sus resultados porque la sensibilidad se expande, crece, y también se esconde con temor a sufrir la crueldad exterior.

Hay que decirlo honestamente y sencillamente: la fuerza de su poesía es algo que no se puede encontrar en cualquier esquina. Ni en un poeta curado por la medicina de los golpes y el sufrimiento más verraco, ni en una poeta que no haya enloquecido y regresado a la cordura en un día espeluznante. Carmen Rosa es todo junto, hombre y mujer, poeta y verdugo, suavidad y fractura.

 

No sé con certeza si hago poesía, sólo sé que escribo de forma desmesurada, vehemente, abordando las imágenes que me asaltan.

Carmen Rosa en detalles

Carmen Rosa Orozco (San Juan de Colón, Venezuela, 1978): poeta. Pedagogo en Educación Integral. Administradora de Empresas. Comerciante. Ha publicado en poesía los libros Hileras de sol, Delebles y Entreluz. Posee diez poemarios inéditos. Ha sido publicada en Pasajeras, antología del cautiverio, de Editorial Lector Cómplice; Astorga Redacción (España); Hacedoras, mil voces por la literatura venezolana, de Lector Cómplice; el Papel Literario del diario El Nacional; Revista Nacional de Cultura; Antología poética Sujeto Almado; revista Actual; antología Los dragones de papel; revista Hipsipila (Universidad de Caldas, Colombia). También ha sido representada en los portales electrónicos Letralia, El Coloquio de los Perros, Crear en Salamanca, Fonoteca Española, Revista Hiedra Oxeda, Revista Elipsis, Revista Kametsa, Revista El Humo, Revista Poémame, Revista Casa Bukowski, Revista Campos de Plumas, La Parada Poética, entre otros. Obtuvo los siguientes reconocimientos literarios: Premio Único del Concurso de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Estado Táchira, Premio de Poesía del Instituto Universitario de la Frontera (Iufront), I Bienal de Literatura Juan Beroes.

 

La entrevista

¿Desde cuándo escribes? ¿En qué momento sentiste que hacías poesía?

Escribo desde los trece años de edad aproximadamente. Lo hacía en cuadernos que decoraba con dibujos hechos por mí; me gusta dibujar y pintar.

El proceso de lectura se desarrolló primero que la escritura, desde el kínder me encantaba leer, mi abuela materna Carmen Sofía me enseñó a leer cerca de los cuatro años. No sé con certeza si hago poesía, sólo sé que escribo de forma desmesurada, vehemente, abordando las imágenes que me asaltan, escribiendo a los otros. Escribo como terapia para establecer un balance entre mi luz y la oscuridad, para tratar de equilibrar lo que es y no es, para unir lo nombrado y por nombrarse, además, como el epítome de mis estados de contemplación permanente.

Tengo algo de vidente, puedo predecir eventos y visualizar el interior de quienes se me acercan, ver cosas que no existen en este plano material, oír voces, sentir presencias, tener revelaciones oníricas.

 

Tú y la poesía, ¿cómo es la relación entre las dos? ¿Quién guía, quién se somete?

Casi nadie sabe que escribo, es como un disfraz, como la doble vida de un superhéroe de cómic o historieta, algo así como Batman, Batgirl, El Zorro o Superman, que llevan una vida corriente y son seres callados sin altibajos, pero que al adoptar su otra personalidad desarrollan habilidades extraordinarias. Para los otros tengo una apariencia frágil y reservada; quienes están cerca de mí no saben que siempre leo y escribo, ni tampoco se interesan por ello, sólo es algo que les parece un poco extraño en este tiempo con tanta exigencia en la productividad y avances de la tecnología. Les resulta anacrónico que no genere dinero, pero a la vez respetan mis actividades. En ciertas ocasiones mi hija y mi tía Tina han leído mis escritos, pero dicen que son raros y no los entienden, que no les parecen poesía en el sentido tradicional de la palabra; me da risa, no se los he mostrado, los han leído en las publicaciones de Facebook e Instagram.

 

Mi búsqueda en la poesía está marcada por discernir la voz de Dios, soy católica y siempre lo seré.

Pareces sola en tu poesía, ¿no?

Fui hija única hasta los doce años y eso me hizo solitaria, aparte de que crecí en un ambiente de adultos, yo era la única niña, eso me acercó a la lectura, el arte, la música, el cine. Mi relación con la poesía es de silencio, de escucha, de exaltación, de elevación espiritual, de limpieza y vaciamiento. Nos guiamos y sometemos de forma mutua, es una relación horizontal de fuerzas que gravitan en un centro inexistente e invisible a los ojos como diría Saint-Exupéry.

 

En definitiva, ¿qué marca tu búsqueda en la poesía?

Mi búsqueda en la poesía está marcada por discernir la voz de Dios, soy católica y siempre lo seré, no renegaré nunca de mi fe, hablo en varios momentos del día con mi Señor, no soy una fanática religiosa, pero Él es una fuente de amor inagotable, he podido sentir su protección y amparo, me ha librado y mantiene a raya de dolencias mentales que corroen y matan, pero que Él ha transformado en vida, he decidido vivir en Él hasta el final y aceptar su voluntad; aunque pase por el valle de sombra de muerte, sé que estará allí, como reza el Salmo 23 de la Biblia; la sociedad actual pretende estar por encima de Dios o no creer en Él, pero el hecho de que no podamos vencer la muerte, el tiempo, la enfermedad, la vejez, son señales de algo superior a nosotros que nos crea y dispersa, ya que es la energía primera de donde brotamos.

 

“Mi mente parece un palimpsesto rayado por un paciente psiquiátrico”

¿En qué etapa encuentras la máxima satisfacción?

También escribo sobre mis semejantes y cómo el devenir histórico determina el peso de sus contrariedades y eventual dolor, sobre la abstracción del pensamiento, el tiempo en su acepción cuántica, la muerte, el amor, sucesos fantásticos, lo que escucho, observo y vivo (siempre miro, analizo y me planteo preguntas). Encuentro la máxima satisfacción al ver terminado un conjunto de textos que comenzaron con una palabra o idea; quisiera alcanzar un mayor nivel de corrección y depuración, pero mi mente a veces parece un palimpsesto rayado por un paciente psiquiátrico y políglota que escribe en un interminable papel palabra sobre palabra, idioma sobre idioma, luz sobre oscuridad y viceversa, entonces no puedo diferenciar de manera estética y adecuada un arte final, me lo paso corrigiendo mis textos pero, como me sobreabundan las emociones, siento que siempre hay tela por cortar.

 

¿Qué significa en ti, poeta, ser del país que hoy parece agonizar?

Al principio de la destrucción del país, me sentí de forma agónica y desarrollé de nuevo una profunda depresión de la que nadie se percató; sólo Dios y yo sabíamos de ella, de sus oscuros y delicados tentáculos, escribí de forma amontonada e híbrida, leí mucho, me refugié en la oración, la literatura, el arte, la música, el trabajo, mi hija, el amor, las redes sociales. Estoy dentro y podría asegurar que todo ha quedado como después de una guerra, la cual no fue instantánea, sino a través de un cuentagotas cruel y exasperante, fue como pasar del paraíso al infierno sin darnos cuenta, sin preaviso ni anestesia, sin una antesala de preparación y con un apego a épocas felices que repetimos como acciones en bucle, que nos anclan a un tiempo inamovible e imaginario, a un no tiempo que se balancea entre el pasado y el futuro; a los que nos quedamos nos hurtaron el presente, permanecemos entre el insilio, la separación y la supervivencia.

Actualmente se pretende crear un estado de normalización y negación de la tragedia humanitaria que vivimos. Casi todo está deteriorado y en ruinas; me siento una sobreviviente de un conflicto focalizado o una guerra mundial, y aunque parezca contradictorio se puede respirar a la vez ese deseo ardiente por superar lo catastrófico que impera, por llenar de hermosura y de esperanza lo que aún queda; nos resistimos a morir, a rendirnos ante la barbarie de ambos polos políticos en su carrera por desangrar lo que resta de país. Como diría Ana Frank: No pienso en la miseria sino en la belleza que aún permanece.

 

Ruego a Dios de forma incesante por la restauración del país y el auxilio de quienes más sufren.

¿Qué te conmueve más?

Me impacta de manera profunda el sufrimiento de mis connacionales. Jamás imaginé ver, oír y presenciar tanto dolor, miseria, hambre; mirar cómo pueblos y ciudades se han ido despoblando. Casi toda mi familia y mis amistades han emigrado, casas y apartamentos solos, somos cuidadores de los bienes de la diáspora, ya todos sabemos que han huido más de siete millones de personas, se ha ido un pequeño país.

Asimismo, hay una clase enchufada de nuevos ricos que viven una grosera e insultante riqueza, y donde aquellos que no reciben remesas o no tienen familiares solidarios o no saben cómo obtener divisas han sido condenados a la desnutrición, el abandono, la indiferencia social, la locura, la merma física y del espíritu, el suicidio, la pobreza, la muerte, la delincuencia inducida por la necesidad; todo régimen totalitario se enfoca en aniquilar, desmoralizar, anular, pretenden convertir a sus ciudadanos en piezas de ajedrez que sólo deben obedecer a su juego.

                                                                                                                            

Y has mostrado tu opinión…

Mi opinión es desde el punto de vista humanitario, de la empatía con la desgracia de los otros, me importa el bienestar de las personas; he escrito sobre la debacle del país, no puedo estar absorta en esa burbuja de que nada está pasando. Ruego a Dios de forma incesante por la restauración del país y el auxilio de quienes más sufren. Pero a pesar de todo he decidido vivir, luchar y seguir; algo favorable pasará, ayudaré en lo que esté a mi alcance, cuando no pueda más me iré, pero siempre amaré mi tierra; hay un propósito para todo que se deriva del misterio insondable de Dios, ya sea bueno o aparentemente malo lo aceptaré en silencio, así me cueste comprenderlo.

 

¿Qué es lo que más amas en la vida?

Lo que más amo en mi vida y más que a mi vida es a mi hija Sofía Camila. La amo de forma profunda, dulce, sincera, incondicional, enorme, bestial, sin muros de contención; de modo infinito, puro e imperecedero. Es la única personita con la cual comparto mis chocolates.

 

“Soy dramática, depresiva, compasiva y llorona”

Tu poesía es esencia del lenguaje, ¿sientes el drama como máximo tema?

Mi silencio y el pensamiento son esencia del lenguaje, y de lo que escribo. A veces, pienso que sólo escribo para mí, no puedo intuir el destino de lo que pasará con mis textos, no sé si a alguien le pueda interesar o gustar lo que escribo, todas las personas son libres en sus preferencias. He participado en muchos concursos literarios y no logro figurar, he enviado colaboraciones a diversas revistas y pocas me han publicado, las editoriales no responden, sólo una y es para autoedición (tal vez un día no muy lejano pague la impresión de mis diez poemarios inéditos e híbridos y la corrección de los mismos, claro, si la suerte me acompaña); tengo un blog de escritura, publico con cierta frecuencia en las redes sociales, un libro digital o e-book puede alcanzar un mayor rango de lectores y difusión virtual (me gustaría publicar en ese formato).

 

No siento el drama como máximo tema, quiero escribir desde variadas temáticas, sentimientos, apreciaciones, aristas, posturas, vértices, corrientes de pensamiento.

¿Te agobia esa situación de no poder publicar, de no ser más leída?

No me siento frustrada y no tengo grandes ambiciones literarias, simplemente me gusta leer y escribir, sentirme libre en ese mundo de palabras. Soy dramática, nerviosa, aprensiva, ansiosa, depresiva, callada, sensible, compasiva, muy perceptiva e intuitiva, llorona (sufrí de espasmo del sollozo cuando era niña, fui muy consentida); he padecido de trastornos alimenticios y de insomnio; por tanto, es casi imposible que no se cuele algo de ello en lo que escribo. Mi círculo de relaciones es reducido; nunca fui la chica popular; soy ecléctica en mis pensamientos, sentimientos, gustos, actitudes, lecturas, escritura. Me llaman la atención las obras de autoras como Sylvia Plath, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik, Jane Austen, Margaret Atwood, Margaret Mitchell y otras. Me gusta la música de María Callas, Lana del Rey, Janis Joplin, Amy Winehouse, Mon Laferte y Camila Gallardo, entre otras. En ellas se evidencia el drama y me atraen. En Los días asincrónicos de Tina escribo: Dices sentir atracción por el drama y la tragedia / de manera malsana y autodestructiva, / como el fin de María Callas / muerta en su apartment at 36 Avenue Georges Mandel, Paris. He aprendido a amarme y a sanar lo que me daña, deseo vivir hasta el último segundo de vida que me sea dado, y como dicen por allí: muchas veces la realidad supera la ficción. En resumen, no siento el drama como máximo tema, quiero escribir desde variadas temáticas, sentimientos, apreciaciones, aristas, posturas, vértices, corrientes de pensamiento; sin encasillarme, sólo fluir y flotar.

 

¿Qué haces cuando te desanimas?

Cuando me desanimo oro al Señor, rezo a la Virgencita y mis santos, realizo largas caminatas admirando la naturaleza, busco compañía, veo memes y videos jocosos, como chocolates y postres, leo, escribo, consulto temas de mi interés, escucho música, dibujo, pinto, me conecto a las redes sociales, miro películas y series, trabajo con más ahínco, cumplo con las tareas domésticas, salgo a divertirme; me ocupo para reanimarme.

 

¿Has avanzado con lentitud o con prisa? ¿Con dolor o alegremente?

Siento que en unos aspectos he avanzado de forma rápida: infancia, juventud, maternidad, logros académicos y materiales, relaciones, experiencias, vivencias mentales y emocionales, familia, vida psíquica. Y en otras esferas de manera lenta: vida espiritual, estabilidad afectiva y emocional, habilidades sociales, logros literarios, salir de mi aislamiento, comprender la realidad externa, sobrellevar lo que no puedo cambiar y aceptarlo, el paso del tiempo, la muerte, la asimilación de los cambios. He caminado con dolor y alegría en iguales proporciones, no todo ha sido completamente luminoso u oscuro, pero puedo decir con humildad que he aprendido a educarme con amor y a superar las adversidades.

 

¿En dónde vives? ¿Cómo desarrollas tu poesía allí?

Vivo en San Juan de Colón (municipio fronterizo), estado Táchira, también paso lapsos en San Cristóbal, la capital. Mi hija se fue hace tres años y medio a la universidad y quedé sola en casa, pero paso días con ella, otros con mi mamá, abuelos y tías, otros con mi pareja. Escribo con mayor frecuencia en mi casa, pero lo puedo hacer en cualquier lado, casi siempre cuando estoy sola, lo realizo en el ordenador o en libretas decoradas cuando no hay energía eléctrica. Me concentro por varias horas seguidas, de preferencia en las noches y madrugadas, así como en el tiempo libre. Siempre tengo de fondo musical los Nocturnes de Chopin y a veces Serenade de Schubert. Es una especie de ritual: soledad, disposición, concentración, entrega, música clásica, ordenar ideas y controlar emociones, escribir. Divido el proceso de escritura en etapas: lecturas de mi agrado e interés, consultas e investigación, definición de temas, escritura de textos, corrección, publicación en redes sociales y mi blog, reescritura, corrección.

 

He querido atrapar con palabras este tiempo, congelar con percepciones escabrosas y detalladas el colapso nacional.

¿Qué es lo que nombras con más insistencia en tu poesía?

No podría precisar algo en sí, pero menciono con frecuencia el tiempo, la muerte, monólogos imaginarios, a Dios sin un sentido nominal, la tragedia, el amor.

 

Este tiempo, ¿lo has visto bien? ¿Lo has podido atrapar con tus palabras?

Es un tiempo convulso: el deterioro del país, vivir bajo un régimen totalitario, la diáspora, el insilio, la supervivencia, la pandemia, el confinamiento, la hiperinflación, las vacunas, la agenda y las narrativas globales de información, las teorías de la conspiración, los conflictos e invasiones militares, fenómenos migratorios, otros. He aprendido algo: que nadie va a luchar por mí, toda tragedia se vive a solas y en silencio, lo importante es cómo superas cada obstáculo y sigues, sin estancarte y lamer la herida, hay que buscar formas de reinventarse; al final todos hemos sido sometidos a las mismas circunstancias en esta época, hace cien años o siglos atrás, y lo que cuenta es cómo te salvas, cómo saliste a flote; hay épocas más duras y confusas que otras, las cuales son una especie de ruleta o suerte al momento de vivirlas, como se dice: hay que bailar al son que se nos toque. He querido atrapar con palabras este tiempo, congelar con percepciones escabrosas y detalladas el colapso nacional, decir lo que veo de manera cruda y críptica a la vez, escuchar a los otros y transcribirlos, narrar y poetizar, tocar con mis manos todo lo que veo y siento como una especie de prestidigitador cuántico que escribe.

 

Has entendido este tiempo, entonces.

De verdad, no puedo decir si he podido ver este tiempo y atraparlo, sólo puedo afirmar que lo he intentado. Las redes sociales, el periodismo, los medios de comunicación, lo han atrapado de forma estática, tangencial, in situ, y eso quedará para la historia; los escritores lo atrapan de manera lírica, inmortal, en espirales y líneas, con palabras, ya sea sintetizado en narraciones extraordinarias o poemas visionarios; también se encuentran el registro del arte, la música, el cine, los documentales. Toda época y todo tiempo tienen sus relatores, depende de ese mismo tiempo que pervivan en las dimensiones del tiempo y no tiempo. Admiro la obra de escritores que han logrado atrapar su tiempo con palabras: Ana Blandiana, Marina Tsvietáieva, Anna Ajmátova, Wislawa Szymborska, Albert Camus, Miguel Otero Silva, Abdulrazak Gurnah, Mircea Cărtărescu, Czesław Miłosz y Ana Frank, entre muchos más.

José Pulido

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