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Leo Pasajeras como si viajara con ellas en un tren. Viajo rodeado de mujeres. Las leo mientras la cuarentena cobra las cuentas, porque se trata, precisamente, de una lectura mientras el encierro nos somete y hace que ellas, poetas, narradoras, ensayistas, fotógrafas, etc., sigan el curso de sus asuntos en la casa con las ventanas como miradores y las puertas como taquilla de pago.
Pues sí, viajamos, porque ahora el lector es también pasajero. Son mujeres que escriben, que siempre han escrito y nos han escrito poemas, cuentos y hasta cartas de amor, porque de alguna manera hemos sido sus enamorados perdidos, sus admiradores y sus locos de carretera mientras el paisaje pasa y se queda pegado en las pupilas.

Pasajeras es un libro de viajeras encerradas en muchas partes del mundo: en Bogotá, en México DF, en Madrid, Barcelona, la de España; en Santiago de Chile, en Buenos Aires, en Estados Unidos, en Caracas, Ontario, San Juan de los Morros, Maracay, París, en muchas partes donde ellas hoy son parte de la geografía del éxodo venezolano. Desde esos confines y desde los de aquí, escriben, como siempre lo han hecho, con belleza, con calidad, con amor, con rabia, vestidas, desnudas, perfumadas, sudadas, alegres, tristes, bravas, arrechas, sonrientes, serias, amables, simpáticas, misteriosas, transparentes. Mujeres con todas las virtudes de la escritura y de sus humanidades dispersas por casas y apartamentos que nos muestran las fotografías de sus patios, las portadas de libros, las raíces de árboles, trozos de cielo, nubes vagabundas. Sitios, pues, donde ellas trabajan, laboran, hacen de su ocio y oficios partes de la maravilla de estar vivas.
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Mencionarlas una por una es como subir un edificio de dieciséis pisos por las escaleras, porque la lista es larga, pero es bueno señalar que cada una representa nuestro espíritu y nuestro ánimo para seguir adelante. Mujeres, maravillas que nos representan como amigas, madres, hermanas, novias, poetas que escriben versos para acercarnos a sus gracias, para decirnos lo que muchos en el mundo ocultan, para descubrirnos a través de sus imágenes. Narradoras —novelistas y cuentistas—, quienes relatan la vida y la eternidad, lo secreto y lo evidente con personajes que dejan su marca en nuestro ánimo. Ensayistas, cronistas, quienes revisan el acontecer personal, colectivo, diario y remoto de nuestra realidad o fantasías.
Publicado por Lector Cómplice, la tarea de hacer la “Antología del cautiverio” corrió a cargo de las también escritoras Les Quintero y Graciela Bonnet. Un trabajo arduo que bien merece el reconocimiento de todo el país de aquí y de los países de allá.
Total, son sesenta voces, un equipo de mujeres que ha sabido estar en el mundo de las letras, que ha sabido representarnos en cualquier lugar, sea escenario académico, universitario, festivo, público, privado, callejero, etc.
Desde mi encierro va el saludo a todas ellas, excelentes voces de mi tierra, la tan golpeada por el totalitarismo y por un bichito maligno que nos enviaron desde lejos.
El viaje sigue con tan inteligentes escritoras. Hasta ahora no hay parada.
- El pronombre de tus labios, de José Ygnacio Ochoa - lunes 27 de marzo de 2023
- Greguerías, de Ramón Gómez de la Serna - lunes 20 de marzo de 2023
- El mismo país tantas veces
(luego de regresar a La casa en llamas, de Milagros Mata-Gil) - lunes 13 de marzo de 2023