La bruma cubre hasta los hombros,
la luz titubea en los álamos
atajando lo que puede del amanecer.
Cada vez molestan más los pasos,
hace mucho frío en estos días,
el cielo está nublado y oscuro.
El aire queda cautivo en la escarcha.
Algo se atraviesa, blando y dulce,
sobre el negro encaje de las ramas,
va en línea recta a la casa vieja,
el destino de todo un largo viaje.
Ahora es cuando se añora el regreso.
Llena el aire el olor a café caliente.
En el silencio de la noche se escucha
lo que trajina bajo la cubierta de mi cráneo.
Brillantes pecados oscuros germinan
en ese tono de media luz que traen las pesadillas.
Sé que al final se abrirán mis ojos dormidos
y cada cosa tendrá su lugar, donde corresponde.
Cuelga un reflejo del sueño en la pared,
desvaneciéndose en la humedad que trae el amanecer.
Me agoto siguiendo la imagen en lo gris,
confundido, mudo e incomprensible el sueño se evade,
se me escapa en una oda inacabada,
impidiendo que nazcan mis oscuros pecados brillantes.
- Dos poemas de Sergio Omar Otero - miércoles 7 de septiembre de 2016