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Gegman Lee Ríos:
“No se puede apelar a lectores particulares, hay que crear lectores”

domingo 29 de enero de 2023
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Gegman Lee Ríos
Gegman Lee Ríos: “Exponerte al mundo de los libros desde universitario, estar en contacto con los libreros y que básicamente te vean crecer, definitivamente provee madurez”.

Gegman Lee Ríos (Carolina, Puerto Rico, 1990) es escritor y editor. Estudió en la Universidad de Puerto Rico, donde completó su licenciatura en Comunicaciones e Historia (2014) y se especializó en edición y artes visuales (2016-2017). Es autor de tres poemarios, Nostos (2015), Elegía de los vencidos (2018) y Ya no hay extrañeza (2021). Es el editor jefe de la editorial Alayubia desde 2016. En 2014 ganó el primer lugar del certamen El Farolito Azul de la librería La Tertulia y Ediciones Callejón. Gegman ha contestado todas nuestras preguntas, y todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

 


 

Recientemente publicó Ya no hay extrañeza (2021). ¿De qué trata dicho poemario? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarlo?

Primero debo decir que lo considero mi trabajo más importante, ya que es una compilación de poemas de hace más de una década, intermedios y algunas novedades. Este libro me dio la oportunidad de ver con claridad la unidad temática que he llevado en mis tres libros a pesar de mi corta edad.

Aunque mis tres títulos son generalmente catalogados como existencialistas, pienso que no sólo en eso se resumen.

Entiendo que debemos reconocer nuestra animalidad y nuestro diálogo con nuestro entorno; reconocer que nunca hemos sido superiores a ningún mamífero y que, por el contrario, lo que nos ha permitido la razón hacer es lo que nos ha destruido.

 

Me distingo de mi generación por ser una poesía menos desbordada.

¿Qué relación tiene su trabajo creativo-poético previo a Ya no hay extrañeza y su trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal de la sociedad y la literatura actual de Puerto Rico o fuera?

En resumen, mi primer título, Nostos, trata sobre cómo “arden las pérdidas”, en palabras de uno de mis poetas favoritos, Antonio Gamoneda. El segundo, Elegía a los vencidos, es una propuesta mucho más personal y social que en gran parte fue inspirada en el choque de contextos sociales, la injusticia social y la pérdida de mi madre a causa de un cáncer intratable, ya que fue descubierto tardísimo porque no tenía seguro médico.

En Elegía a los vencidos me desprendo un poco del hermetismo que me caracterizó en Nostos, porque eran versos, digamos, con mucho dolor, y muchas veces el dolor, aunque sea cliché, no se puede encerrar en un endecasílabo, aunque la estructura es esencial en mi poesía.

En Ya no hay extrañeza, como bien sugiere el título, me inclino a simplemente aceptar y reflexionar sobre lo que ya tenemos, no a pelear contra ello. Se aceptaN la animalidad, la felicidad, la tristeza, la rabia; todo como parte de la condición humana. Es un libro temáticamente resignado, pero con un esmero excepcional en la forma, el universo conceptual, los tónicos en cada verso y el hermetismo. Como bien cita mi colega Néstor Rodríguez a Adolfo Westphalen, es una poesía de “ambición desmesurada”.

Respecto a cómo considero mi poesía en relación con las demás, entiendo que en la isla me distingo de mi generación por ser una poesía menos desbordada; me identifico mucho con poetas de todos los estilos: amo el Canto a la locura como Angst de Rubén Ramos. En fin, creo que “colocarse en un lugar” les compete a los críticos.

 

Si compara su crecimiento y madurez como persona, historiador, comunicador, editor y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?

Son demasiadas diferencias. Comencé a escribir sin conciencia de qué era escribir. Me inserté en un pequeño movimiento literario universitario en 2011 o 2012 y comencé con unos amigos poetas haciendo revistas de cartón, sin ningún conocimiento editorial.

Ya luego por mi cuenta obtuve nuevos conocimientos; también completé una certificación en artes editoriales en la UPR y luego Alayubia, mi editorial, comenzó a proliferar.

Exponerte al mundo de los libros desde universitario, estar en contacto con los libreros y que básicamente te vean crecer, definitivamente provee madurez. He tenido consejeros.

Aunque no he ejercido oficialmente como comunicador e historiador, mis estudios han sido de peso en el trabajo editorial, tanto en la proyección como en asegurar la legitimidad de los títulos.

 

¿Cómo visualiza su trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera? ¿Cómo ha integrado su trabajo creativo-poético a su quehacer de historiador, comunicador, editor y su trabajo escrito de interés literario?

Como antes mencioné, comencé con unos amigos poetas a, como quien dice, tomar “en serio” la poesía y el quehacer literario. La gestión cultural por parte de mis colegas ha sido clave en mis aportaciones.

Creo que cada quien tiene una idea diferente de qué debe aportar o qué es la literatura y sus utilidades, y todas son igual de necesarias para crear un interés amplio en la literatura, pero si algo ha habido en común con quienes he compartido, es el interés de establecer un canon caribeño.

No se puede apelar a lectores particulares, hay que crear lectores.

Creo que la visión amplia que tengo como comunicador, el estar en contacto siempre con mis colegas y mi bagaje de historiador han contribuido a mi éxito como editor y poeta. Las cosas han funcionado contrario a como se plantea la pregunta.

 

Son escasas las reseñas sobre mis trabajos, pero siempre agradecido con quienes se toman el tiempo de leerme y opinar.

Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en la literatura poética en y desde Puerto Rico. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo-poético dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

Sí, como bien mencionas, he hecho lo poco de mi carrera en Puerto Rico. Sí he sido publicado en diversidad de revistas en Latinoamérica y Elegía a los vencidos fue publicado en España.

Sobre la recepción de mi trabajo, entiendo que es respetado y apreciado; sin embargo, un tanto difícil de comercializar y tal vez por ello se me da muy poca exposición. Son escasas las reseñas sobre mis trabajos, pero siempre agradecido con quienes se toman el tiempo de leerme y opinar, aunque sea en privado.

Sin embargo, tengo una base de lectores, y como editor, entiendo que es lo más importante para cualquier escritor.

 

Sé que es usted de Puerto Rico. ¿Se considera un poeta puertorriqueño o no? O, más bien, un poeta, sea éste puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?

Yo me siento un poeta del Caribe. Soy mitad dominicano y mitad puertorriqueño. Pero en sí pienso que la poesía no tiene nación ni el poeta tampoco.

Aunque en mi poesía se reflejen las circunstancias de mi entorno, que es Puerto Rico, me parece que es literatura universal.

 

¿Cómo integra su identidad étnica y de género, y su ideología política con o en su trabajo creativo-poético y su formación en Puerto Rico?

No se puede escribir sin ideas, y toda idea viene de una ideología. Tengo muchos grises en mis visiones políticas que dejo entrever en mis poemas, pero en ellos apelo al cuestionamiento, no a la afirmación.

Puedes leerme sin estar de acuerdo conmigo. El panfleto no es poesía. Sin embargo, lo más claro de mi “ideología política” que dejo ver es el resentimiento de clase.

 

¿Cómo se integra su trabajo creativo-poético a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de historiador, comunicador, editor y escritor en Puerto Rico hoy?

No puedo desligar mi trabajo creativo de mi paso por la Universidad de Puerto Rico; creo que si no hubiese pasado por ahí nunca hubiera sido un poeta declarado.

La universidad me abrió las puertas para conocer profesores y compañeros que me demostraron que mi talento tenía valor y era un bien cultural. Como mencioné antes, fue con colegas universitarios con quienes hice mis primeros proyectos editoriales.

Esas experiencias de vida te forman como persona y las sigues ejerciendo, como ahora, que trabajo mayormente de barbero y como quiera mis conocimientos tienen valor y me benefician en mi trabajo. El paso por la universidad es un cambio sustancial, no importa a qué te vayas a dedicar.

 

Cuando escribo, pienso en mis lectores.

¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo-poético y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

Creo que con el pasar del tiempo mi proyección ha sido más transparente y más interactiva. Cuando escribo, pienso en mis lectores. No pretendo un hermetismo provocado como hace diez años; si los versos son herméticos es porque así salieron luego de mi proceso de autoedición. El público se identifica más, alguien siempre llora cada vez que leo. No es mi intención generar tristeza, pero al menos sé que mi trabajo provoca emociones genuinas, y eso me satisface mucho como poeta.

 

¿Qué otros proyectos creativo-poéticos tiene usted recientes y pendientes?

Tengo varios: siempre he querido escribir un poema largo, poema/libro, y hace unos dos años trabajo en un proyecto titulado El castillo; tengo un libro de cuentos inédito; trabajo una autobiografía llamada Los nudillos rotos.

Respecto a la editorial, ha sido un poco difícil volver a caer en ritmo en las condiciones del país, pero seguimos trabajando. Recientemente sacamos, además de mi título, el de Marta Jazmín García, un hermoso libro titulado El sitio del relámpago.

Wilkins Román Samot

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