El libro Megalópolis: prontuario urbano de la ciudad de México, del fotógrafo Yuri Valecillo (editado por Eterno Femenino Ediciones, 2016) y cuya edición y cuidado estuvo a cargo de Noemí Luna García, es un tanto inusual. Lo primero es su formato (13,8 cm x 10 cm). Para libros de fotografía se procuran formatos más amplios. No obstante esto no es lo extraño ya que Yuri como fotógrafo buscar romper los esquemas y su trabajo se mueve, por lo general, en la agitación de la imagen y la estética otra de la realidad que no se ajusta del todo a los cánones de la estética establecida y decidida desde museos, galerías y el mercado del arte. Sin mencionar que Yuri intenta no ser un fotógrafo tradicional y, aparte de escribir, se obstina en realizar proyectos editoriales un tanto díscolos, pero con esa impronta innegable de subvertir siempre el orden reinante y las pastillas dogmáticas de los signos y colores que sean. Lo raro del libro estriba en el recorrido de la ciudad desde la fotografía, pero buscando no su parafernalia tan explotada por los ministerios de turismo, sino esa metáfora cruda donde se deja colar una poética salvaje siempre asombrosa y deslumbrante.
Para Yuri la ciudad es un proceso en movimiento y no una foto fija.
Uno de los libros anteriores de Yuri, titulado La mirada pública, impreso en México en el año 2012, consistía en diecisiete postales a todo color que rastreaban la ciudad, pero desde sus paredes con una serie de grafitis coloridos y esos otras pintadas de la protesta y la opinión. Las postales venían en una caja-sobre acompañadas de un texto, escrito por el propio fotógrafo, sobre el grafiti y su experiencia personal como escribidor político de paredes. Adicionalmente contenía un glosario de términos utilizados en México sobre el grafiti y un texto breve del poeta venezolano Luis Alberto Ángulo sobre el trabajo fotográfico de Yuri.
En uno de los textos que sirven como prólogo de este nuevo libro, la escritora y poeta Laura Antillano anota:
Valecillo dimensiona un discurso de la ironía a través de sus conjuntos fotográficos. Ve a los seres humanos como personajes ubicados en un “paisaje” por azar, que adquiere tonos grotescos o sencillamente grandilocuentes, en su búsqueda de trascender los acontecimientos que definen las vidas públicas o privadas. Valecillo vive con frecuencia entre Venezuela y México, eso hace que su ojo esté embebido en el mundo real de las ciudades, con el toque característico de estos dos países. Pero la imposición inesperada de las estructuras que hacen el medio no es suficiente para que los seres humanos sean ignorados por el fotógrafo, por el contrario, su selección visual parece precisar la necesidad de insistir en los personajes como víctimas, o como arte y parte de estos “volúmenes” que con frecuencia los determinan o aprisionan. El acto de participar, de estar allí, de formar parte de aquello de modo consistente, coloca a los seres humanos, en sus fotografías, como habitantes corresponsables de su destino en el mundo. En los encuadres de Valecillo siempre hay un acontecimiento sucediendo, una anécdota, una historia de vida.
Yuri Valecillo en su fotos toma partido y sus imágenes son un alegato de la vida comprimida en una lucha constante contra el poder (sea político o militar o ese que impone la miseria inyectada por las desigualdades sociales de siempre). Para Yuri hay un teatro que se desarrolla a plena calle y cada quien asume su rol. No por casualidad Laura Antillano acota:
Si contemplamos, por ejemplo, esta fotografía tomada en México, en plena calle, advertimos que la edificación es un espacio de cultura, que hay un proceso ya sea de restauración o de derrumbamiento, y que son varios los personajes, en diferentes roles, los que intervienen en la construcción de este escenario. El hombre en primer plano, sentado en el escalón, es un saxofonista, tiene el instrumento sobre las piernas, y la caja del instrumento está abierta a su lado, en compás de espera. Mientras tanto, los jóvenes atrás, que trabajan sobre el friso del edificio, han pasado a poner su atención en el fotógrafo y el paisaje de la calle.
Para Yuri la ciudad es un proceso en movimiento y no una foto fija. Es un hervidero de seres que van luchando con sus demonios y que convierte la vida en un oleaje con sus penurias y alegrías, con esa crudeza existencial que destila una poética extravagante y Yuri sabe capturar con precisa radicalidad.
Sus textos publicados antes de 2015
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Ciudad Letralia: Notas desabrochadas
Editorial Letralia: Q. En un lugar de las letras (coautor)
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