Publica tu libro con Letralia y FBLibros Saltar al contenido

Gummi arabicum: transmutación Cirlot-Pisonero

domingo 9 de febrero de 2020
¡Comparte esto en tus redes sociales!
“Como un Lucifer vespertino”, de Encarnación Pisonero
Como un Lucifer vespertino, de Encarnación Pisonero (Dauro, 2019). Disponible en Amazon

Como un Lucifer vespertino
Encarnación Pisonero
Poesía
Ediciones Dauro
Colección “Rubí de poesía”
Granada (España), 2019
ISBN: 978-8417458072
96 páginas

Según Cirlot, gummi arabicum la usaban los alquimistas para señalar la sustancia de la transmutación por creerla, en lo espiritual, dotada de análogas virtudes adhesivas. Como un Lucifer vespertino es una transmutación de los 88 sueños de Cirlot en 66 poemas de Pisonero. El año en que nació la poeta se publicó Ochenta sueños de Cirlot. Esta entrega es un homenaje visceral y total a Cirlot.

La creadora siempre encuentra nuevos misterios en los textos cirlotianos. El esoterismo de Cirlot, o su impresión de haber sido un cátaro en otra vida —pues recuerda vidas anteriores—, lo convierte en un poeta original en la historia de nuestra literatura. Dialogar con su obra es un reto muy difícil que Pisonero consigue con su extraordinario don para la poesía. Su obra es un homenaje original e impecable de la obra cirlotiana, además de provocadora y visionaria: “Multitud de ojos invaden mi vientre mientras veo cómo un gato muerde los pezones de mi madre”.

En este libro Encarnación Pisonero es surrealista en la medida en la que Cirlot lo fue, es decir, no de una forma ortodoxa. Cirlot nunca se consideró un seguidor auténtico de Breton. En consecuencia, Pisonero tampoco. Pero hay un punto en común importante entre la poesía de Cirlot/Pisonero y los surrealistas franceses: la utilización de la imagen nacida de la analogía, de donde nace el interés de todos por el símbolo. Esta poética nacida de Cirlot se basa en la polivalencia simbólica de la imagen. También se asemejan Cirlot y Pisonero en el uso de recursos surrealistas como la homofonía, la aliteración, o la repetición, como este ejemplo de la segunda parte: “El mar r,r,r…”.

Como un Lucifer vespertino, título que surge de la propia obra, comienza con citas de Cirlot, san Juan de la Cruz y Angélica Liddell.

Sin embargo, en los poetas españoles se perciben continuamente ecos de ocultos significados y la conciencia se convierte en el hilo conductor de sus obras, lo que les aleja definitivamente del surrealismo francés para aproximarse a la poesía simbólica.

Estos dos poetas se insertan en la tradición del oscurantismo, muy vinculada al hermetismo y al universo esotérico. Poetas como Baudelaire y los simbolistas heredan de la doctrina esotérica su ley de correspondencias, como también lo hacen los poetas que nos ocupan, que entroncan con la tradición de poetas visionarios como Blake o Hölderlin, muy presente siempre en la poesía de la pitonisa. Escriben bajo el signo del oráculo y el milagro. Así, cuenta Encarnación Pisonero: “He decidido hablar sobre sueños, porque es allí donde se producen los milagros”.

En este nuevo poemario, la poeta nos sumerge en una nueva cultura heterodoxa, a veces difícil, como nos tiene acostumbrados en títulos anteriores. Es también un libro metafísico: “Nada de lo terreno de este siglo satisface mis ansias de lo eterno”. Y por supuesto de amor: “Tú eres la llama que encendía mi cuerpo”.

Como un Lucifer vespertino, título que surge de la propia obra, comienza con citas de Cirlot, san Juan de la Cruz y Angélica Liddell. Consta de tres partes. La primera, “Solo como una isla”, consta de un sueño por cada una de las letras de alfabeto hebreo. Dentro de las ciencias ocultas, ocupa un lugar fundamental la cábala hebraica, la ciencia de los números/consonantes, cuyo origen estriba en el hecho de que en hebreo cada letra del alfabeto tiene un valor numérico.

De esta inspiración surgen veintidós poemas entrelazados. Cada poema comienza con la misma palabra que termina el poema anterior. Las palabras elegidas son: guerrero, oscuridad, amor, aquello que más quiere, isla, sueños, lirios rojos, se oculta, danza, sangre, conjuros, estelares, desierto, vida, amenaza, angustia, no puede, su mandato, un pájaro, mortales y espíritu: “Espíritu que atravesó los mares buscando todas las sirenas”. Estas palabras revelan parte del contenido semántico de un libro donde el símbolo de la espada es central y a la vez enigmático. La espada es el símbolo fálico por excelencia del hombre y es también la cruz del cristianismo, como nos recuerda su autora, que sueña o tiene pesadillas con espadas, como su cruz constante, signo e instrumento.

Este poemario es hermético y sugerente, y nace de un estudio muy profundo del mundo simbólico y de lo oscuro.

La pitonisa nos cuenta su ardid en las batallas: “El sol rojo que a veces me persigue que no es augur que ayude en el combate”. Su lidia amorosa rememora títulos anteriores: “Recela del duelo en el que ha de batirse si logra el amor de la mujer que persigue”. También crea desde la oscuridad y los seres sobrenaturales: “Danza de saltamontes (…) Pequeños monstruos como ‘caballos aparejados para la batalla’”, con constantes referencias a Cirlot.

La segunda parte, “Al dictado”, tiene también veintidós poemas, la mayoría de los cuales comienzan con versos del poeta catalán. Tras leer más de tres mil páginas de la obra de Cirlot, la autora de El prisma en la mirada pretende conseguir una especie de automatismo surreal o mediúmnico en su indagación amorosa: “Busco sin descanso a la Doncella que perdí en otro tiempo”. El amor sigue siendo hilo conductor: “Mas siento tu presencia en cada instante y sé que me sigues igual que perra en celo”. En esta pieza también continúa la simbología de la espada, los cristales, el sable, los puñales: “Bronce era la empeñadura de mi espada”. Aparece el tema de la muerte también como tema recurrente en su poética.

En la tercera parte, “Motu proprio” —también con veintidós poemas y a su vez iniciados muchos de ellos por versos de Cirlot—, comienza con una búsqueda de su identidad, inmersa en duelos: de Excalibur al dragón rojo, y de Ofelia a Homero. A su vez, mantiene la oscuridad simbólica y onírica. También nos sugiere —con la rosa de los vientos y el reloj del tiempo— el tema del tiempo y el de la muerte. Denuncia las guerras: “Malditos los soldados y todos los traidores”. Este poemario es hermético y sugerente, y nace de un estudio muy profundo del mundo simbólico y de lo oscuro. También es fruto de un intenso trabajo intelectual y creativo que se ha dilatado durante muchos años.

Como un Lucifer vespertino añade a su obra una nueva voz, un universo poético, una cadencia, una expresión mímica de Cirlot, que evoca las grandes aventuras líricas de la poeta y de nuestra historia de la literatura. Ya publicó en verso y en prosa un libro, Permiso para embalsamar (2014), como hiciese también Juan Ramón. Ahora nos sorprende con esta versión de los 88 sueños de Cirlot, una poesía nacida del mundo lírico porque, como dice Mestre: “Las palabras del poeta hablan de cosas que sólo ocurren en la poesía con las palabras del poeta”.

Carmen Díaz Margarit

¡Comparte esto en tus redes sociales!
correcciondetextos.org: el mejor servicio de corrección de textos y corrección de estilo al mejor precio