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Guiones argumentales, de Pedro Víctor Debrigode Duggi

sábado 5 de septiembre de 2015
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“Guiones argumentales”, de Pedro Víctor Debrigode Duggi
Guiones argumentales
Pedro Víctor Debrigode Duggi
El Vigía editora
Colección Zafir 2014

No quería dejar pasar de largo esta ocasión de presentar al público esta obra inédita de Pedro Víctor Debrigode, escritor que poco a poco va emergiendo del ostracismo gracias a las antológicas que se han venido editando sobre “novela popular” y a la paciente labor de sus biógrafos y fieles lectores.

Ha pasado un tiempo desde la presentación de nuestra publicación El Vigía 8 hasta hoy, cuando entonces tratábamos de ahondar en la genealogía de este narrador, creyendo visualizar un tiempo que coincide con la recuperación de otros narradores coetáneos; trazamos entonces una cartografía homónima a la situación para completar en aquella cercanía física, la atmósfera de una época, marcada por muchos signos, tatuada a golpe de exclusiones, marginaciones y también represión.

Se ha dicho que se escribía para escapar del ahogo de un mundo belicoso e irracional y falto de aliento democrático, pero se olvida a menudo que el mundo presentido es el único cierto, el edificio del arte como reflejo de un modelo de vida mejor.

Y hay un fantasma de Poe que recorre los barrios, y que habla con esos narradores de soledad y secretos martirios, de exculpaciones y remembranzas. Por eso mismo hoy Debrigode vive y está con nosotros en la tensión de sus relatos, en sus pócimas de farmacopea, en la tipología profusa de las aguas de la criminología, que son de puro cine negro, y que nos aguarda en cada esquina de sus descripciones como una guirnalda prieta de suspense.

La juntacadáveres, el hombre anónimo del pasillo de la muerte, la celopatía que lleva al envenenamiento, o la noticia enlutada que acecha a unos amantes en la madrugada. No hay respiro frívolo ni finales felices a pesar de que el lector se contagie de un humor histriónico. Ser el forense del estereotipo que encubre al hombre de carne y hueso es lo que practica Debrigode en estos relatos. Mostrando el poder y la miseria en la lucha asertiva, y hurtándoselo constantemente a aquél que nos aplastaba el cordón umbilical de la libertad en cada uno de nuestros derechos.

Vimos cruzar muchas veces al azar durante nuestra investigación y si aquella cartografía nos llevó a una antropología urbana, a una genealogía de un barrio de escritores, la narrativa policial nos reclama un estudio exhaustivo más allá de una enumeración de los “delitos”, a la busca de las arbitrarias razones, políticas, morales y de otra índole que se exhiben en cada texto como una cruel copia de una realidad torturadora que la rebasa continuamente.

Se afirma que la crítica suele ser disección, tarea de taxidermista en ocasiones, pero tratándose ya de uno de nuestros inseparables compañeros de juego, es mejor que ese menester le plazca al convidado, pues a mi ver que cada uno de estos personajes que Debrigode hibernó para nuestro gusto, cada una de las veces que su héroe practica una autopsia, se acerca y nos mira, y se coloca muy cerca de nuestra fresca retina.

Roberto Cabrera
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