Dos textos de Alejandro Eufrasio Mercado Martínez

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Eso no es amor

Mudos lugares encantados refugian sueño. Dolorosos cantos acentúan espinosos clavos. Filamentosas telas oscuras restan hurgando límpidas plumas. Marionetas polvorientas acatan nuevamente el drama. Levanta al mundo una despistada mirada. Eleva al cielo una ilusoria sonrisa. Dulces relámpagos tenebrosos afloran marchitos delirios. Ilusorias fantasías florean sin porqué. Viejos muñecos de trapo siguen bailando impasibles la triste melodía. Canos ecos respiran silenciosas agujas. Risas brotan estrechas lágrimas marchitas. Los hilos continúan moviéndose y la obra no termina. Difícil es seguir. Imposible es volver ¿Este es mi papel? Ignorado quedar a la ignorancia. Olvidado esperar al propio olvido. Codiciar arrancarte una sonrisa. Ansiar sacarte un sonrojo. Tener miedo a la nada. Tener miedo a uno mismo. No quiero seguir empujando tal piedra. No quiero seguir escalando tal montaña. Siempre ha sido complicado buscarte. Siempre ha sido imposible encontrarte. A más te conozco, menos te entiendo. A menos te entiendo, más te deseo. A más te deseo, más sufro. Eso no es amor. El amor es cosa de placer, no es dolor. No quiero más zumbidos y telarañas. No quiero más narcisos y estrellas. No quiero seguir mudo, absorto y de rodillas adorándote. Eso no es amor. El amor es cosa de coyuntura, no es porfía. Esa felicidad, esa ilusión, ese amor que yo guardaba, no eran más que mentiras disfrazadas de la verdad más pura. Y yo corría tras ellas feliz, ilusionado, enamorado… Eso no es amor. El amor es cosa de dos, no es un rayo de Luna. Yo voy por un camino: tú, por otro; esa es la realidad. Y aunque no hubo, hay, ni habrá nunca nada entre nosotros, deseo lo mejor para ti.

Paramnesia

La curiosidad es reina de corazones en la baraja de las ilusiones. Ondearán banderas de engaño a la brisa del sueño. Escaparán preguntas en vigilia a la orilla del deseo. Perderás de realidad en tu propio cuento de ficción. Dormirás hasta creer como quien cree en dragones y hadas. Sabes que nunca despertarás en realidad. Sabes que nunca lo conseguirás. ¿Y si te equivocas? Un día te levantas y sufres por esa mentira. Quieres abandonar, pero quieres quedarte. Luchas contra ti mismo para finalmente rendirte. Un día te levantas y te marchas. Quedaste harto de dolor. Eres feliz, pero el mundo es más gris que nunca; como si esa gracia que tenía se hubiera ido, como si esa vitalidad que tenía hubiera perdido el sentido de ser, como si ya no tuvieras rumbo que seguir… Tiempos grises como estos son los que arreglan corazones rotos y reviven difuntas esperanzas. Hablarte es lo que más quería, pero mis palabras quedaban borradas en mi máscara de orgullo. Llorar es lo que más quería, pero mis lágrimas quedaban enterradas en mi sonrisa postiza. No te quiero, me hiciste daño. No te quiero, pero quiero volver a ese mundo colorido. Lo mismo estoy loco, ese sufrimiento mató más de lo que pude ganar. Lo mío se terminó, me hubiera gustado haberlo llamado “lo nuestro”, pero me volvería a mentir de nuevo. Hoy sigue amaneciendo despejado sin ningún nubarrón a la vista y yo me pregunto: ¿Cuándo me lloverá? Echo de menos ese ardor en el pecho. Echo de menos esas llamas tan vivas correteando por mis venas. Esas golondrinas marcharon en su aleteo y jamás volvieron. Lo mismo jamás estuvieron en mí. Lo mismo jamás volverán. ¿Y si vuelven? Mi herida habrá desaparecido para volver a abrirse en un ciclo sin fin, la luz regresará para volver a convertirse en la más profunda oscuridad, la humilde razón se arrodillará de nuevo ante el déspota corazón y las lágrimas volverán a caer en vacío. No serás tú, será otra. No serás otra, serás menos aún. Sigue mirando a otro lado, te olvidaré.